Gabriel Salazar Vergara

Historia del trabajo y la lucha político-sindical en chile


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      © LOM ediciones / Sintec Chile Primera edición, diciembre de 2021 Impreso en 2000 ejemplares ISBN Imprenta: 9789560014627 ISBN Digital: 9789560014917 Edición, diseño y diagramación LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Teléfono: (56-2) 2860 68 00 [email protected] | www.lom.cl Tipografía: Karmina registron°: 211.021 Impreso en los talleres de Gráfica LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Impreso en Santiago de Chile

       Prólogo

      A 14 años de la fundación de nuestro sindicato (SINTEC), y luego de haber avanzado bastante en temas de organización, crecimiento, formación, transparencia y luchas que hemos realizado desde Arica a Punta Arenas, consideramos que restan por desarrollar dos objetivos que nos parecen de importancia fundamental:

      Primero, lograr la negociación por rama de producción, que generaría en nuestra industria, y sobre todo en los trabajadores, un salto cualitativo en las condiciones generales de trabajo, salario, seguridad, jornada laboral y beneficios sociales.

      Segundo –lo que es de gran importancia–, avanzar en la educación de los trabajadores, a efecto de que ellos puedan incrementar su capacidad de participación activa y autónoma en los procesos gremiales, históricos y políticos que vive nuestra sociedad.

      En este segundo aspecto, hemos realizado varios talleres educativos –en los que han colaborado el profesor Gabriel Salazar y su equipo– que han culminado en el proyecto de publicar el libro que aquí prologamos. Será un aporte más en el proceso de nuestra formación, que fue antecedido por otras publicaciones: el Manual del Delegado Sindical del SINTEC; también, de Roosevelt Silva Collao: Elementos para una historia del sindicalismo reciente en el gremio de la Construcción (Entrevista), y la tesis de Raúl Lizama Miranda: La Unión en Resistencia de Estucadores, URE; todos los cuales fueron publicados por nuestra editorial El Andamio, y que buscan reconstruir la mirada histórica de nuestro rubro. Rubro que –dicho sea de paso–, pese a su importancia, ha sido invisibilizado y aun estigmatizado en nuestra sociedad.

      Consideramos importante que, dentro de los aspectos que es necesario reforzar en nuestra formación, esté el conocimiento de nuestra propia historia, social, económica y política, que ha sido o bien olvidada, o mal escrita o estudiada, o bien subordinada a la historia de los vencedores. El conocimiento de nuestra historia real juega y jugará un rol protagónico no sólo en los procesos de formación de identidad –como pueblo y como clase–, sino también en las luchas que permitan mejorar de verdad las condiciones de vida y desarrollo de todo el pueblo chileno, hombres, mujeres, ancianos y niños.

      Es por todo esto que consideramos necesario hacer una publicación sobre la historia del movimiento socio-político de los trabajadores chilenos en un estilo más preciso, gráfico, lúdico y breve, que permita a los trabajadores y ciudadanos introducirse más a fondo en cada uno de los episodios claves de su historia, que los invite a reflexionar sobre cada uno de ellos, para extraer de allí –utilizando las infinitas posibilidades que hoy ofrecen las distintas plataformas digitales– los criterios que se necesitan hoy para actuar con plena autonomía en la historia actual del país.

      Como sindicato, consideramos fundamental desarrollar herramientas que nos permitan jugar un rol protagónico en todos los procesos de transformación y cambio que nuestra sociedad está experimentando a partir del Estallido Social del 18 de octubre de 2019. Pues allí, y entonces, los trabajadores y las trabajadoras vimos las posibilidades que se generan a partir de la unidad del pueblo y de los sectores sindicales que gestaron la Huelga General del 12 de noviembre, que jugó un papel clave en la posibilidad de que el pueblo avanzara más allá del manoseado «en la medida de lo posible».

