a reproducir el video, esta vez prestando atención a los momentos en el que el celular había sido zarandeado. Por aproximadamente un cuarto de segundo, vio la figura de una persona en el pasillo entrando a la sala de estar. Fue breve, pero igual se vio. Y como el celular era un modelo bastante nuevo, la imagen era bastante clara. Chloe no pudo distinguir una cara con su ojo no entrenado, pero sabía que el FBI no tendría ningún problema para hacer un análisis minucioso de las secuencias de video.
—Esta es la pista definitiva —dijo Rhodes—. ¿Dónde encontraste el teléfono?
—Debajo del escritorio empujado contra la pared en la sala de estar.
Chloe sabía que Rhodes estaba emocionada por el hallazgo, pero no quería darle demasiado crédito. En cambio, asintió y volvió a su trabajo, tratando de levantar huellas debajo de la ventana.
Ambas sabían que, gracias al video de Snapchat, su trabajo casi estaba hecho. Tenían la prueba perfecta y ahora lo único que les faltaba era terminar todo el proceso.
Chloe supuso que debía seguir la corriente y no provocar más tensiones entre ellas. Se llevó el celular consigo a la sala de estar. Ella cruzó la cocina y se puso a excavar las balas de la pared. Pero sabía que la clave del caso era el teléfono celular y que ayudaría a enjuiciar al asesino de esta familia. En su subconsciente, no pudo evitar pensar que esto era demasiado fácil.
CAPÍTULO CUATRO
Volvieron a la sede del FBI dos horas después con lo que Chloe sintió eran más que suficientes pruebas para tener a un sospechoso en custodia antes de que finalizara el día. El video de Snapchat era la mejor prueba que habían encontrado, pero también habían logrado encontrar dos huellas dactilares sólidas, la pisada en la alfombra de la habitación y dos pelos en la parte inferior de la ventana de la habitación.
Le presentaron sus hallazgos al subdirector García en una mesa pequeña de una sala de conferencias en el fondo de su oficina. Cuando Chloe le mostró lo que había encontrado en el teléfono celular, lo vio tratando de contener una sonrisa de satisfacción. También parecía contento por lo bien que Rhodes había embolsado y catalogado todas las pruebas que habían encontrado.
«Tal vez deberían cambiarla al Equipo de Evidencias si creen que es tan buena», pensó Chloe de forma venenosa.
—Muy buen trabajo —dijo García, levantándose de la mesa y mirándolas con orgullo—. Trabajaron rápido y de forma exhaustiva. Estoy seguro de que lograremos arrestar al culpable con todas estas pruebas.
Las dos agentes le dieron las gracias. Chloe se sintió un poco mejor al ver que a Rhodes también le incomodaba recibir cumplidos.
—Agente Fine, recibí una llamada del director Johnson justo antes de que entraran. Quiere reunirse contigo dentro de quince minutos. Agente Rhodes, dirígete al laboratorio para que puedas ser testigo de lo que pasa con las pruebas cuando son traídas.
Rhodes asintió con la cabeza, aun haciendo el papel de buena estudiante. Chloe se sentía asustada. Cuando se reunió con Johnson ayer, la sorprendió mucho con su decisión. ¿Qué tenía planeado ahora?
Se guardó sus preguntas mientras caminó por el pasillo hacia su oficina. Cuando llegó a la pequeña recepción, vio que la puerta estaba cerrada. Su secretaria le hizo un gesto a una de las sillas a lo largo de la pared mientras hablaba con alguien por teléfono. Chloe se sentó y finalmente se tomó un momento para reflexionar sobre lo que este día había significado para ella y su carrera.
Por un lado, había descubierto una prueba importante que probablemente conllevaría a la detención de un pandillero que había matado a una familia entera. Pero también había cometido un error de novata dado que casi había arruinado una pisada decente. Supuso que no importaría mucho gracias al video de Snapchat. Aun así, estaba muy avergonzada por la forma en que Rhodes le había gritado por eso. Supuso que debía esperar que la gran prueba que había encontrado compensara su error.
