como jamás habÃa corrido en su vida.
TenÃa que conseguirle la daga. Su pelo salió volando detrás de ella y ella supo que él vendrÃa detrás de ella. El cabello de la nuca se puso de pie como si ya la hubiese pillado. Cinco pies más... justo allÃ. Un desenfoque se movió frente a ella, entre ella y lo que estaba tratando de alcanzar tan desesperadamente.
No. Ella no huÃa de él. Ella era suya. Se detuvo frente a ella para detener su vuelo, y ella chocó contra él con un grito asustado. En contacto, él podÃa sentir su sangre calmante y él soltó un gruñido más suave para dejarle saber a permanecer en el tiempo. Cuando ella todavÃa intentaba moverse más allá de él, la aplastó contra él, deseando que esta mujer sintiera que él destruirÃa cualquier cosa que se acercara a ella.
Miró hacia abajo en los grandes ojos esmeralda que lo miraban fijamente. Toya podÃa sentirla tratando de bajarse para deslizarse de sus brazos. No, él nunca la dejarÃa ir... la sangre de demonio dentro de él ya la habÃa reclamado. Ãl vio como una lágrima se deslizó de sus pestañas para aterrizar en su mejilla cremosa. Se inclinó hacia adelante y lamió la lágrima con la punta de su lengua, atrayendo a un asustado jadeo de la chica.
Ella reanudó su lucha, moviéndose fuera de su alcance y se deslizó al suelo, arrojándose más allá de él y agarrando algo que yacÃa allÃ. Ãl gruñó ante su desafÃo mientras se volvÃa y caÃa sobre ella, sujetándola al suelo. Le clavó la muñeca por encima de su cabeza y el peso de su cuerpo mantuvo el resto de ella inmóvil. Trató de echarlo de encima, pero él querÃa que supiera a quién pertenecÃa.
Bajando su boca a la suya, gruñó en su pecho. La muchacha se calmó mientras sus labios cruzaban los suyos con un beso posesivo. Ãl forzó sus labios separados con la presión y profundizó la posesión. Ãl la querÃa y ella serÃa suya. Sus manos se deslizaron de su muñeca para tomar sus dedos en los suyos cuando sintió que su mano entraba en contacto con la cosa que habÃa agarrado del suelo.
Ãl lamió el interior de su boca deseando probar todo lo que ella era. PodÃa sentir sus pensamientos lentamente volviendo a él, cosas que no debÃa olvidar. Se calmó, pero el beso no lo hizo. Su mente parpadeó. PodÃa sentir el calor en sus regiones más bajas y le golpeaba las caderas con hambre. Entonces algo se encendió dentro de él y la neblina roja en su mente desapareció.
Toya se dio cuenta de todo, el suave cuerpo debajo de él, el sabor de la miel y la cegadora necesidad que recorrÃa sus venas. Por mucho que no quisiera, soltó sus labios de los suyos y se levantó sobre ella una fracción para mirar hacia abajo en los ojos de Kyoko. Ãl acababa de besarla y realmente querÃa continuar.
Kyoko no pudo evitarlo cuando un rayo de fuego disparó a través de su cuerpo. Dejó de luchar mientras profundizaba el beso. La sensación de sus labios dominando la suya con tanta pasión era una sensación embriagadora. Entonces sintió la evidencia de su excitación presionando fuerte contra su muslo y que disparó otra ronda de calor a través de ella.
Ella lo sintió lentamente cambiarse y levantarse por encima de ella mientras terminaba el beso. Lo que vio casi le detuvo el corazón. Sus ojos eran dorados, todos los rastros de la sangre demonÃaca habÃan desaparecido. Miró hacia la daga que aún sostenÃa en su mano y notó que él la estaba tocando. Suspiró aliviada al darse cuenta de que Toya estaba de vuelta.
Toya miró a Kyoko mientras miraba hacia la hoja y su mirada seguÃa la suya. Asà que eso es lo que pasó. HabÃa cambiado, y luego habÃa intentado... SabÃa que estarÃa enojada con lo que casi habÃa hecho. Incluso su lado fuera de control la habÃa elegido como su compañera de vida.
