Ricardo Glauco Rizzi

Manual de Investigación Clínica


Скачать книгу

igual. Según su propio relato, el escocés eligió a pacientes con síntomas parecidos, los mantuvo en el mismo lugar y les suministró una dieta común, aparte de los suplementos, aunque sin un grupo de control.

      En realidad, otros antes que Lind ya habían avanzado tales planteamientos, comenzando con el médico persa Al–Razi, que en el siglo IX sangró a un grupo de pacientes y no a otro para comprobar los resultados. Un siglo antes que Lind, otros como el flamenco Jan Baptist van Helmont, el inglés George Starkey o el alemán Franz Anton Mesmer ya habían ensayado la comparación de igual con igual. El diseño primitivo de aquellos ensayos no evolucionaría hasta el siglo XIX con la introducción del doble ciego y el XX con la inclusión de placebos.

      Ygnaz Semmelweis– 1819–1866

      Médico húngaro de origen alemán que hoy es reconocido como el creador de los procedimientos antisépticos. Semmelweis es llamado el "salvador de madres" pues descubrió que la incidencia de la sepsis puerperal o fiebre puerperal (también conocida como "fiebre del parto", ("childbed fever") podía ser disminuida drásticamente usando desinfección de las manos en las clínicas obstétricas. En definitiva, inventó el lavado de manos, como método elemental de antisepsia.

      Johannes Andreas Grib Fibiger (danes)– 1867–1928

      Su método de investigación sobre la difteria, se considera como el origen de una importante metodología de investigación en medicina, conocida como ensayo clínico controlado

      Pierre–Charles–AlexandreLouis (1787–1872) francés.

      Fue médico, clínico y el patólogo conocido por sus estudios sobre la tuberculosis, la fiebre tifoidea y la neumonía, pero la mayor contribución de Louis a la medicina fue el desarrollo de la "Método numérico", precursor de la epidemiología y el moderno ensayo clínico, allanando el camino para la medicina basada en la evidencia .

      Sir Ronald Aylmer Fisher (ingles)– 1890–1962

      Desarrolló el análisis de la varianza para analizar sus datos inmensos de los cultivos, cultivados desde los años 1840, y donde en los próximos años estableció su reputación como bioestadístico. Creó las fundaciones por la ciencia moderna estadística

      Sir Austin Bradford Hill (1897 – 1991), inglés

      Epidemiólogo y estadístico, fue pionero en el ensayo clínico, aleatorizado junto con Richard Doll, demostró la conexión entre tabaquismo y cáncer de pulmón . Hill es ampliamente conocido por haber sido pionero en el criterio llamado en su homenaje como, "Bradford Hill", para determinar una asociación causal. Su estudio que evalúa el uso de estreptomicina en el tratamiento de la tuberculosis, es generalmente aceptado como el primer ensayo clínico aleatorizado.

      John Snow y su “cólera” (Autor Profesor Doctor Eduardo Halac). 1951–2018

      El Dr. John Snow nació en Londres en 1813, y murió en esa misma ciudad en 1858. Se graduó de médico el 2 de mayo de 1838.

      Su primera tesis versó sobre Asfixia y resucitación del recién nacido, en la que ya discurría sobre los orígenes de la asfixia, concluyendo que no en todos los casos se debía a problemas obstétricos, sino a otros relativos a la falta de controles prenatales (¡por entonces no existía ninguno!) y sugirió que cuando se debía resucitar por mucho tiempo, ¡se podía concluir que la asfixia había durado casi el doble de tiempo que el empleado en resucitar. El hecho es que Snow conocía muy bien el sub mundo londinense de la época y pudo hacer un estudio sobre las cantidades de casos (hoy, incidencia) de enfermedades venéreas y sobre su forma de transmisión, también produjo dos trabajos más: uno sobre cómo extraer la placenta, y el otro sobre cómo mejorar los resultados de la operación cesárea.

      Pero en 1846, le llegó, desde EE UU, la novedad de un hallazgo: la anestesia. Interesado en el tema, realizó investigaciones en los laboratorios de experimentación, creó un nuevo método para administrar éter, y utilizó el cloroformo. Administró más de 450 anestesias a sus pacientes, y la número 451 se la hizo a la mismísima reina Victoria en su parto, de donde se originó esto del “parto sin dolor” o “parto a la reina”. Cuando el cólera hace su llegada a Londres, el Dr. Farr, por entonces el Ministro de Salud del reinado, comunicó a sus pares y a las autoridades reales de las que dependía su puesto, que sus estudios “muy serios” permitían establecer que la enfermedad nada tenía que ver con brechas en la estructura sanitaria, sino que se debía a los miasmas contenidos en una nube que se instalaba muy baja sobre la ciudad. A lo que el bueno de Snow respondió: “qué estupidez”. Enseguida contrató asistentes pagados de su propio bolsillo, y puso manos a la obra. En la esquina de Broad Street existía una bomba de agua que se alimentaba de las conexiones a las plantas de Southwark y Vauxhall las que obtenían su agua de las zonas más contaminadas del Támesis.

      El distrito de Lambeth obtenía agua de la planta homónima, cuya fuente era la parte alta (aguas arriba) del río. Munido de estos datos, Snow realizó una encuesta casa por casa, recabando información sobre los servicios sanitarios y las muertes por cólera en cada casa. Después de reunir los datos, los procesó y organizó en lo que hoy se cree fue la primera “tabla de datos” conocida en epidemiología, en la cual utilizó por primera vez, un indicador: el número de muertes cada 10.000 casas y no por número de personas como haríamos hoy. La (hoy) “famosa tabla” de Snow

      El veneno colérico contamina apenas los alimentos y las agua y ya es lo suficientemente fuerte como para propagarse entre personas que conviven en hacinamiento y condiciones de escasez higiénica. Las excretas del enfermo, arrojadas al río, van a contaminar norias. Las redes municipales que se sirvan de esas aguas diseminarán el veneno colérico a todo el distrito, por ellas servido. (De donde surge el término “agua servida”). Snow pudo rescatar al cura párroco de la zona Saint James y Golden Square, donde se encuentra Broad Street, el reverendo Henry Whitehead para su propio beneficio y le supo demostrar con hechos y resultados, que su feligresía podría dejar de morirse y seguir asistiendo a los servicios religiosos si se acotaba el brote de una vez. El inteligente párroco comenzó a razonar los postulados de Snow y le brindó lo que el novel epidemiólogo más necesitaba: