Alberto Espejel Espinoza

Tendencias organizacionales y democracia interna en los partidos políticos en México


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a la democracia interna como el predominio de la militancia sobre los dirigentes. Por ello, un partido democrático convoca y capacita a sus militantes para participar en la selección de candidatos, dirigentes y políticas del partido (voluntad del partido) (participación), y somete a los órganos directivos al control de los militantes que cuentan con poder de revocación (control político).

      Por otro lado, Navarro (1999) plantea que el uso de la democracia interna es ambiguo. No obstante, sostiene que lo pertinente es entenderla como una forma de gobierno, contrapuesta a la autocracia, oligarquía o aristocracia. Lo importante, en ese sentido, es quién ejerce el poder, cómo se accede y el ejercicio del mismo. No obstante, considera que esto es limitado, pues remiten a un conjunto limitado de reglas del juego (dimensión procedimental), por lo cual debe apelarse a dotar de alguna sustancia a la definición. Por tanto, señala que la democracia interna implica “el respeto de una serie de derechos fundamentales de los sujetos sometidos al poder, así como al establecimiento de mecanismos eficaces de garantía de los mismos frente a vulneraciones” (1990: 43). Su definición incluye una parte procedimental y otra sustancial. De ahí que la democracia interna es una forma de gobierno extendida a todos los niveles de la organización. En la parte procedimental coloca la participación de los militantes en las decisiones y en el control político sobre el gobernante, mientras la parte sustancial se compone del respeto de los derechos fundamentales de los militantes. En ambos casos subyacen las dimensiones de participación, competitividad y control político.

      En el plano de definiciones robustas sobre democracia interna se encuentra Reveles, quien la define como “una forma de dominación política donde existen quienes dominan y quienes son dominados” (2008: 7). Además agrega que no se trata solo de quién y cómo se gobierna (procedimental), sino a quiénes beneficia el ejercicio de poder (sustancial). Los aspectos procedimentales apuntan a que el gobierno tome en consideración las preferencias de la mayoría. Para ello, un partido debe contar con aspectos como el respeto a las minorías, la libertad de expresión y asociación, el carácter colegiado de los niveles de dirección, la transparencia en el ejercicio del poder, los mecanismos de rendición de cuentas y sanciones orientadas a la fiscalización de la dirigencia, la rotación de cargos (control político), el voto directo, el referéndum y el plebiscito (participación). Un aspecto crucial que distingue a las dos últimas definiciones, de las dos primeras, es el amplio número de indicadores sobre democracia interna, más allá de los estatutos.5

      En el siguiente apartado se expone detalladamente la definición de democracia interna que adopta la presente investigación, la cual recoge dimensiones relevantes de los diversos autores (participación, competencia y control político).

      Resalta Tilly (2010: 37-42) que cuando se discute el tema de la democracia es común utilizar cuatro tipos de definiciones: la constitucional, la procedimental, la sustancial6 y la procesal.7 Remito al texto del citado autor para un esclarecimiento de cada una. Ahora bien, extrapolando esta tipología al tema de la democracia interna, el primer tipo de definición se concentraría solo en las leyes que aprueba el partido referidas a la organización interna (por ejemplo, si existe carácter colegiado de los órganos en los estatutos); sin embargo, esta definición tiene como inconveniente el no ir más allá de las reglas. La segunda identificaría una serie de prácticas para determinar si un partido es o no democrático (elecciones para seleccionar dirigente o candidatos, por ejemplo); no obstante, su error es centrarse solo en lo electoral, olvidando que la democracia es algo más, como se muestra en los estudios sobre el deber ser. Por otro lado, la tercera definición pondría el acento en una serie de condiciones que promueve el partido independientemente de sus reglas (¿promueve la participación, pluralismo, igualdad?, por ejemplo); empero, el problema está en la prioridad entre principios, y en la determinación de cuál de ellos es más importante. La cuarta definición se enfocaría en una serie mínima de procesos “que deben estar continuamente en marcha para que una situación pueda ser calificada como democrática” (Tilly, 2010: 39).

      La presente investigación optará por una definición de corte procesal, pues esto permitirá describir cómo opera el partido en torno al poder intrapartidario, y no solamente qué técnicas adopta para realizar sus metas. Como resaltan Stammer (1989), Navarro (1999) y Reveles (2008) la democracia interna es una forma de organización diferente de otras por la distribución del poder, es decir, por la capacidad de que la mayoría tome decisiones y controle a sus dirigentes, entre otras cosas. Esa capacidad alude a la distribución de poder intrapartidario. Este mismo razonamiento subyace en Scarrow (2005), así como Chambers y Croissant (2008).

      Por consiguiente, al igual que Scarrow (2005), se afirma que la democracia interna es la distribución de poder intrapartidario, la cual se expresa en la presencia de los criterios de participación, competencia y control político. No obstante, habrá diversos grados de democracia interna; esto es, partidos más democráticos que otros, en virtud de la presencia o ausencia de los criterios mencionados. La democracia interna, para Scarrow, denota un rango de posibilidades según los cuales el poder estará más o menos distribuido.

      Por lo cual una primera aproximación a la definición de democracia interna es la siguiente: habrá democracia interna cuando el partido adopte los criterios de participación, competencia y control político. Por tanto, la democracia interna indica que las relaciones entre dirigentes y dirigidos se materializarán en la toma de decisiones inclusivas y competitivas, en la existencia de control político del militante hacia el dirigente. Todo lo anterior contribuye a observar la distribución del poder intrapartidario.

      Como se expresó previamente, habrá partidos más democráticos que otros en función de la presencia o ausencia de las dimensiones de participación, competencia y control político. La participación, la competitividad y el control político son dimensiones incluidas en las definiciones discutidas anteriormente, en otras palabras, son los criterios fundamentales de la democracia interna. Por ello, a continuación, se explica cada una de ellas, así como los indicadores que permiten identificar su presencia o ausencia.

      1. Participación: alude a la inclusión de la base en las principales decisiones del partido. Por tanto, en un continuo, puede ir desde un individuo que toma las principales decisiones, hasta un extremo donde la militancia, en su conjunto, decide. Bajo esta dimensión, un partido será más democrático en la medida en que en sus decisiones participe un mayor número de militantes. La pregunta que encierra esta dimensión es: ¿quién o quiénes deciden? Indicador: al menos existen dos indicadores pertinentes: la selección de dirigentes nacionales8 y candidatos presidenciales.9 Se trata de los procesos más importantes dentro de los partidos políticos y, generalmente, también son los más abordados en el tema de la democracia interna.

      2. Competitividad: se relaciona con la existencia o no de varios contendientes, y con la incertidumbre al tomar una decisión. Por ende, al igual que en la dimensión anterior, puede ir, en un continuo, desde la presencia de un solo contendiente, hasta el caso extremo donde existe un alto grado de incertidumbre, dada la posibilidad de que dos o más contendientes triunfen. Así, un partido será más democrático en la medida que sus procesos electorales cuenten con cierto grado de competitividad. La pregunta que encierra esta dimensión es: ¿todos los contendientes poseen opciones reales de triunfo? Indicador: la selección de candidato presidencial y dirigente nacional son momentos donde podemos observar la competitividad. Aquí cabe decir que las elecciones con participación, pero sin competencia, pueden ser más bien aclamaciones o aprobaciones de designación previa, por lo cual es importante la competitividad.10

      3. Control político: se relaciona con la rendición de cuentas de los dirigentes hacia la militancia. En un continuo, puede ir desde una nula rendición de cuentas a la militancia por parte de algún líder u órgano interno, hasta una situación donde exista control político