no son “deducidas”. No hay lo que se podría llamar una “deducción trascendental de las categorías”, ni algo parecido, sino que ellas surgen del acto mismo del autoconocimiento inmediato que el alma tiene de sí misma. No se trata de categorías que se usan para organizar una experiencia, sino de una experiencia de las categorías en el lugar mismo en el que se nos muestran, antes de toda otra experiencia posible.
Pues bien, este “tipo” que es el alma en el sentido de modelo categorial, es el fundamento de posibilidad de todo signo. Y, más aún, ella misma se sirve de sí como “signo” para poder establecer la realidad de toda significación: “... la conciencia es la que da el tipo primitivo de las relaciones de identidad, continuidad y unidad; tipo de que después nos servimos como de un signo, para representamos todo lo que llamamos idéntico, continuo, uno” (p. 32). En toda “percepción sensitiva” interviene, afirma Bello, una “percepción intuitiva”, que es justamente esta del alma como “tipo” o “modelo”, y a la vez como “signo” que se hace de sí misma (p. 16). De esta manera, el alma, con este acto originario, es el presupuesto de todo universo semiótico.
Luego veremos cómo esa misma alma, en el acto segundo de la “percepción sensitiva” recepta la función significante de la naturaleza y se convierte de este modo en el lugar de confluencia de la totalidad de los signos posibles.
El alma funciona, en la medida en que actúa como ciencia (p. 9), como el modelo fundamental que reúne los caracteres esenciales que se pueden predicar de todas las demás sustancias, entendidas -lo mismo que el alma, muy clásicamente- como una relación entre un sujeto y unos atributos. “Propiamente -dice Bello- no percibimos otra sustancia que la del yo individual, y esta nos sirve de tipo para representarnos lo que por una instintiva e irresistible analogía atribuimos a los otros seres inteligentes y sensibles” (p. 219) y, por supuesto, también a las sustancias no inteligentes.
Esa intuición, o acto perceptivo inmediato del alma en cuanto conciencia, no solo hace posible una ciencia del alma, sino, antes que esto, hace posible el lenguaje mismo, es decir, hace posible los signos del lenguaje. “Que el alma tiene la facultad de percibir lo que pasa en ella, es una cosa tan obvia, que parece imposible que se haya puesto alguna vez en duda. Sin esta dificultad ¿cómo habría jamás existido la Psicología, la ciencia del alma? Pero no solo esta ciencia, ninguna otra, el lenguaje mismo, no hubiera podido existir” (p. 27).
El fundamento de posibilidad de todo signo radica, pues, en esa capacidad que el alma tiene de desdoblarse, de “presencia” en “re-presentación” de sí misma.
Digamos, de paso, que esta fundamentación entre fenomenológica y metafísica del signo, no solo es en Bello el principio de una Semiótica, sino que es, además, la fundamentación, a nivel social, de las formas representativas de estructura política. El rechazo de posiciones de tipo rousseauniano es por demás evidente.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.