      Es un hecho que la falta de trabajos autoformativos, de ejercicios unitarios e incluso huelguísticos de nuestro movimiento sindical, ha mermado notoriamente su protagonismo en la escena nacional y su capacidad de lucha, lo que ocurre justo cuando el país está inmerso en este proceso –excepcional– de cambios ‘refundacionales’… Esa merma fue notoria en el fracaso de los dirigentes sindicales que se presentaron a la elección de «constituyentes». Y esto nos debe hacer reflexionar sobre cuál es hoy el papel que los sindicatos, trabajadoras y trabajadores deben desarrollar en el umbral de este nuevo Chile.

      Y como quiera que sea nuestra decisión al respecto, la autoformación, a partir de nuestra propia historia y nuestra propia capacidad de decisión y acción, es una tarea fundamental, urgente, de inmediata realización.

      Jorge Hernández

       Presidente

       Sindicato Inter-Empresa Nacional de Trabajadores de la

      Construcción y Montaje Industrial (SINTEC), Junio 2021

Primera Parte El trabajo mestizo: los «conchabamientos» (1600-1931)

       Introducción

      Desde 1600 hasta 1931, el pueblo mestizo chileno no estuvo regulado por ley alguna, ni para trabajar ni para vivir. El Rey de España estimó que los mestizos –hijos mayoritariamente ‘huachos’ de español y mujer indígena– eran «hijos del pecado» y por tanto la ley, que en sí ‘era’ virtuosa, no era posible dictarla para viciosos... Por esa razón, los mestizos devinieron en una población «infame», marginal, «sospechosa» y por tanto en una amenaza para la paz colonial del Imperio… El surgimiento de la República de Chile no alteró esa situación… En realidad, la agudizó

      Mientras el sistema laboral de encomienda –aplicable sólo al pueblo mapuche– pudo funcionar (se extinguió alrededor de 1800), el pueblo mestizo fue escasa e informalmente enganchado para trabajar. Por eso, al principio, vivió como una masa dispersa de individuos vagabundos, «afuerinos». Y cuando se les enganchó para trabajar, el enganche no se rigió por ley ni reglamento alguno: fue sólo un ‘arreglo’ verbal, informal, que se llamó «conchabamiento» (unir, juntar, contratar), un pacto bilateral que, en los hechos, fue la imposición irrestricta de la voluntad y el interés privado del patrón... Esta práctica, que se extendió a lo largo del tiempo y el territorio, produjo la aparición de múltiples formas laborales semiesclavistas.

      Y desde que aumentó la exportación de trigo y cobre al Virreinato del Perú (hacia 1730), el ‘conchabamiento’ de trabajadores mestizos se multiplicó tanto, que se convirtió en la forma laboral dominante en Chile, desde entonces hasta 1931… Fueron, pues, dos siglos de semiesclavitud… En las haciendas trigueras, tomó forma de «inquilinaje», complementado con diversas formas de «peonaje». En la explotación minera combinó formas de «pirquineraje» y «peonaje». Y en las ciudades, múltiples formas de «peón-gañán a jornal» y «servidumbre doméstica».

      Sólo el mestizo que emprendió un trabajo independiente como micro-empresario pudo escapar, parcialmente, del «conchabamiento»: fue el caso de los labradores libres, los cateadores, los artesanos, los «maritateros», los chacareros, los vendedores ambulantes («regatones»), las «chinganeras» y… el bandidaje. Pero, a mediano plazo, terminaron todos ellos expoliados por la acción usurera de comerciantes y prestamistas («habilitadores»); acosados por diezmeros, clérigos e inspectores municipales, y atrapados o baleados por la gendarmería y el ejército.

      Sólo en 1931, con el Código del Trabajo (liberal e ilegítimo), el «conchabamiento» entró en una fase temporal de aparente extinción.

       1. El peonaje (1600-1930)

      Los peones eran jóvenes («mocetones») entre 15 y 24 años, la mayoría mestizos de padre ausente y madre sobreocupada («huachos»). Trabajaban en tareas ocasionales en el campo, en la ciudad, en las minas. Según los censos de 1865 y 1875, de todos los «trabajadores con profesión», el peonaje era el más numeroso: 61,2 % de los casos. Y siendo mestizos y vagabundos, no eran sujetos de ‘derecho’. Por eso podían