muy limpios. Se descansa poco y mal. Te pasas veinticuatro horas allí, siempre metido en ese ambiente que agota física y mentalmente. La casa siempre gana, mucho más que tú porque se queda un cincuenta por ciento sin hacer nada. Esos son los principales inconvenientes. Eso y las drogas que hay en muchos de ellos. En Madrid, donde estuve no había drogas, pero en Barcelona sí. Allí los clientes iban a drogarse y en el mismo piso se vendían las drogas. Cuanto más se drogan los clientes, más tiempo se quedan y con ello los gerentes hacen más dinero. En Sevilla, en el piso donde estuve, lo que más se consumía era cocaína. Antes los clientes se gastaban mucho dinero en los pisos. Antes de la crisis económica una persona podía permanecer en el piso veinticuatro horas, con diferentes chicos, comprando droga y gastando miles, miles de euros. Pero los clientes no son los únicos que consumen, he visto a muchas chicas transexuales engancharse, gastarse todo el dinero que ganaban en coca, hasta follar sólo por coca. He visto casos así y es triste. Mi primera experiencia con la coca fue en Madrid y fue fatal, con un cliente, pero yo no tomo, tomarla es un peligro, el peligro de hacerse adicto y pasarlo muy mal. Durante una temporada, yo bebía. Cada vez que tenía un cliente bebía para poder hacerlo, sé que otros usan drogas para eso mismo. Cuando empiezas, tienes que hacer algo, es duro, muy duro, y para hacerlo más fácil se recurre a todo tipo de drogas. Para todo el mundo es duro. Te destruye la autoestima, y si no eres capaz de saber quién eres y por qué haces lo que haces, entonces te destruyes. Por eso siempre he procurado recordar de dónde vengo, por qué hago las cosas, a dónde voy y cuáles son mis metas, pero siempre es difícil. Por suerte, las drogas no me gustan, no van conmigo. Me pongo enfermo con ellas, creo que mi cuerpo no las asimila, y eso es una suerte también. Si un día tomo drogas, me paso los tres siguientes enfermo. El alcohol sí que lo tolero, por eso bebo. No puedo decir que sea alcohólico, pero sí que bebo.
Lo que sí uso es Viagra o Cialis, sin utilizarlas muchas veces no consigues ni empalmarte. Tienes que usarlas, si no, no puedes. Por más que piensas y te esfuerzas, al final la mente lo es todo, por eso la mejor garantía es tomarla. A veces venían chicos jóvenes y con ellos no hacía falta tomar nada. Aquí en Madrid había un piso donde acudían muchos chicos jóvenes, de veinticinco o veinte años, y claro, todos queríamos pasar con ellos. Pero la mayoría de clientes son hombres casados. Yo diría que aproximadamente el setenta por ciento de los que venían eran hombres corrientes, casados, con hijos y todo eso; y luego ya hombres muy mayores, o gente que de verdad, si no pagase, no podría tener sexo, porque son muy gordos o cosas así. En ocasiones había ejecutivos, gente que está de viaje, y en contadas ocasiones gente joven y guapa con la que incluso lo pasabas bien. Puedes encontrar gente de todas las edades, desde los que rondan los treinta hasta los de cien años.
Recuerdo un piso en Barcelona donde se vendía mucha droga y que la policía debía llevar mucho tiempo vigilando. Al final, un día entraron y se llevaron a todo el mundo, por suerte en aquel momento yo no estaba allí. Es lo más cerca que he estado de tener problemas con la policía, pero me salvé. Pero miedo siempre he tenido, por ejemplo, de ir a casa de los clientes. Aquí en Madrid, cuando me enviaban en plena noche a las afueras de la ciudad a visitar a un cliente, me asustaba. Nunca sabes lo que te vas a encontrar allí. Sabes que el gerente del piso tiene los datos del cliente y la dirección en caso de que algo pase, pero eso no me quitaba el miedo. Cuando iba por mi cuenta, siempre dejaba en mi piso la dirección y el número de teléfono del contacto, todo bien escrito en mi habitación por si acaso. Esas salidas siempre me han causado pánico, pero gracias a dios nunca me ha pasado nada, pero sé que a veces sí pasan cosas.
He oído casos de chicos que se prostituyen para pagar la deuda del viaje a España. Son los «cafetones», he conocido a muchos brasileños que han venido así. Muchos «cafetones» han sido chaperos antes y se aprovechan de los chicos nuevos cobrándoles el precio del billete con intereses, ganando con ello miles de euros.
Ahora ya no escucho este tipo de historias, ya paso de ir a pisos, la última vez fue hace tres o cuatro años. Desde entonces trabajo por libre en París. Antes de la crisis, en Madrid se estaba muy bien, ganaba mucho dinero, pero ahora la gente ya no tiene tanto para gastar y se nota, pero el trabajo en Madrid o París es el mismo, los clientes son iguales en todas partes, si te pueden pagar menos, lo hacen, y si pueden aprovecharse de ti, también. Son iguales en todas partes.
La prostitución me ha permitido ser independiente económicamente y sobre todo ayudar a mi familia. Desde que vine a España, e incluso ya antes en Gambia, he ayudado a mi familia. Aquí, gracias a la prostitución he podido ayudarlos mejor. He conseguido alquilar una casa muy buena para mi madre y mis ocho hermanos, pagando su alquiler cada mes durante los últimos ocho años. También les mando dinero para la comida, así como para sus gastos de salud. Mi madre tiene una salud frágil y allí hay que pagar para todo. Cuando pienso en todo lo que he conseguido arreglar para ella, me siento mejor, creo que de otra manera no hubiese sido posible. Estuve mucho tiempo sin papeles, sin derecho a trabajar, porque yo siempre he querido salir de esto, buscar trabajo, pero sin papeles no podía hacerlo. Porque la prostitución te degrada mucho, mata la autoestima. Y no sólo eso, sino que además tienes que enfrentarte con los prejuicios de la gente. Afecta a la hora de querer establecer alguna relación. Cuando conoces a alguien con quien te sientes bien y se lo dices, ves que esto se convierte en un inconveniente. No funciona, aunque la otra persona te diga que no importa, sí, sí importa, y poco después salen los problemas. No todo el mundo lo puede aceptar, aunque al principio te digan que sí, luego al final siempre es que no, que no lo aguantan, por eso prefiero mantenerme soltero, porque no funciona. No con este trabajo. Pero los prejuicios no sólo son de los otros, enfrentarse a los propios es casi peor. No sé, nunca he podido hacer los trabajos que yo he querido hacer, así que pienso que estos años que he pasado aquí son como años no utilizados. Años inútiles en los que no he podido hacer lo que me hubiese gustado, y eso sí que duele. Machaca mucho pensar en ello, pero bueno, es la vida.
Quizá, de regularse la prostitución, sería diferente, pues en esto hay gente metida porque no encuentra otra salida, o bien que lo hace porque lo quiere hacer. Su regularización ayudaría. Yo, por ejemplo, he trabajado todos estos años y no he cotizado nunca por ello, de ser legal ya tendría diez años cotizados. Pero no es así, y eso es una putada. Si fuese legal, la gente que se dedica al trabajo sexual podría ahorrar pensando en el futuro. Esa es una de las razones por las que a corto plazo quiero encontrar un trabajo y dejar esto. Ya estoy cansado, no es estable y no es algo que me hubiese planteado. Llevo haciéndolo tantos años que ya estoy cansado. Sólo espero que la gente no me juzgue, que no juzgue a nadie. Cada uno tiene sus circunstancias.
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