de mil millas cuadradas”, dijo Flores. “Pero eso no es tan malo como parece. Estamos hablando de zonas rurales sobre todo con unos pequeños pueblos. En el norte tienes algunas fincas grandes como la del Senador. Mucho campo abierto”.
Riley vio una mirada de satisfacción profesional en la cara de Flores. Obviamente le encantaba su trabajo.
“Lo que voy a hacer es sacar todos los delincuentes sexuales registrados que viven en esta área”, dijo Flores. Tipió un comando, y el triángulo fue punteado con cerca de una docena de pequeñas etiquetas rojas.
“Ahora vamos a eliminar a los pederastas”, dijo. “Podemos estar seguros de que nuestro asesino no es uno de ellos”.
Flores tipió otro comando, y aproximadamente la mitad de los puntos desaparecieron.
“Ahora delimitemos solo los casos duros, chicos que han estado en prisión por violación, asesinato o ambos”.
“No”, dijo Riley abruptamente. “Eso no está bien”.
Los tres hombres la miraron con sorpresa.
“No estamos buscamos un criminal violento”, dijo.
Flores gruñó.
“¡Pues claro que sí!” protestó.
Cayó un silencio. Riley sentía un conocimiento formándose, pero que no había tomado forma en su mente todavía. Miró la muñeca, que todavía estaba sentada grotescamente sobre la mesa, viéndose tan fuera de lugar como siempre.
Si sólo pudieras hablar, pensó.
Entonces comenzó lentamente a exponer sus pensamientos.
“Quiero decir, no obviamente violento. Margaret Geraty no fue violada. Ya sabemos que Rogers y Frye tampoco lo fueron”.
“Fueron torturadas y asesinadas”, dijo Flores.
Una tensión llenó la habitación; Brent Meredith se veía preocupado, mientras que Bill estaba mirando fijamente a uno de los monitores.
Riley señaló a las imágenes del cadáver horriblemente mutilado de Margaret Geraty.
“Su primer asesinato fue el más violento”, dijo. “Estas heridas son profundas y feas, peores incluso que las de sus otras dos víctimas. Puedo apostar a que tus técnicos ya han determinado que les causó estas heridas rápidamente, una tras otra”.
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