dato. Juan entonces compra un telescopio, decidido a confirmar él mismo su creencia. Pero aún entonces, Juan se pregunta si puede confiar en el telescopio, o en los libros que compró para aprender a mirar el cielo nocturno, o incluso en su propia vista.
Siguiendo esta clase de razonamiento, el proceso de verificación conduce a una de tres alternativas:
Una regresión infinita de justificaciones: A se justifica por B, B se justifica por C, C se jusitifica por D, etc.
Un corte arbitrario en el razonamiento: A se justifica por B, B se justifica por C, y C no se justifica.
Una justificación circular: A se justifica por B, B se justifica por C, y C se justifica por A.
A esta situación se la conoce como el trilema de Münchhausen, porque si lo que se busca es conocimiento seguro, entonces ninguna de las tres alternativas parece del todo satisfactoria. Pero si no hay una justificación satisfactoria, entonces tampoco hay conocimiento seguro. Este mismo razonamiento puede extenderse a todo tipo de proposiciones, incluso las de las ciencias formales como la lógica y la matemática.
Historia
La investigación sistemática del conocimiento comienza en la Antigua Grecia, especialmente con el diálogo platónico Teeteto, aunque también en la República (VI). Aristóteles dedica parte de su trabajo titulado De Anima a explicar el conocimiento "empírico", el que se obtiene a través de los sentidos, y en la Metafísica dedica el libro IV (especialmente el capítulo 4 y ss.) a discutir cuestiones como la prueba de los primeros principios y el relativismo. En los Segundos analíticos (o Analíticos posteriores) presenta lo que puede considerarse como su epistemología. Para estos dos autores, sólo podía haber conocimiento que llegue a ser ciencia de lo inmutable: para Platón las Ideas, y para Aristóteles las sustancias (también las sustancias separadas). En el período helenístico el pirrónico Sexto Empírico ofrece la expresión más completa y sistemática del escepticismo antiguo.
En el mundo cristiano antiguo y en la Edad media se elaboraron diversas doctrinas sobre el conocimiento humano. San Agustín pensó en la necesidad de una iluminación divina que garantizase la verdad de nuestras afirmación. Santo Tomás de Aquino, por su parte, recoge ideas de Aristóteles y elabora una completa teoría del conocimiento, que critica el ultrarrealismo (por ejemplo de Guillermo de Champeaux), el representacionismo y el nominalismo -o verbalismo- (de Roscelino).
Con el Renacimiento comenzó un período de intenso desarrollo de la gnoseología, que marcará toda la modernidad. La invención de nuevos instrumentos de observación, como el telescopio, ayudaron al desprendimiento de los cánones (principalmente Aristóteles y la Biblia) a la hora de fundamentar el conocimiento.
En el siglo XVII el inglés Francis Bacon escribe Advancement of knowledge y Novum Organum, donde reclama el apoyo de la monarquía para impulsar el conocimiento de tipo empírico. La tradición empirista encontraría a sus principales defensores en John Locke, David Hume y George Berkeley. Locke se ocupó de estas cuestiones en su obra Ensayo sobre el entendimiento humano; Berkeley sigue parcialmente a Locke en su Tratado sobre los principios del conocimiento humano, de 1710; y Hume, hizo lo propio en la primera parte de su Tratado de la naturaleza humana y en su Investigación sobre el entendimiento humano.
Por otro lado, el francés René Descartes publica en 1637 el Discurso del método y en 1641 las Meditaciones metafísicas, obras en gran parte dedicadas a plantear y resolver los problemas fundamentales de la teoría del conocimiento. Descartes introduce la duda metódica como método racional para obtener conocimiento seguro, y dio inicio a la tradición racionalista, que será continuada por Spinoza y Leibniz, entre otros.
