Saida Ortiz Sedano

Mujeres asombrosas


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Pocos años antes había muerto el padre de Josefina y varios políticos viajaron a inaugurar una estatua en su nombre, entre ellos Rojas Pinilla. El clima estaba dado. Se planeaba una reforma constitucional y Josefina aprovechó la oportunidad y le pidió a Rojas Pinilla que ayudara a la mujer a acceder al voto. Él designó a Josefina como su representante para que pudiera participar en la Asamblea Nacional Constituyente. Tuvieron que usar esa figura, pues como mujer ella no podía participar, esa era la única manera de que tuviera voz y parte. Después de muchos debates, en 1954 logró, junto a Esmeralda Arboleda, que se reconociera el derecho de la mujer a elegir y ser elegida, el derecho a tomar decisiones por sí misma.

      Este triunfo le permitió convertirse en la primera mujer en asumir distintos roles políticos. Fue la primera en ejercer como gobernadora y se ocupó de construir vías y escuelas. Fue la primera mujer ministra y desde el Ministerio de Educación luchó por la instrucción rural, técnica y de la infancia. También fue embajadora y, a su regreso, fue elegida la primera mujer senadora junto con Esmeralda Arboleda. Josefina fue una mujer que abrió grandes puertas.

      Eustacia Rodríguez Guerrero

      Guapi, 1917

      Eustacia es partera.

      GUAPI, 1917

      Estaba sola en su casa en el municipio de El Charco, con sus dos pequeños hijos, cuando empezó a sentir los dolores del parto. Eustacia se encontraba en un lugar recóndito. Tenía solo 20 años. Preparó agua de canela, clavos y anís para aliviar el dolor de sus contracciones como lo hicieron por años sus ancestros. “No permitas que mi cuerpo sea preso, ni mis carnes heridas, ni mi sangre derramada, ni mi alma perdida”, le rezó a la virgen del Carmen. Se arrodilló en el piso y empezó a darse masajes para acomodar la cabeza de Feliciano. Cuando su hijo nació, cortó ella misma el cordón umbilical y lo limpió.

      Desde entonces, Eustacia, la Vieja Tacho, ha recibido en sus brazos los frutos de más de 200 partos, incluyendo los de sus hijas y las mujeres de la zona donde vive. Usa el mismo método con el que dio a luz a su hijo, para asistir los partos de mujeres que habitan las veredas más recónditas y alejadas de los municipios. Eustacia es la anfitriona de la vida. Los arrullos de la selva han recibido los llantos de la mayoría de recién nacidos e incluso, en 1979, asistió a un parto ocurrido en el momento de un tsunami en Tumaco.

      Actualmente, Eustacia tiene más de 100 años, vive en Guapi con su hija Carolina, y sus manos dulces y fuertes siguen recibiendo la vida. En el año 2018, recibió el Premio Nacional Vida y Obra del Ministerio de Cultura por su labor ancestral en la partería afro del Pacífico. La labor de la Vieja Tacho no solamente se relaciona con la salud y la enfermedad, conoce las plantas y sus propiedades curativas, la oralidad, la observación y la importancia de preservar este tipo de prácticas y su sabiduría.

      Inés Ochoa Pérez

      Duitama, 1917–2002

      Inés era médica.

      DUITAMA, 1917–2002

      La educación femenina en su tiempo consistía en preparar a las mujeres en asuntos de religión, moral, lectoescritura y cuidado del hogar. Por eso, en 1903, fue muy importante la aprobación de su acceso a la primaria y escuelas normalistas, de donde salían a ejercer como maestras. Después de las huelgas laborales de 1920, varias mujeres hicieron intentos fallidos para cursar el bachillerato y poder acceder a una carrera universitaria; hasta que la presión de varios grupos logró convencer al presidente Olaya Herrera de firmar un decreto en 1933 al respecto.

      Sin embargo, las mujeres solo podían cursar algunas carreras, estudiar medicina parecía aún un sueño lejano. Inés pertenecía a una distinguida familia. Presentó nerviosa el examen de admisión a la Universidad Nacional de Colombia. Los nervios respondían, en parte, a la oposición de su padre de apoyarla económicamente. Había decidido aplicar a medicina. Algunos años antes, Gerda Westendorp Restrepo había sido admitida, pero su matrimonio la apartó de terminar. Sin dejarse desmotivar Inés entró a la Universidad. Era la única mujer de toda su Facultad.

      No fue sencillo, las burlas y discriminaciones de profesores y compañeros tuvo que transformarlas en motivos para convertirse en una gran estudiante. Así lo hizo. En 1940, recibió el Premio en Fisiología Manuel Forero. Se graduó como la primera médica cirujana. Trabajó en los hospitales de Santa Clara y San José en Bogotá, y luego viajó a Girardot y dirigió el Centro de Protección Infantil y Materna del Centro de Higiene. Perteneció a la Junta Administradora del Amparo del Niño, fue jefe del Centro de Vías Respiratorias del Instituto Miguel Caicedo y de la Clínica Infantil del Hospital San Rafael de Girardot. Inés murió en Bogotá a sus 85 años. En honor suyo, el Centro de Salud de Tibasosa, en su querida Boyacá, lleva su nombre.

      Gabriela Peláez Echeverry

      Concordia, 1920–2010

      Gabriela era abogada.

      CONCORDIA, 1920–2010

      Desde pequeña desarrolló una sensibilidad especial contra la injusticia, principalmente la que se cometía contra las mujeres. La educación que se impartía desde 1903, si bien permitió el acceso a la formación primaria de la mujer, era distinta en la ciudad que en el campo. En las ciudades se ofrecían seis años y en el campo solo tres. Más de la mitad de la población era analfabeta y la llegada de las primeras industrias exigía mejores competencias.

      Gabriela tenía 16 años cuando ingresó a Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Colombia. Allí, empezó a profundizar acerca de la condición de las mujeres en la sociedad colombiana y señaló uno a uno los prejuicios que les cerraban las puertas a la formación profesional, solo se les permitía estudiar ciertas carreras. También mostró las malas condiciones en las que muchas mujeres trabajaban en las fábricas por largas jornadas y sin garantías de nada. Sobre eso escribió su tesis y por ella recibió la máxima distinción a los mejores aportes para la sociedad: su trabajo se catalogó como cum laude

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