de las raíces del mal y la posibilidad de hacer el bien.
[1] R. Suchsland, «I’m a Damned Confused Person», Artechock Film Magazine (febrero de 2000).
[2] P. T. Anderson, «Introduction», Magnolia: the Shooting Script, Nueva York, Newmarket Press, 2000.
[3] J. Hartl, «A 27-year-old director tackles ‘70s sensibilities», Seattle Times (octubre de 1997).
[4] P. T. Anderson, «Introduction», Magnolia: the Shooting Script, cit.
[5] D. Konow, «PTA Meeting», Creative Screenwriting 7, 1.
[6] Anónimo, Akron Balice Publication (enero de 2000).
[7] D. Konow, «PTA Meeting», cit.
[8] G. Susman, «Sizing Up», Village Voice (14 de octubre de 1997).
[9] R. Turigliato (comp.), Nouvelle Vague, Turín, Festival Internacional Cinema Giovane, 1985, p. 3 (citado por J. E. Monterde en el prólogo –«La Nouvelle Vague: a modo de balance»– de VV.AA., La Nouvelle Vague, Paidós, Barcelona, 2004, p, 18).
[10] M. Chion, Cómo se escribe un guión, Madrid, Cátedra, 82000, p, 119
[11] Declaraciones de Paul Thomas Anderson a J. Yarmolinski (8 de marzo de 2004).
[12] D. Konow, «PTA Meeting», cit.
[13] J.-F. Allaire, «15 Questions for Paul Thomas Anderson», Corona: Coming Attractions (19 de enero de 2000).
[14] R. W. Butler, «Characters Make it Hard to Keep Simple», Kansas City Star (6 de enero de 2000).
[15] D. Konow, «PTA Meeting», cit.
[16] J. Patterson, «Magnolia Nights», The Age (12 de marzo de 2000).
[17] R. Suschsland, «I’m a Damned Confused Person», cit.
[18] Durante muchos años sólo ha existido una traducción al castellano, que data nada menos que de 1929 –y que es la consultada en este libro–: ¡Petróleo…!, Barcelona, Ed. Bartolomé Bauzá. Coincidiendo con la aparición de la película, se ha editado una nueva traducción con el título de Petróleo (Barcelona, Edhasa, 2008).
[19] D. Konow, «PTA Meeting», cit.
[20] M. Mardore, «Clefs pour Claude Chabrol», Cinema 62 64 (marzo de 1962); citado en A. Viganò, Claude Chabrol, Madrid, Cátedra, 1999, p. 33.
[21] P. T. Anderson, «Introduction», Boogie Nights: the Shooting Script, Londres, Faber and Faber, 2000.
[22] K. McKenna, «An Interview with: Paul Thomas Anderson», Creative Screenwriting V, 1.
[23] E. Guthmann, «The Actor’s Director», San Francisco Chronicle (2 de enero de 2000).
[24] Otra influencia de esta película de Spielberg en la obra de Anderson se encuentra en la extraordinaria banda sonora de Jon Brion en Embriagado de amor, deudora de la de John Williams, lo que redunda en la idea de que en esta última película se nos relata la historia de un extraterrestre necesitado imperiosamente, como ocurre con los del filme de Spielberg, de establecer comunicación con la Tierra, lo que consigue precisamente a través de la música, como veremos. En cualquier caso, estos paralelismos no dejan de hablarnos de la subterránea vena fantástica que recorre toda la película.
[25] S. Shepard, «From Here To Houdini’s House», Sundance Online.
[26] Projections 10 (febrero de 2000).
[27] Curiosamente, en la muy mediocre Huida a medianoche (Midnight Run, 1988), dirigida por Martin Brest, Philip Baker Hall interpreta a un mafioso llamado también Sydney, cuya labor es asesorar al capo interpretado por Dennis Farina –incluso una de las pocas escenas en que interviene Baker Hall transcurre en un casino–. Es poco probable que se trate de una casualidad y parece más bien una forma por parte del director de sugerir el pasado del personaje –sólo insinuado en el filme– intertextualmente, a través de la filmografía del intérprete de ambos papeles.
[28] El caso es que Anderson, no obstante, procuró evitar tales comparaciones: fue él quien realizó personalmente los trailers de la película, con la intención de que los espectadores no la identificaran con filmes como el de Robert Altman o, incluso, con Slacker (1991), de Richard Linklater, que retrata también un día en la vida de multitud de personajes, todos ellos habitantes de Austin, en Texas, pero con la que Magnolia tiene realmente muy poco que ver, tanto narrativa como estilísticamente.
[29] Aquí residiría otra diferencia entre Altman y Anderson, y éste, de hecho, ha dicho: “hacer películas cínicas es fácil, perezoso. Permite no ir hasta el fondo “ [S. BENEDETTI, Cinelive Magazine (marzo de 2000)]. Sin embargo, es el propio Anderson el que parece no compartir, en buena medida justificadamente, esta generalizada visión sobre la acidez que caracteriza el tratamiento de los personajes en las películas de Altman: en la introducción al libro de David Thompson sobre el cineasta de Kansas (D. THOMPSON, Altman on Altman, Londres, Faber and Faber, 2006), escrita por Anderson, éste afirma que “las películas de Bob me enseñaron que lo más importante –lo único importante en la pantalla– es la gente”.
[30] Ambos cineastas, por otro lado, recurren con frecuencia a personajes ingenuos –cuando no estúpidos, sin más– pero sobre ellos evitan ofrecer una mirada de superioridad o condenatoria.
[31] B. Tavernier y J.-P. Coursudon, 50 años de cine americano, Madrid, Akal, 2006, p. 954.