Cuando se abrió la puerta de la oficina de Johnson, sus pensamientos se desvanecieron. Miró hacia la puerta y vio a Johnson asomar la cabeza. La vio y ni siquiera dijo nada. Solo le hizo señas para que entrara en la oficina. Era imposible saber si estaba molesto o simplemente apurado.
Entró en su oficina y cuando Johnson cerró la puerta detrás de ella, le hizo un gesto hacia la silla en el otro lado de la mesa, un lugar que se estaba volviendo más y más familiar para Chloe. Cuando se sentó detrás de su escritorio, Chloe finalmente pudo leer su expresión. Estaba bastante segura de que estaba irritado por algo.
—Debes saber —dijo el director Johnson— que acabo de hablar por teléfono con la agente Rhodes. Me contó que básicamente pisoteaste una pisada en la escena del crimen.
—Eso es cierto.
Él asintió con la cabeza, decepcionado, y dijo: —Estoy indeciso, porque, por un lado, ella es igual de novata que tú. Y el hecho de que me haya llamado para acusarte me molesta. Pero, al mismo tiempo, me alegra que lo haya hecho. Supongo que tienes claro que yo no llamo a cada agente que comete un error a mi oficina para preguntarle qué pasó. Pero pensé que debería consultar contigo dado que te cambié de departamento a último minuto. ¿Sientes que te desconcentré?
—No. Simplemente pasé la pisada por alto. Estaba tan concentrada en la ventana que ni siquiera la vi.
—Eso es comprensible, pero un poco torpe. El subdirector García me dice que encontraste una prueba que debería conducir directamente a un arresto, un teléfono móvil con una ventana abierta de Snapchat. ¿Eso es correcto?
—Sí, señor. Y por razones que no entendía, tenía ganas de añadir: —Pero cualquiera podría haberlo encontrado. Fue pura suerte.
—Me considero un hombre bastante indulgente —dijo Johnson—. Pero tienes que saber que errores como el de la pisada podrían tener graves consecuencias. Por ahora, sin embargo, quiero que trabajes con Rhodes en otro caso. ¿Te molesta seguir trabajando con ella?
Tenía la palabra «sí» en la punta de la lengua, pero no quería parecer mezquina. —No, creo que puedo lidiarla.
—Miré los expedientes de Rhodes. Sus instructores dijeron que es increíblemente astuta, pero que tiene una tendencia a tratar de hacer las cosas por su cuenta. Así que mi consejo sería no dejar que tome todo el control de un caso.
«Sí, lo vi con mis propios ojos», pensó Chloe.
—Y, para ser justo, le dije que no debería hacer eso —continuó—. También le dije que no aprecio cuando los nuevos agentes trataban de lanzar a otros a los leones. Así que espero que se comporte en el próximo caso. El subdirector García y yo estaremos supervisando todo de aquí en adelante, solo para asegurarnos de que todo se haga a rajatabla.
—Está bien. Aprecio eso.
—Aunque casi arruinaste una pisada, creo que hiciste un buen trabajo hoy. Quiero que pases el resto del día escribiendo un informe sobre la escena del crimen y tus interacciones con la agente Rhodes.
—Sí, señor. ¿Algo más?
—Eso es todo por ahora. Solo… como te dije… si comienzas a sentir que mi cambio de última hora está afectando su trabajo, házmelo saber.
Ella asintió mientras se levantaba. A lo que salió de la oficina, se sintió como si acabara de esquivar una bala, como una niña que había sido llamada a la oficina del director pero que no se había metido en problemas. No obstante, el hecho de que Johnson la había felicitado por lo que había hecho la reconfortaba.
Regresó a su pequeño espacio de trabajo, un cubículo sencillo, su cabeza dando vueltas. Se preguntó si era la primera vez que una nueva agente era llamada a la oficina del director dos veces en menos de cuarenta y ocho horas. La hacía sentirse eufórica y de alguna forma minuciosamente escrudiñada.
Mientras esperaba el ascensor, vio a otro agente girar en la esquina. Chloe reconoció el rostro del pequeño grupo de