John C. Lennox

¿Ha enterrado la ciencia a Dios?


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sido consultado por Wilberforce), se opuso también a la teoría de Darwin, al igual que el eminente científico Lord Kelvin.

      Parece claro, por lo tanto, que ha debido de haber un juego de fuerzas poderosas que justifiquen tal arraigo del supuesto conflicto en la mente popular. Y de hecho así es. Al igual que con Galileo, lo que estaba en juego no era simplemente una cuestión sobre los méritos de una teoría científica determinada. De nuevo, el poder institucional tuvo un papel clave. Huxley participaba de una cruzada para asegurar la supremacía de la emergente y nueva clase profesional de científicos en contra de la posición privilegiada de los clérigos, por muy intelectualmente dotados que estuvieran. Quería asegurarse de que fueran los científicos quienes manejaran los mandos del poder. La leyenda de un obispo vencido por un científico profesional se ajustaba a esa cruzada, y fue explotada al máximo.

      EL AUTÉNTICO CONFLICTO: NATURALISMO CONTRA TEÍSMO

      Llegamos así a uno de los principales temas de este libro: el hecho de que realmente existe un conflicto. Pero no es en absoluto entre la ciencia y la religión. Si así fuera, una lógica elemental dictaría que los científicos serían todos ateos y únicamente los no científicos creerían en Dios, lo que, como se ha visto, simplemente no se da. Más bien, el conflicto real es entre dos cosmovisiones diametralmente opuestas: el naturalismo y el teísmo, que no pueden menos de colisionar.