Se sentó, tratando de no mirarla mientras rodaba de su cuerpo. Sólo después de que él estaba completamente fuera de ella se confió en sà mismo para mirarla. Lo primero que llamó su atención fue sus labios hinchados por el beso. Sintió que un rubor ardÃa en sus mejillas mientras recordaba el beso y la sensación de sus labios contra los suyos.
-Asà que eso es lo que es el cielo -musitó en silencio y se frotó los ojos con una mano, sin otra razón que para esconder su reacción de ella.
Kyoko apartó la cara de él mientras se levantaba lentamente. Ella sabÃa que él no habÃa querido besarla y probablemente ahora lo lamentaba. Localizó la otra hoja y le devolvió las dagas.
Toya también se puso de pie, sin decir una palabra. El silencio a su alrededor era ensordecedor.
CapÃtulo 2 "Llama de Celos"
Kyoko apretó los dientes, la tensión entre ellos era casi tangible y estaba comenzando a enojarla. Toya se sentó en una rama del árbol cerca del fuego y Kyoko se sentó en el fuego por sà misma. TodavÃa no se habÃan dicho una sola palabra y ahora ni siquiera la miraba.
Ella frunció el ceño sintiéndose ligeramente insultada. ¿Besarla fue realmente tan malo?
Toya se sentó en el árbol, enfurruñado. La habÃa visto fruncir el ceño. ¿La habÃa besado tan mal? No le habÃa dicho una palabra de lo que habÃa hecho. PreferÃa que le gritaran o algo asÃ, pero no sabÃa qué pensar de ella sin decir nada. ¿Estaba tan enojada con él? ¿DeberÃa disculparse?
Sus labios se diluyeron en negación. No se disculparÃa por algo que no habÃa pensado hacer. ¿DeberÃa simplemente ignorarlo y actuar como si no hubiera ocurrido? En este punto, sólo deseaba que todo volviera a ser como era, aunque él mismo no olvidarÃa el beso. Toya miró hacia atrás y se preguntó qué estaba pensando.
Kyoko observó el cielo cuando empezó a oscurecer. Deseaba que Kamui estuviera aquÃ, pero sabÃa que no volverÃa hasta la mañana. La compañÃa habrÃa sido bienvenida. En este momento, incluso se conformarÃa con que Shinbe y Suki comenzaran una pelea entre ellos. Ella sonrió... ahora eso siempre fue divertido.
Jugaba con la idea de volver a casa, pero ya era tarde y tardarÃan horas en volver al Corazón del Tiempo, a menos que Toya la llevara. Recordar la forma en que actuaba cada vez que querÃa ir a casa le impedÃa pedirle que la llevara. ParecÃa pensar que era un pecado dejar este mundo, incluso por un dÃa. Lo último que querÃa era empezar una pelea con él ahora mismo.
Ella metió la mano en su bolsa de lona y sacó su delgada cubierta, sin saber qué más hacer. Tal vez si se apresuraba y se fuera a dormir, cuando despertara, alguien estarÃa allÃ... alguien más que él. Actuó como si ya se hubiera olvidado de besarla y eso la molestaba. No dijo que le gustara. Y no dijo que lo lamentara. Ãl simplemente no dijo nada, como que nunca sucedió.
Kyoko tiró la manta y se estiró sobre ella, decidiendo mirar las estrellas que poco a poco comenzaban a aparecer. Ella no podÃa evitarlo, pero la habÃan besado dos veces en las últimas veinticuatro horas, y después de no haber sido besada antes, eso era todo lo que podÃa pensar. Comenzó a comparar los dos besos.
El beso de Kyou era poderoso y excitante, aunque algo la asustaba por quien era. Sin embargo, tenÃa los labios calientes, pensaba que eran frÃos. Sus manos sobre su cuerpo eran calientes, en lugar del toque escalofriante que habÃa supuesto que tendrÃa. Ella gimió cuando el recuerdo envió una ola de calor a través de su cuerpo.
Toya se estremeció al oÃr un leve gemido de Kyoko. Mirándola, notó que parecÃa perdida en sus pensamientos. Sus ojos se oscurecieron a un oro fundido. Su olor estaba cambiando y lo atraÃa hacia ella. Inhaló el dulce olor. ¿Estaba pensando en él?
Sus pensamientos volvieron a su mente cuando recuperó los sentidos, después