Ricardo Bedoya

El Perú imaginado


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Grant.

      Ansioso por apoderarse del botín más grande conquistado por Inglaterra, en *El halcón de los mares (*The Sea Hawk, de Michael Curtiz, 1940), el corsario Geoffrey Thorpe (Errol Flynn), explica su estrategia guerrera sobre un enorme mapa de Sudamérica que deja ver con claridad el área demarcada del virreinato del Perú (ver “Lima).

      En una imagen de *Soborno (*The Bribe, 1949), típico film noir de Robert Z. Leonard, aparece un mapa de Sudamérica con el territorio peruano recortado por el lado de la frontera amazónica con Ecuador (ver “film noir”). Con similar menoscabo aparece también en *Ronda española (1952), de Ladislao Vadja.

      *Tintín en el templo del sol (*Tintin et le Temple du Soleil, 1969), película de animación de Eddie Lateste, introduce la aventura de los personajes de Tintin y el Capitán Haddock con un mapa de Sudamérica que muestra el territorio del Perú con sus límites recortados en su frontera norte en beneficio del Ecuador (ver “Animación”).

      Un mapa del Perú aparece en *Cliente muerto no paga (*Dead Men Don’t Wear Plaid, 1982), de Carl Reiner, con Steve Martin y Rachel Ward, que parodia y homenajea a los títulos clásicos del film noir y a las historias narradas en la ficción detectivesca de raigambre pulp.

      La comedia de Reiner refiere al Perú en esta frase dicha ante un mapa:

       —Mira, Perú!

      La alusion intertextual de *Cliente muerto no paga remite a la película *Soborno (*The Bribe), que incluye referencias al país (ver “Film noir”).

      Un mapa del Perú se perfila en *Manoa, la ciudad de oro (1999), de Juan Piquer Simón, cuando los héroes de la aventura intentan situar la ubicación de un tesoro perdido de los incas en la zona del valle del Urubamba (ver “Wéstern europeo”).

      El perfil cartográfico del Perú es visible en una secuencia de *En el corazón del mar (*In the Heart of the Sea, 2015), de Ron Howard, recreación de la travesía del ballenero Essex, que zarpa de un Puerto de la Nueva Inglaterra en 1820 y es tocado por la desventura: una enorme ballena destroza la embarcación y reduce a los marineros supervivientes al estado de necesidad. La historia trágica del Essex se convierte en motivo inspirador para el escritor Herman Melville, autor de Moby Dick.

      Caucho

      Desde fines del siglo XIX, el empresario Julio César Arana del Águila (1864-1952), nacido en Rioja, departamento de San Martín, acumula una inmensa fortuna con la explotación del caucho en la zona oriental del país. El látex del árbol denominado Hevea brasiliensis, que crece con prodigalidad en la Amazonía, adquiere creciente valor comercial desde 1886, al patentarse la fórmula para elaborar neumáticos inflables con ese insumo. Ello trae consigo una demanda creciente del producto por parte de los mercados del occidente industrializado.

      Arana inicia su trabajo de explotación en Tarapoto, para luego establecerse en Iquitos. Desde ahí proyecta su negocio hacia Estados Unidos y Europa, gracias a la exportación del producto. Se convierte en pionero de la extracción del caucho en zonas inexploradas hasta entonces: las regiones de los ríos Putumayo y Caquetá. Aprovechando de la ausencia de actividad estatal, tanto peruana como colombiana, en esas zonas, instala un imperio amazónico regido por la empresa Peruvian Amazon Rubber Company, que incorpora capitales británicos.

      A Arana y a los capataces de sus negocios se les atribuye abusos masivos contra las comunidades nativas, así como crueles prácticas de trata de esclavos, lo que ocasiona un escándalo internacional.

      Revelados los métodos esclavistas de Arana, cunde la indignación de la opinión pública tanto en Sudamérica como en Europa. Una investigación del irlandés Roger Casement, cónsul británico en Río de Janeiro, y autor del Blue Book (1912), denuncia las atrocidades cometidas por el cauchero. Ese episodio de la vida de Casement es narrado en la novela El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa, publicada en 2010.