En 1781, el alemán Immanuel Kant publica la Crítica de la Razón Pura, una obra muy influyente en la que critica tanto al racionalismo como al empirismo y propone una alternativa superadora: el idealismo trascendental. Con ello propuso un "giro copernicano" en la filosofía moderna, donde el sujeto ya no es pasivo frente al mundo, sino que pasa a ser un sujeto activo que "construye" el objeto de su conocimiento. De este modo, Kant propone que el mundo nouménico permanece incognoscible para el sujeto, que sólo puede conocer el mundo fenoménico, mediado por las intuiciones puras del espacio y el tiempo, las categorías del intelecto y las ideas regulativas de la razón. A partir de entonces, la gnoseología ha intentado volver a recuperar el conocimiento del mundo. La obra de Kant dio inicio al idealismo alemán, escuela que tuvo a sus mayores exponentes en Johann Gottlieb Fichte, Friedrich Schelling y Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
A principio del siglo XX, Husserl propuso volver "a las cosas mismas", expresión con la que quedó fundada la fenomenología, que sería continuada, de distintos modos, por Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty, entre otros.
En la filosofía analítica, por el contrario, a mediados del siglo XX se inició a partir de un breve artículo de Edmund Gettier una tradición de análisis del conocimiento en términos de atribuciones de conocimiento, retomando las tres características que señalara Platón para todo conocimiento: que sea una creencia, que sea verdadera y que esté justificada. A partir de este análisis estándar han surgido a principios del siglo XXI diversas teorías sobre las atribuciones de conocimiento como el invariantismo, el invariantismo sensible, el contextualismo y el relativismo.
En 1963, Frederic Fitch publica un trabajo en lógica epistémica en el que demuestra que dados ciertos supuestos básicos, "si toda verdad se pudiera conocer, entonces toda verdad sería conocida". Pero como no toda verdad es conocida, se sigue que no es posible conocer todas las verdades. Esta paradoja se conoce hoy como la paradoja de la concupiscibilidad de Fitch (Fitch's Paradox of Knowability).
Paralelamente, desde mediados del siglo XIX, quizá empezando con las reflexiones metodológicas del astrónomo británico William Whewell, como a lo largo del siglo XX, se dedicaron muchos esfuerzos filosóficos al estudio del conocimiento científico, dando lugar a la filosofía de la ciencia. Este tipo de estudios pronto se ven complementados con otros sobre la historia de la ciencia, y más tarde, la sociología de la ciencia.
Cogito ergo sum (el pienso cartesiano)
Ego
Epistemología
Filosofía de la ciencia
Teoría evolutiva del conocimiento
Objetividad
Constructivismo (filosofía)
Enlaces externos
El proceso de las ideas Sistémico-Cibernéticas - Sara B. Jutoran
Epistemología de la Complejidad
Introducción a las Epistemologías Sistémico/Constructivistas - Marcelo Arnold Cathalifaud
Verdad
El significado de la palabra verdad abarca desde la honestidad, la buena fe y la sinceridad humana en general, hasta el acuerdo de los conocimientos con las cosas que se afirman como realidades: los hechos o la cosa en particular; así como la relación de los hechos o las cosas en su totalidad en la constitución del TODO, el Universo.
Para el hebreo clásico el término `emuná significa primariamente «confianza», «fidelidad». Las cosas son verdaderas cuando son «fiables», fieles porque cumplen lo que ofrecen.
El término no tiene una única definición en la que estén de acuerdo la mayoría de los estudiosos y las teorías sobre la verdad continúan siendo ampliamente debatidas. Hay posiciones diferentes acerca de cuestiones como:
Qué es lo que constituye la verdad.
Con qué criterio podemos identificarla y definirla.
Si el ser humano posee conocimientos innatos o sólo puede adquirirlos.
Si existen las revelaciones o la verdad puede alcanzarse tan sólo mediante la experiencia, el entendimiento y la razón.
Si la verdad es subjetiva u objetiva.
Si la verdad es relativa o absoluta.
Y hasta qué grado pueden afirmarse cada una de dichas propiedades.
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