presente. Ella le brinda amor y contención. Su padre es un hombre joven, trabajador y recto que trabaja ocho horas diarias. Siempre que regresa a su casa le revisa los cuadernos y le dice lo orgulloso que se siente de él y de las notas que trae del colegio.
Sres. padres: hoy su hijo participó activamente en clase. Es un niño muy respetuoso y aplicado. Atte. Srta. Alicia.
Su padre, lleno de orgullo, lo felicita.
—¡Sos un genio, campeón!
Al llegar la noche, el cansancio se apodera del niño.
—Mamá, quiero dormir. ¿me llevás a la camita? —le pregunta a su madre entre bostezos. Ella, con el amor de siempre, lo acompaña hasta su cuarto. Lo arropa. Permanece a su lado hasta que él logra conciliar el sueño. Los ojos del niño se cierran. Lo último que cada noche ve es la sonrisa de su madre. Amanece.
El hogar se llena de luz. Al entrar en la cocina nota que sus padres sonríen de manera inusual.
—¡Tenemos una gran noticia, campeón! —le dice su padre.
—¡Vas a tener un hermanito! —fueron las palabras de su madre. Raúl entre dormido da un salto de alegría.
—¡Ahora tendré con quién jugar! —exclama feliz y grita—: ¡Seré el hermano mayor de alguien!
Sale corriendo a compartir la noticia con sus amigos.
Reflexión: Raúl tiene un estilo de vida tranquilo. Sus padres le dedican tiempo. Lo halagan por sus progresos. Le demuestran afecto a cada instante. Todo gira en torno a Raúl. Sus horas pasan entre juegos, el colegio y sus amistades. No conoce otra cosa que la tranquilidad del hogar. Cree que la llegada de su hermano no alterará esa calma. Nada más distante de la realidad.
Capítulo 2
Los planes de Raúl
Están preparando el cuarto del hermanito con anticipación.
—¡Hay que tener todo listo para cuando llegue el bebé! –comenta Raúl. Piensa en cómo lo han de llamar, cómo serán su rostro y sus manos. Lo comienza a imaginar.
—¿Se parecerá a papá? —le pregunta a su madre. Ella lo escucha y sonríe. Ella siempre sonríe. Raúl contempla admirado la ropa del bebé. Lo pequeña que es lo llena de ternura.
—¡Que chiquita que es la ropita, mamá! —exclama asombrado.
Los nuevos muebles ya llegaron. La cuna, el catre y el ropero no se han hecho esperar. Hay muchos adornos para el bebé. A Raúl le gustan todos. Su mamá cuelga un gran y colorido cartel con la frase: “Bienvenido, Samuel”. Por la tarde, al reunirse con sus amigos, les comenta que el bebé ya tiene nombre.
—Samuel, se llamará —les dice, mientras toman la leche con vainillas que su mamá les preparó. Charlan sobre los hermanos menores de sus compañeros.
—Les cuento que mucha gente viene a visitar a mamá, todos le tocan la panza, ella les muestra el cuarto. Siempre hablan del bebé. Y la verdad es que me da un poco de celos —confiesa apenado. Ellos lo consuelan diciendo que eso es normal. Que será solo un tiempo. Que después todo regresa a la normalidad.
—Quédate tranquilo —le dice Federico, mientras se seca los bigotes de leche con la manga del buzo—. Yo tengo tres hermanitos y es siempre igual. Primero todos están encima del bebé. ¡Cuando crecen dejan de darle bolilla!
Esas palabras calman la ansiedad de Raúl.
Reflexión: Raúl trata de interiorizarse más en el tema. Todo esto es nuevo para él. Le preocupa ser desplazado por su hermano. Comienza a observar a los hermanitos de sus amigos. Se da cuenta de que ellos tienen razón. Los bebés llegan. Todos les están encima, luego aprenden a caminar, a comer solitos. Se da cuenta de que crecen rápidamente sin que se note su presencia. O eso es lo que él cree.
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