      La Enciclopédia do Cinema Brasileiro, de Ramos y Miranda (2000), informa que el camarógrafo Silvino Santos (nacido en Cernache do Bonjardim, Portugal, 1886, y muerto en Manaus, 1970), radicado por entonces en Manaos, es contratado en 1912 por el cónsul del Perú para fotografíar a los indígenas que habitaban en los vastos territorios explotados por Arana. Allí, Santos se vincula con Arana, quien le encomienda la preparación del Álbum de Fotografías del Viaje de la Comisión Consular al Río Putumayo y Afluentes, llevada a cabo por representantes consulares británicos y estadounidenses entre los meses de agosto y octubre de 1912. Arana pretende contrarrestar las denuncias en su contra con imágenes fotográficas que acrediten la labor “civilizadora” que lleva a cabo entre los indígenas que trabajan en la labor cauchera (Chirif, A., Cornejo Chaparro, M. y De la Serna, J., 2013).

      Es entonces que Arana encomienda a Santos la filmación de un documental destinado a reparar su controvertida imagen pública. Como preparación para esa tarea, el empresario financia un viaje de Santos a Francia para que reciba cursos de capacitación en los estudios de Pathé Frères. Ahí, el camarógrafo se aboca al estudio de la combinación química adecuada para lograr la resistencia de la emulsión fotográfica al clima de la Amazonía.

      Luego de su estadía en Francia, Santos regresa con dos mil metros de negativo y una cámara Pathé. Con ese equipamiento filma, durante dos meses, fiestas, ceremonias, ritos nativos, escenas de trabajo de extracción del caucho. Se convierte en pionero del registro cinematográfico en el territorio amazónico.

      Pero el material filmado durante ese período se pierde en el naufragio de una embarcación en la que viajan los negativos. Solo se conservan algunas imágenes del filme *Indios witotos do rio Putumayo (1916), integradas como material de archivo en el documental ficcionado *O cineasta da selva (1997), de Aurélio Michiles.

      Derrumbado su imperio, Arana busca, una vez más, limpiar su mellada imagen personal a través del cine. Con el ánimo de atraer inversiones hacia Iquitos y difundir una mirada positiva hacia sus negociaciones comerciales, produce un largometraje, *El Oriente Peruano, que se proyecta en función inaugural el 21 de mayo de 1921, en el Teatro Lima de la capital.

      *El Oriente Peruano, dividida en 53 partes, con una duración aproximada de 90 minutos, tiene como productores a la empresa Amazonian Film Company y a Julio César Arana.

      Años después, el 27 de febrero de 1933, esa película se reestrena en un momento de incremento de tensiones fronterizas con Colombia. *El oriente peruano, en esas circunstancias, pretende convertirse en testimonio gráfico irrefutable de la peruanidad que sella, desde antiguo, la existencia de los territorios amazónicos reclamados por Colombia.

      Ramos y Miranda (2000) atribuyen a Silvino Santos la filmación de *El Oriente Peruano, pero no existe ninguna referencia adicional que acredite esa información.

      En 1986, la figura del cauchero Arana da origen al largometraje El socio de Dios, dirigido por el cusqueño Federico García Hurtado.

      Una producción estadounidense, *In the Amazon Jungles with the Captain Besley Expedition (Título alternativo: *The Captain Besley Expedition), de Franklin B. Coates (1915), incluye vistas de los maltratos y torturas aplicadas a los indígenas por las empresas caucheras operando en la región del Putumayo. No resulta extraña esa voluntad de denuncia en un documental de esa nacionalidad. No olvidemos que a inicios del siglo XX los capitales nortemericanos intentan reemplazar a las inversiones británicas en diversas áreas de la actividad productiva de la región.

      En la película colombiana *El abrazo de la serpiente (2015), de Ciro Guerra, que narra la incursión en la Amazonía colombiana de un investigador alemán en busca de una planta llamada Yakruna, de grandes poderes medicinales, se hallan dos menciones a la tarea depredadora del cauchero peruano Julio César Arana en esa zona a inicios del siglo XX.

      En una secuencia de la película, un chamán indígena señala al investigador una zona lejana del bosque que se consume en un incendio. “Son los peruanos”,