para conocer personas de otros países, de países no angloparlantes, para ser conscientes de que hay otras tradiciones psicológicas posibles.
I. P.: Pienso que el hecho de que no hayamos tenido ninguna formación específica en investigación cualitativa en nuestro pregrado en Psicología quiere decir que tuvimos que investigar, por medio de las ciencias sociales, diferentes métodos que fueran útiles para nosotros.
D. G.: Oh, ¿entonces no fueron formados en investigación cualitativa durante su pregrado?
I. P.: No, ninguno de los dos tuvo métodos cualitativos en su pregrado. En mi pregrado descubrí mucho más adelante la investigación por entrevistas y pude usar algo de esto en mi monografía de grado. Fue de una manera muy ad hoc. En mi maestría no tuve formación en métodos de investigación, tuve que asistir a otros cursos teórico-filosóficos por fuera de la universidad, pero no teníamos métodos en formación cualitativa.
E. B.: No existía.
I. P.: No existía. De algún modo era algo positivo, pues significaba que teníamos que descifrar la investigación por nuestros propios medios. Cuando encontrábamos a otras personas que estaban haciendo este tipo de cosas, valorábamos mucho las conexiones; en esas conexiones, Erica y yo nos conocimos. Ahora bien, está el riesgo de que, con la formación de métodos investigativos, los métodos cualitativos se enmarquen como simples métodos empíricos. Se vuelve parte de ese aparato empírico, porque hay muchos tipos de métodos cualitativos, es como si hubiera una paleta completa, una gama amplia de métodos disponibles para que los estudiantes elijan, como si simplemente pudieran tomarlos y aplicarlos.
D. G.: Sí, una perspectiva muy instrumental.
E. B.: Con mi conocimiento sobre el enfoque de Piaget, al tener que entenderlo y situarlo, surgió al mismo tiempo el debate sobre la metodología de investigación feminista.
I. P.: Venían desde otra metodología, fuera de la psicología, desde la sociología y la sociología de la ciencia.
E. B.: Sí, en la Universidad de Mánchester, donde hice mi doctorado, tuvimos discusiones entre disciplinas (al menos me movilicé para formar un grupo de investigación feminista e hice algunas amistades duraderas), por lo que la cuestión de las metodologías cualitativas, para mí, siempre estuvo vinculada a la investigación feminista y fue interdisciplinaria. Ian y yo estábamos al mismo tiempo involucrados en varias redes de psicología que surgían de los estudiantes de posgrado. Estábamos tratando de hacer doctorados fuera de lo común, que no fueran cuantitativos, que no utilizaran estadísticas, que fueran más filosóficos o cualitativos de alguna forma y trataran de encontrar formas de apoyar y legitimar eso. El trabajo discursivo estaba comenzando a emerger y había discusiones que sucedían sobre cómo sostener ese trabajo, encontrar asesores que nos permitieran hacer esto o ver en qué lugares estaban obstaculizando a las personas. Poco a poco, las personas empezaron a terminar sus doctorados y a ganar posiciones. Sigue siendo una situación muy similar ahora: la mayoría de los departamentos pueden tolerar a uno o dos investigadores cualitativos, pero rara vez más, a pesar de que la investigación cualitativa se ha inscrito en el plan de estudios de psicología británico.
D. G.: Si traemos la discusión a hoy en día, si pensamos en la universidad británica ahora, vemos que hay muchos estudiantes de todo el mundo, por lo que este escenario internacional se establece en un sentido y, al mismo tiempo, advertimos que la investigación cualitativa ha proliferado mucho, pero también de una forma problemática. ¿Creen que la investigación cualitativa ha avanzado, en el sentido de superar las dificultades, o que el asunto es aún más problemático hoy con la intensificación del neoliberalismo? ¿Cómo ha cambiado desde hace treinta años?
E. B.: Originalmente, los enfoques cualitativos en psicología se consideraron intervenciones críticas y lo fueron. A menudo fueron tratados de una manera muy hostil. A medida que la investigación cualitativa se ha vuelto más aceptada, también se ha recuperado. Luego se convirtió en parte de la historia del éxito neoliberal y se ha agregado a una variedad de enfoques que son aceptables.
