la idea era también fusionar un poco una cosa con la otra.
¿Y eso es lo que han hecho hasta ahora?
Sí. Bueno, ahora vamos a hacer un corto que fue una idea de Mauricio [Banda] en realidad. Trabajamos en la película de Miguel [Barreda] y conocimos a un actor que nos pareció genial. Era como Bela Lugosi versión arequipeña. Hemos hecho no solo proyectos audiovisuales, sino también actividades relacionadas con el audiovisual; por ejemplo, trajimos dos festivales, porque también nos quejábamos de que en Arequipa no se hacía mucho y bla bla blá. Siempre en vez de quejarse es mejor hacer, para ver si hay gente interesada. Entonces trajimos el Festival Lima Independiente el año pasado y este año. Nos contactamos con el Centro Cultural Peruano Norteamericano para que nos apoye con el espacio. De hecho de allí viene el nombre, Okupas. Nosotros no tenemos un lugar, un centro de actividades; se trata de vender todas estas ideas a centros culturales acá en Arequipa, y que no sea uno solo, sino que podamos movernos en todo Arequipa. El otro festival fue el de Creative Commons, que lo hicimos en el Museo de Arte Contemporáneo y fue al aire libre.
Para el Festival Lima Independiente hicimos un cortito que se llama Pasador, era como una publicidad para llamar a la gente, pero era un cortito experimental de animación con un poco de ficción. Nosotros tenemos esta visión de mostrar Arequipa… no es que ya no queramos mostrar el Misti, pero ya se ha mostrado bastante, ¿no? Queremos mostrar otros lugares. Por eso yo le agradecía a Miguel [Barreda] que en su película [Encadenados] se viera algo como más urbano, no lo mismo y lo mismo… Que no está mal, tampoco, el sillar es bonito, pero también hay otras cosas; no cerrarse a que si no mostramos el Misti ya no es Arequipa. Esa es una visión que queremos cambiar un poco. Entonces, en Pasador nos fuimos a paisajes que también son arequipeños, pero rurales y más alejados de la ciudad.
Estamos dictando talleres también. Hemos empezado con adolescentes y adultos. Hay gente mayor que se quedó con las ganas de llevar un curso de realización y lo está llevando ahora. Como cada uno de nosotros se ha especializado en un área, los cursos son muy específicos. Claro, la gente tal vez en un inicio tiene la idea de que realización es agarrar una cámara y ya vamos a grabar, pero se dan con la sorpresa de que no, de que es todo un proceso; tal vez no es lo que esperaban en un inicio pero van aprendiendo mucho más. Estamos dando un curso de realización completo. Comenzó con dos semanas de dirección, dos semanas de dirección de fotografía, dos semanas de posproducción y ahora estamos en la etapa de realización de un corto basado en un guion escrito por uno de los alumnos. Dictamos el taller como Okupas en el Thomas Jefferson, un instituto de diseño que quiere abrirse también a otras áreas. Ahora tenemos ocho alumnos. También hicimos un taller muy sencillo en el Museo de Arte Contemporáneo.
¿Han hecho también audiovisuales para instituciones y publicidad?
Sí, es en lo que más hemos estado trabajando últimamente. Hemos trabajado para un instituto de gastronomía, un laboratorio farmacéutico, una textilera.
¿Trabajan con equipos propios?
Sí.
FINANCIAMIENTO, EXHIBICIÓN Y DISTRIBUCIÓN
¿Cuál es el futuro para el financiamiento y la exhibición de sus películas?
Si bien no nos gusta el papeleo, yo sí veo que es necesario presentarse a ciertos fondos. Seguir haciendo, si ganas un festival que te sirva para hacer otro, y que no pare la bola.
¿Va mucha gente a los cineclubes en Arequipa?
Hay cineclubes, como el de Frank [Abugattás], que están bien; pero la gente no se entera. A las cosas artísticas, como te decía, casi siempre va la misma gente. Por eso, cuando regresamos, después de algunos años, nos gustó encontrar nueva gente que está haciendo colectivos como Monopelao en documental, o Tambo de Bronce en música, o los de Asim’tría [sic]. Pero estas nuevas propuestas también tienden a cerrarse: este es el grupo de gente que va a Tambo, este es el otro grupo que va a otra cosa… De hecho, nosotros también estamos allí. Ahora se ha juntado un colectivo de colectivos. Vamos a ver qué pasa, si el público se comparte, si por allí puede crecer. No sabemos todavía muy bien qué va a pasar.
