de una posesión demoníaca. Practicaron el arte de la adivinación observando los neonatos. Si un bebé nacía con discapacidad evidente (aunque pequeña, como un dedo más en cada pie), era señal de que el mundo sufriría algún desastre. Entonces empezaron a relacionar la discapacidad con algún mal.
Los griegos rendían culto al cuerpo humano perfecto y, no obstante su fama de haber buscado una sociedad civilizada con derechos para sus miembros y dignidad para el individuo, practicaban el infanticidio sin ningún tipo de censura. Los derechos de su civilización eran limitados a los varones y la cultura de perfección física y mental no permitió la discapacidad. Los romanos adoptaron muchos aspectos de la cultura griega, incluso su actitud frente a la discapacidad y exhibían en sus espectáculos a las personas con discapacidad, poniéndolas como objeto de burla. Se dice que en Esparta, la ciudad griega, los bebés con discapacidad eran expuestos a la intemperie y, si lograban sobrevivir, eran aceptados. En la India también hubo prácticas semejantes, como la de arrojar al río a los bebés con defectos físicos.
Parece que algo similar sucedió en todas partes del mundo. Sin embargo, en este contexto sociohistórico de infanticidio, crueldad y discriminación, encontramos en la Biblia prácticas totalmente diferentes.
Es importante ver que en el Antiguo Testamento la persona con discapacidad formaba parte de la sociedad. Hubo ciertas prohibiciones contra malas prácticas hacia ellas y algunos ejemplos importantes de cómo Dios escogió una persona con discapacidad para hacer su voluntad. En el Nuevo Testamento se ve un cambio de paradigma, cuando Jesús empezó a romper barreras en la cultura judía y defendió a las personas extranjeras, las viudas, los niños y las niñas, y las personas pobres o con algún tipo de discapacidad. En los próximos capítulos, veremos mucho más de la óptica de Dios acerca de la persona con discapacidad.
Por otro lado, en contraste, existieron algunas culturas que vieron en la discapacidad algo místico o mágico. En ciertos lugares de África y México, por ejemplo, hay comunidades que todavía mantienen estas creencias y reverencian a las personas con discapacidad. Especialmente a las que tienen discapacidad cognitiva, creyendo que sus intentos de hablar son una forma de comunicarse directamente con los dioses.
La iglesia como agente de cambio y de amparo
Iglesia primitiva
En la iglesia primitiva, podemos ver cómo la nueva comunidad de cristianos empezó a enseñar la importancia del servicio, mostrando compasión y amor hacia las personas marginadas de la sociedad. Era una expresión de su devoción a Cristo y poco a poco la persona con discapacidad volvió a ser un símbolo de Cristo. Los creyentes ensuciaron sus manos cuidando a personas enfermas o con discapacidad (y no había diferenciación en aquel entonces), en nombre de Cristo, como un privilegio. En todo esto, se veía una transformación en la actitud; por consiguiente, la discapacidad ya no era considerada como castigo de Dios, sino como una oportunidad para demostrar la “santidad” del creyente. Aunque no era siempre tan radical, en lo general, y comparado con otras culturas de la misma época, representó un cambio muy positivo.
Formación de hospitales
Los cristianos empezaron a dar refugio a las personas con discapacidad. Con la fundación de las órdenes religiosas, creció también el número de hospitales como parte de sus grandes monasterios. Los más marginados, quizás personas con lepra y con discapacidades severas, encontraron atención básica y consuelo espiritual.
Los historiadores también nos cuentan que durante la Edad Media, se aprovecharon de las personas débiles o con discapacidad para hacerlas trabajar en las cortes reales de Europa como bufones. Sin embargo, no todas tenían la misma historia; su destino dependía de factores como su familia, si vivía en el campo o en una ciudad, y del tipo y grado de discapacidad.
Disolución de monasterios y hospitales
Con la Reforma en Europa muchos de los monasterios fueron destruidos y las personas que pasaban sus días enclaustradas, tanto los monjes como las monjas y los habitantes de los hospitales, tuvieron que salir al mundo y buscar otros refugios. Pasaron tiempos muy difíciles en vista de que muchos no tenían familia y no había otros lugares de refugio. Poco a poco, varios filántropos, viendo la necesidad, empezaron a fundar hogares dedicados a personas desamparadas.
La Revolución Industrial y las instituciones grandes
Con la Revolución Industrial, todo cambió en Europa y hubo una migración hacia las grandes ciudades. En vez de vivir en pequeñas comunidades trabajando en el campo, con animales o con la siembra, familias enteras se mudaron a las ciudades para buscar trabajo y nuevas oportunidades de educación o atención médica. Entonces, muchas familias se dieron cuenta de que era más fácil acomodar a sus hijos o hijas con discapacidad en una sociedad rural y sencilla, que en la complejidad de los grandes centros industriales. Las fábricas eran lugares peligrosos para cualquier persona que no pudiera moverse bien o que tenía una limitación visual o de oído. Por tanto, las personas con discapacidad, en su mayoría, se encontraron excluidas del trabajo. Esta situación generó la necesidad de lugares para las personas pobres que no podían trabajar ni quedarse solas cuando los demás salían a sus centros de trabajo. Se tuvo que buscar más espacios en los pocos refugios para personas con discapacidad.
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