lo que llamamos modelo SET, en honor a la consultora Set Consulting donde se crearon estas herramientas.
Cada tomo profundiza en cada una de las áreas donde considero que el PyME debe poner foco:
a) Gestión comercial (Modelo SET de propuesta de valor);
b) PEF donde se analizan los números; y
c) RACI SET donde se trabaja sobre la estructura y organización formal de la empresa.
Creo firmemente que esta obra será un aporte importante a la sociedad PyME y dará una base, no solo para el propio PyME, sino para todos los que asesoran o quieren vincularse con ellos, para mejorar así el ecosistema PyME en su conjunto.
Es ambicioso, pero basado en cosas muy concretas y simples.
El mundillo de las PyMEs es un lugar que solo pueden conocer y entender si fueron ahí; difícilmente entiendan o puedan entender la magnitud de la problemática PyME sin haber vivido una temporada en esa dimensión, para muchos desconocida, temida e inexplicable.
¿Por qué escribir un libro sobre PyMEs? Por varias razones: primero, porque dependiendo del país y del rubro, las PyMEs suelen constituir más del 50 % del total de las empresas; por otro lado, porque sorprendentemente no existe mucha bibliografía destinada a este segmento. ¿La razón? Realmente no lo sé; me imagino que es porque les parecerá poco glamoroso.
De paso, aprovecho para hacer una crítica abierta y profunda sobre la educación universitaria, al menos en mi país. La carrera de ciencias económicas como tal tiene una mirada bastante general y, luego de superar las materias de base como matemáticas, estadística, historia, etc., se concentra de lleno en teorías, que en su gran mayoría fueron creadas y desarrollas en otros países y aplicables solo a grandes organizaciones. Muy poco se trabaja sobre el intrincado mundo de las pequeñas y medianas empresas.
Se forman egresados para trabajar en Coca Cola, pero no para hacerse cargo de la realidad de una organización que dista muchísimo de las grandes corporaciones. Así, cuando esos jóvenes egresan –más del 60% trabajarán en PyMEs–, no tienen preparación o adaptación para desenvolverse y generar valor en esas organizaciones; y tienen entonces que reinventarse, lo que muchas veces suele ser un proceso muy frustrante e insuficiente para las necesidades del empresario.
¿Por qué estaría yo autorizado a escribir sobre esto? Porque nací ahí y hace más de diez años que asesoro –junto a mi equipo de consultores– a más de doscientas empresas de todos los rubros y realidades que se puedan imaginar.
Es que hablar de las PyMEs como si fueran una sola cosa, es de por sí un grave error. Tenemos que entender que cuando hablamos de PyMEs, por lo general hablamos de tres grupos. Por un lado las microempresas, que son aquellas que superaron la etapa de emprendimiento y que, por lo general, son comercios o empresas de servicios con pocos empleados y estructura; cabe destacar que en cantidad son las más numerosas de todas. Luego le siguen las pequeñas empresas, las que ya tienen una mayor facturación, complejidad y cantidad de empleados. Por último, las empresas medianas ya son organizaciones con mayor complejidad y niveles jerárquicos.
¿Por qué leer este libro? No importa si son empresarios PyMEs, ejecutivos de una gran empresa o trabajan en el estado. Este libro les va a servir para comprender mejor cómo piensa, siente y vive el empresario PyME. Este conocimiento les puede facilitar, no solo cómo venderle, sino también cómo ayudarlo, y de esta forma aportar una mejora a la sociedad en su conjunto.
Por último, en esta breve introducción quiero pedirles a todos más respeto por el empresario y sobre todo por el PyME. En mis años de consultor y docente aprendí que no existe mejor empresario que el empresario PyME. El PyME invierte todo lo que puede en su empresa. Antes de echar a un empleado, va a buscar todas las alternativas posibles para evitarlo; resiste con endereza los avatares de los gobiernos y contextos externos y en muchos casos, solo. Si queremos una sociedad con más trabajo, más justa y más equitativa, sin dudas hay que apuntar a mejorar el ecosistema de las PyMEs.
Las preguntas suelen ser útiles disparadores para autoevaluarnos; cada capítulo aportará una pregunta final que tendrán que responder y esa respuesta les servirá como una prueba y una guía para saber por dónde deben empezar a mejorar.
Los invito a compartir este viaje con una mirada crítica y objetiva.
Si no te sentís identificado, no te lo tomes como algo personal. Si te sentís identificado, es porque sos un PyME.
¡Ser PyME, una bendición!
Desde que tengo uso de memoria me he desempeñado en estrecha relación con el mundo PyME, tanto como empresario o consultor.
Es común ver a los PyMEs quejarse de su condición; de que todo les resulta difícil y que no cuentan con ninguna ayuda.
No es extraño ver a un empresario pineno involucrarse en lo más mínimo y al mismo tiempo estar pendiente de todo.
Es como si solo fuera un FODA, donde en vez de describir cuáles son las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas, solo nos concentráramos en las últimas dos.
No voy a negar que es complejo, pero es mi intención mostrarles que ser PyME, es una bendición.
Ser PyME significa ser ágil.
Ser PyME implica estar cerca del mercado y las necesidades de los clientes.
Ser PyME no es contar un sueño, es vivirlo todos los días.
Ser PyME es relación con el público y no transacción.
Ser PyME es conocer lo que se hace y de lo que se habla.
Ser PyME implica conciencia social y responsabilidad hacia todos los que trabajan en la empresa.
Ser PyME es el mayor aporte que uno puede hacer a su sociedad, porque el trabajo es la mayor fuente de estabilidad de cualquier país.
Ser PyME no es ambición, es convicción y pasión.
Ser PyME es sacrificio, como el de esos héroes de la historia que sacrificaron todo por el bien de la mayoría.
En el mundo actual ser PyME es una bendición, ¿Por qué? ¡Ya se los dije! Porque tienen flexibilidad, construyen relaciones, conocen a sus clientes, generan equipos comprometidos y, ¿saben qué?: eso, las grandes empresas no lo pueden hacer o les cuesta mucho. Al crecer despersonalizan las relaciones, pierden contacto con el cliente y sus necesidades; los empleados son un legajo y una ficha en un tablero.
–¿Si es fácil? ¡Claro que no! –¿Qué es fácil? –¿Acaso escalar una montaña, lograr un record olímpico o criar a tus hijos es fácil?
Es momento de que ustedes, –sí, ustedes, señores PyMEs–, dejen de renegar y aprovéchense condición para lograr no solo crecer, sino desarrollarse. Y así, como un adulto que tuvo una buena infancia y adolescencia, estarán más preparados para encarar la vida. Y seguramente recordarán esa infancia empresarial con añoranza.
Eso sí, cuando crezcan, no olviden seguir preservando en su interior eso que fue su mayor fuente de inspiración y cuando se miren al espejo, si miran atentamente, verán que aún siguen siendo PyMEs con todo lo bueno que eso puede implicar. Porque ser PyME no es una condición, es un sentimiento y un compromiso.
Así que ahora que saben que ser PyME es una bendición, no dejen pasar su próxima oportunidad y recuerden: “Un PyME no ve problemas, ve obstáculos para llegar a su sueño”.
Toda gran empresa fue pequeña
Suele suceder que los empresarios PyMEs ven a las grandes empresas como algo lejano a su realidad. Es común escucharlos decir: “en las grandes empresas hay plata para todo”; “en una empresa grande trabaja cualquiera”; “un gerente de una gran empresa no dura ni cinco minutos en una PyME”, etc.
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