El cine que ustedes hacen es un cine para minorías. Es la condena de las vanguardias. No siempre fue así, hubo una época de propuestas innovadoras que eran consumidas por un público masivo, como ocurrió con el neorrealismo italiano; pero no es lo que ocurre ahora. ¿Cómo van a hacer ustedes? ¿Van a renunciar a un público masivo para ir a ciertas minorías? ¿Asumen que no hay más remedio que hacer eso?
Creo que eso es subestimar un poco al público. Yo todavía tengo mi lado romántico. El largometraje que tengo escrito no es tan experimental, creo que se adapta más a ciertos fondos; pero si viene un productor y me dice: “Mejor le cambias esto y le pones una calata”, yo no lo haría. Por suerte nosotros somos los mismos productores. Uno se adapta, es cierto, pero yo tengo algunas cosas claras que no haría. Hemos empezado diciendo: “Vamos a hacer estas cosas personales y estas otras para que generen dinero para nuestros proyectos”; no necesariamente pensamos que nuestros proyectos personales nos van a dar un montón de dinero, sino que sabemos que tenemos que trabajar en paralelo nuestros proyectos con otros. Todavía podemos. No es tampoco que nosotros queramos ser los independientes del cine de Arequipa. Es lo que ha surgido. Uno se va juntando también por afinidad a ciertas cosas. Tenemos temas recurrentes, pero no es que nos hemos juntado para cambiar el mundo y solamente vamos a hacer cosas experimentales porque somos locazos. No.
¿Han buscado apoyo del gobierno regional o del gobierno municipal para sus proyectos?
Yo no tendría ningún problema en ir, pero la figura es ir y hablar con mucha gente. Nosotros hemos ido a la Municipalidad, en realidad, para hablar de un proyecto. Te dicen: “Ah, sí, sí, sí, muy bien, magnífico su trabajo, son lo máximo”; pero a la hora de la hora: no. Es pérdida de tiempo. Hemos presentado a otra Municipalidad, la de Cerro Verde, un proyecto de documental sobre Huayco, un pueblo de allí; y, en verdad, el proyecto se ha perdido como cinco veces. Han cambiado gente, en tres meses como cinco personas. Es una pérdida de tiempo y un desgaste emocional, en verdad. Uno se pregunta: “¿Va a salir?”, hasta que te miras en el espejo y dices: “No, no va a salir”.
CINE PERUANO
¿Qué opinión tienen del cine que se hace Arequipa?
Se hace muy poco. Es un contra, pero también un plus, pues no hay un parámetro del cine que se ha hecho en Arequipa. La gente tiene como parámetro el cine comercial, pero –y esto es también muy romántico y como especular– si presentas nuevas alternativas por allí se puede generar una nueva respuesta. O sea, es cuestión de hacer, nada más; porque antes no se ha hecho o no se ha mostrado. Tal vez falte más exhibición y llegar a esa gente que solo tiene acceso al cine comercial.
¿Has visto las películas de Miguel Barreda, Roger Acosta y los cortos de la ARFA?
He visto las de Miguel Barreda y algunos cortos de la ARFA. De Roger Acosta solo he visto fragmentos de Mónica... en internet.
Del cine peruano en general, ¿qué películas te gustan?
Cuando era joven veía películas peruanas que no me gustaban. Hablaban de cosas que no me interesaban en un lenguaje que no comprendía o que no era el mío. En los últimos años, con Días de Santiago, Las malas intenciones, Paraíso, y qué se yo, siento que ha resurgido algo, una opción de contar nuevas cosas. Porque por lo menos con la gente con la que yo conversaba, había como el parámetro de encasillar al cine peruano como un cine sobre drogas, sexo, terrorismo, desnudos; más o menos esa era la combinación perfecta para hacer una película peruana que no tenía éxito, además. Después surgieron estas historias que eran como bastante personales, más íntimas, y a partir de allí me interesó más y me empezó a gustar el cine peruano. Películas como ¡Asu mare!,