Rubén Darío

Prosa Dispersa


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       Rubén Darío

      Prosa Dispersa

      Publicado por Good Press, 2019

       [email protected]

      EAN 4057664113382

       EL SILLÓN DE LECONTE DE L'ISLE La Juventud y la Academia Lo que dijo Charles Morice Verlaine y Zola.

       EL PENSAMIENTO ITALIANO Teatro, poesía y novela La «enquête» de Hugo Ojetti La opinión de los «Chêrmaitre»

       GIOVANNI RUFFINI

       MARCO AURELIO SOTO El ex-Presidente de Honduras, muerto en la guerra de Cuba.

       NOTAS ESPAÑOLAS

       I

       II

       III

       IV

       V

       VI

       VII

       UNA CARTA DE RACHILDE

       NOCHES DEL VICTORIA Temporada Vitaliani «La Signora delle Camelie»

       I

       Temporada Vitaliani 1.-«Il viaggio dei Berluron» 2.-Reprise de «La Signora delle Camelie»

       II

       Temporada Vitaliani Estreno: «La figlia di Jefte», por Felice Cavalloti.—«Niobe», por los hermanos Henry y C. A. Paulton

       III

       ESAS REPÚBLICAS José María Mayorga Rivas. Una víctima de la guerra entre Nicaragua y Honduras

       CHARLES A. DANA

       RECUERDOS DE LA HABANA El general Lachambre

       LIBROS NUEVOS

       EL DIVORCIO DE JEANNETTE Affaire Daudet-Hugo

       A JOSÉ MIRÓ (JULIÁN MARTEL) El día de su muerte 10 de diciembre de 1896

       FIESTAS PRIMAVERALES Una dalia

       Fiestas primaverales Los poetas y las flores (CONTINUACIÓN)

       NANSEN

       LA FIESTA DE FRANCIA

       CARLOS EZETA EN MONTE-CARLO Epílogo de la «Historia Negra»

       HORACIANAS

       EL AMIGO AZAROFF

       ONOFROFFISMO La comedia psíquica

       JOSÉ ENRIQUE RODÓ

       La Juventud y la Academia

       Lo que dijo Charles Morice

       Verlaine y Zola.

       Índice

      Hace poco más de un año nos hallábamos en mi habitación, en un hotel de París, cerca de la Bolsa, el poeta Maurice Duplessis, porta-estandarte de la escuela romana; el simpático y sutil Kreutzberger, a la sazón crítico literario de La Cocarde, y Enrique Gómez Carrillo, cuyo nombre es bien conocido por los lectores de La Nación.

      Charlábamos amistosamente, fabricando cada cual su grog, cuando apareció en la puerta la cabeza moruna de Alejandro Sawa, el escritor español.

      Entró Sawa, seguido de un señor alto y flaco, medio clergyman y medio pianista, pálido, de larga cabellera obscura, que le caía sobre los hombros, con un aire de aparecido.

      —M. Charles Morice.

      Levantéme, y abriendo un libro que estaba sobre mi mesa, leí:

      Impérial, royal sacerdotal, comme une

      République Française en ce quatre-vingt-treize

      Brûlant empereurs, rois, prêtres dans la fournaise,

      Avec la danse autour de la grande commune.

      L'étudiant et sa guitare et sa fortune

      À travers les décors d'une Espagne mauvaise

      Mais blanche, de pieds nains et noire d'yeux de braise,

      Héroïque au soleil et folle sans la lune.

      Néoptolème, âme charmante et chaste tête,

      Dont je serais en même temps le Philoctète

      Au cœur ulcéré plus encore que la blessure,

      Et pour un conseil froid et bon parfois l'Ulysse:

      Artiste pur, poète où la gloire s'assure,

      Cher aux lettres, cher aux femmes, Charles