tal vez esté en lo cierto”, pensó Riley.
“Lamentamos mucho que esto haya sucedido”, le dijo Riley.
Luego ella y Jenn se dirigieron de nuevo hacia el lugar excavado.
El equipo de Teague ahora tenía el cuerpo cubierto sobre una camilla. Estaban moviéndolo torpemente por la tierra labrada hacia el vehículo del médico forense.
Teague se acercó a Riley y Jenn. Habló en su voz monótona.
“En respuesta a tu pregunta de cómo murió... Le eché un mejor vistazo y fue aporreada, golpeada más de una vez. Eso es todo”.
Sin decir más, se volvió y se alejó para unirse a su equipo.
Jenn soltó un resoplido de fastidio.
“Bueno, me parece que cree haber terminado su examinación”, dijo. “Ese tipo es un pendejo”.
Riley negó con la cabeza. Estaba de acuerdo con Jenn.
Luego se dirigió hacia el jefe Sinard y le preguntó: “¿Encontraron otra cosa con el cuerpo? ¿Una cartera? ¿Un teléfono celular?”.
“No”, dijo Sinard. “El que hizo esto debió haberse quedado con sus pertenencias”.
“La agente Roston y yo tenemos que reunirnos con la familia de la chica tan pronto como sea posible”.
El jefe Sinard frunció el ceño.
“Eso va a ser muy difícil”, dijo. “Su padre, Drew, estuvo aquí hace poco para identificar el cuerpo. Está muy mal”.
“Entiendo”, dijo Riley. “Pero es necesario”.
El jefe Sinard asintió, sacó una llave de su bolsillo y señaló un auto cercano.
“Supongo que ustedes dos van a necesitar su propio medio de transporte”, dijo. “Pueden usar mi auto todo el tiempo que estén aquí. Yo me iré en un vehículo de la policía y les mostraré donde viven los Philbin”.
Riley dejó a Jenn tomar las llaves y conducir. Ahora estaban siguiendo a la patrulla de Sinard al pueblo de Angier.
Riley le preguntó a su nueva compañera: “¿Qué piensas de todo esto?”.
Jenn condujo en silencio por un momento mientras reflexionaba.
Luego dijo: “Sabemos que la víctima tenía diecisiete años, dentro del rango de edad de aproximadamente la mitad de las víctimas de este tipo de delito. Pero sigue siendo un caso inusual. La mayoría de las víctimas de depredadores sexuales en serie son prostitutas. Esta víctima quizás figure entre el diez por ciento que son víctimas de algún conocido”.
Jenn se detuvo de nuevo.
Luego agregó: “Más de la mitad de este tipo de homicidios son por estrangulamiento. Pero un fuerte traumatismo es la segunda causa de muerte más frecuente. Así que, en ese sentido, este asesinato quizás no sea atípico. Aun así, nos falta mucho por aprender. La pregunta más importante es si estamos lidiando con un asesino en serie o no”.
Riley asintió con la cabeza. Jenn no estaba diciendo nada que ya no supiera pero, aunque sentía dudas respecto a su nueva compañera, al menos ella estaba bien informada. Y ambas enfrentaban la posibilidad de una terrible respuesta a esta última pregunta, ambas albergaban la esperanza de que la respuesta fuera “no”.
En cuestión de minutos estaban siguiendo a Sinard por la calle principal de Angier. Era muy parecida al resto de las calles principales que había visto en el Medio Oeste, filas de tiendas sosas y sin carácter, algunas de ellas viejas y algunas de ellas nuevas. No detectó nada de encanto o singularidad. Riley sentía la misma sensación que había tenido durante el viaje a través de las praderas, una sensación de algo oscuro acechando detrás de la fachada de la integridad del Medio Oeste.
Estuvo a punto de expresar sus pensamientos. Pero se recordó a sí misma con rapidez que Bill no era el que estaba a su lado, sino una mujer joven que apenas conocía. Tampoco sabía si podía confiar en ella o no.
¿Jenn Roston compartía las sensaciones de Riley o siquiera querría oírlas?
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