I. P.: La presencia de estudiantes internacionales en diferentes Facultades de Gran Bretaña, dado que este es el contexto, es muy contradictoria porque, por un lado, sí hay estudiantes provenientes de contextos diferentes, pero esos estudiantes, que son estudiantes de pregrado, no provienen de tradiciones diferentes. Están entrando en la psicología para aprender sobre psicología. Vienen a aprender sobre la psicología aquí y cómo se piensa aquí, y esto está sucediendo en el mismo momento en que la psicología positivista se ha vuelto más poderosa internacionalmente alrededor del mundo. Realmente no aportan perspectivas.
D. G.: ¿Qué pasa con los estudiantes de doctorado?
I. P.: Es diferente con los estudiantes de doctorado porque han estado expuestos a diferentes formaciones en psicología y creo que de ellos es de quienes realmente hemos aprendido. Eso sigue siendo absolutamente crucial para nuestro trabajo. Es crucial de dos maneras: una, las cosas que aprendemos a medida que estos estudiantes aportan nuevas perspectivas; dos, la forma en que ellos rompen el aislamiento que sentimos por estar como atrapados en Gran Bretaña haciéndonos notar que lo que hicimos no fue realmente psicología. Resulta claro que la psicología británica es muy silenciosa, no es un paradigma dominante, es muy específica y está limitada al contexto político-social de Gran Bretaña.
E. B.: Descubrimos que éramos más inteligibles y teníamos conversaciones más interesantes con los psicólogos fuera de Gran Bretaña.
D. G.: ¿Ha cambiado mucho el proceso de formación desde entonces en Gran Bretaña?
E. B.: Ha habido muchos cambios a lo largo de los años. El plan de estudios ha cambiado, ahora tenemos licencias estatales; los psicólogos son reconocidos por un consejo profesional (el Consejo de Profesiones de la Salud). Los psicólogos no académicos son denominados psicólogos profesionales (clínicos, educacionales, consejeros ocupacionales, forenses, deportivos y psicólogos de la salud). Eso ha creado una crisis de identidad para la Sociedad Británica de Psicología, ya que ahora esta es una sociedad académica y hay otro organismo al que los psicólogos y otros profesionales de la salud pertenecen y en el que confían para su estatus profesional. Lo que esto ha hecho es definir a la psicología como una de las diversas profesiones de la salud, de una manera que Ian describe como un cierto tipo de profesión instrumental científica, y cada país tiene su propia versión de esto. Todo el proceso de formación ha experimentado un gran desarrollo a lo largo de los años, mientras que en Europa tenemos el Proceso de Bolonia,3 que está haciendo que la formación en psicología sea más similar al proceso británico, en términos de acortar el pregrado.
D. G.: ¿Eso también está relacionado con la práctica? Creo que hay una diferencia importante entre el proceso de formación en psicología en Brasil y el que se establece en el acuerdo de Bolonia. Me parece que la práctica está separada del título básico de Psicología.
E. B.: Uno de los efectos interesantes del neoliberalismo y de los cambios en la educación superior es la creciente burocratización de la ética, por lo que en muchos cursos de pregrado no es posible realizar ningún tipo de trabajo directo con un ser humano. No se puede hacer en el trabajo social, en la educación. Cuando estábamos enseñando, hacíamos un gran esfuerzo para instalar ubicaciones o contacto directo con servicios como parte del curso de pregrado. Eso sería ahora imposible.
I. P.: Vería esos intentos de instalar posiciones, no como lugares y maneras para formar estudiantes de psicología, sino para practicar psicología. Pero la conexión con la práctica, que me interesó durante el pregrado, fue la evaluación como una manera de operar servicios. En vez de permitir a los estudiantes practicar, posibilita que los estudiantes adquieran un pensamiento más crítico sobre la práctica. No pienso que la relación con la práctica, a un nivel de pregrado, sea necesaria. Creo que simplemente brinda la oportunidad a la gente de tener práctica en psicología o de ser psicólogo de otras personas en el mundo exterior. Pienso que eso es algo malo en general.
D. G.: Está hablando sobre la práctica estandarizada de los psicólogos, ¿verdad?
I. P.: Simplemente estoy diciendo que no estoy a favor de impulsar a las personas