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© De la presente edición (Abril, 2019)
PÓLVORA EDITORIAL
SANTIAGO DE CHILE
Título original: El mundo en llamass
Autor: David E. Johnson
© Pólvora Editorial, 2019.
ISBN impreso: 978-956-9441-24-0
ISBN digital: 978-956-9441-59-2
© Traducción: Paula Cucurella
Editor: Lucas Sánchez
© Diseño editorial: ilacami | [email protected]
Corrector de estilo: Alfonso Medrano
© Fotografías: Andrés Maturana
Colección Fundación Engel
El Mundo en Llamas
Artista: Javier Toro Blum
Madera quemada, libros quemados, vidrio y aluminio
221 x 104 x 25 cm
2017
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com [email protected]
para Andrea Garrido
Le secret des cartes postales brûle — les mains et la langue— on ne peut pas le garder, c.q.f.d. Il reste secret, ce qu’il est, mais doit aussitôt circuler, comme la plus hermétique et la plus fascinante des lettres anonymes —et ouvertes1.
(El secreto de las tarjetas postales quema —las manos y la lengua—no es posible guardarlo, q.e.d. Permanece secreto, pues lo es, pero necesita enseguida circular, como la más hermética y la más fascinante de las cartas anónimas —y abiertas).
JACQUES DERRIDA, LA CARTE POSTALE
La poésie, l’éloquence, la mémoire, les grâces de l’esprit, les feux de l’imagination, la profondeur de la pensée, tous ces dons que le ciel répartit au hasard, profitèrent à la démocratie, et lors même qu’ils se trouvèrent dans la possession de ses adversaires...2.
(La poesía, la elocuencia, la memoria, las gracias del espíritu, los fuegos de la imaginación, la profundidad del pensamiento, todos esos dones que el cielo concede al azar, beneficiaron a la democracia y, aun cuando se encontraran en poder de sus adversarios...).
ALEXIS DE TOCQUEVILLE,
DE LA DÉMOCRATIE EN AMÉRIQUE
Le terrorisme fait feu de tout bois3.
(El terrorismo se sirve de toda circunstancia).
YANN MOIX, TERREUR
La ceniza es el humo que se deja tocar, el fuego ya de luto por sí mismo4.
JOSÉ EMILIO PACHECO, CIUDAD DE LA MEMORIA
J’ai maintenant l’impression que le meilleur paradigme de la trace, pour lui, ce n’est pas, comme certains l’ont cru, et lui aussi peut-être, la piste de chasse, le frayage, le sillon dans le sable, le sillage dans la mer, l’amour du pas pour son empreinte, mais la cendre (ce qui reste sans rester de l’holocauste, du brûle-tout, de l’incendie l’encens)5.
(Tengo ahora la impresión de que el mejor paradigma de la huella, para él, no es, como algunos lo creyeron y él también quizás, la pista de caza, el abrirse-paso, el surco en la arena, la estela en el mar, el amor del paso por su impronta, sino la ceniza (lo que resta sin restar del holocausto, del quema-todo, del incendio el incienso.)
JACQUES DERRIDA, FEU LA CENDRE
1 Jacques Derrida, La carte postale: De Socrate à Freud et au-delà (París: Flammarion, 1980), 194; La tarjeta postal: De Sócrates a Freud y más allá, traducción de Haydée Silva y Tomás Segovia (México, DF: Siglo veintiuno editores, 2001), 182.
2 Alexis de Tocqueville, De la démocratie en Amérique I (París : Éditions Gallimard, 1961), 40.
3 Yann Moix, Terreur (París: Éditions Grasset et Fasquelle, 2017), 155.
4 José Emilio Pacheco, Ciudad de la memoria (Poemas 1986-89) (México, D.F.: Ediciones Era, 1989), 31.
5 Jacques Derrida, Feu la cendre (París: Éditions des femmes, 1987), 27; La difunta ceniza = Feu la cendre, trad. Daniel Alvaro y Cristina de Peretti (Buenos Aires: Ediciones La Cebra, 2009), 29.
fuego, cenizas
“Y, entre otras cosas, como después de los astros nada conocía yo en el mundo que produjera luz sino el fuego, traté de hacer comprender con mucha claridad todo lo que atañe a su naturaleza, cómo se forma, cómo se alimenta, cómo a veces da calor sin luz y otras luz sin calor; cómo puede introducir diferentes colores en varios cuerpos y varias otras cualidades; cómo funde algunos y endurece otros; cómo puede consumirlos o convertirlos en humo y cenizas, y, finalmente, cómo forma vidrio con estas cenizas, sólo por la violencia de su acción; porque pareciéndome esta transformación de las cenizas en vidrio tan admirable como cualquiera otra de la naturaleza, tuve especial placer en describirla”6. El fuego le fascinaba a Descartes. Le atraía su violencia transformativa, tan destructiva como creadora: su capacidad de reducir a cenizas el mundo, una reducción catastrófica —una epojé—que hace posible la belleza del vidrio, que es tan admirable como cualquier otra cosa de la naturaleza, pero además hace posible la belleza de la naturaleza misma y del mundo en cuanto tal.
¿Cómo pensar la terrible bella violencia del fuego? ¿Cómo leer, por ejemplo, el terrible, doloroso testimonio de Antoine Leiris, cuya esposa, Hélène Muyal-Leiris, fue asesinada el 13 de noviembre de 2015 en el atentado terrorista de París? “Ella estará con nosotros, ahí, invisible. En nuestros ojos se leerá su presencia, en nuestra alegría arderá su llama, por nuestras venas correrán sus lágrimas”7? Hélène —su fuego, su espíritu— sobrevive en nosotros. Este fuego —la llama de Hélène— quema y amenaza quemarse, consumirse, volverse humo. Por eso Leiris escribe, para recordar a Hélène, conservarla y aferrarse a ella, para llevarla hacia el futuro y que sobreviva