les hizo dormir, y los hombres Ssi, también.
Cuando era de día los hombres Ssi estaban libres de sus cadenas y muy lejos de las montañas, alguien los había transportado durante la noche, seguían teniendo las heridas en sus manos y en sus cuellos, pero de los Egip-Coitos nada sabían y volvieron a su pueblo contando muchas anécdotas inspiradas por el misterio y el miedo.
Los Egip-Coitos tuvieron otra suerte, ellos se despertaron y se encontraron con que no estaban los hombres Ssi, no estaban las cabalgaduras, ni las armas, ni la comida, ni sus ropas, estaban desnudos, y se encontraban en las montañas, no en el pueblo donde habían llegado.
Alguien los había llevado lejos, y además no estaban todos juntos, estaban en varios grupos, cada uno de ocho, menos el jefe que él si estaba solo, y tuvieron frió, y miedo, y aunque era verano y lucía el Sol, en las montañas, desnudos los hombres blancos de Egip-Coitos lo pasan mal.
Como pudieron, pues andaban descalzos, cuando ellos normalmente estaban con calzado de montaña, descendieron de las montañas con intención de llegar a los pueblos Ssi.
Fueron llegando a distintos pueblos, los cuales conocían ya la historia y les recibieron y les ataron y así les atendieron y les dieron de comer y les hicieron trabajar, y cuando llegaron los comerciantes, les vendieron por su libertad a los que les compraron que practicaban la esclavitud, aunque dijeron,
–Les daremos libertad.
Aunque nunca más se la dieron, aunque eran de la misma raza, pues fueron de amo en amo hasta el final de sus días.
Sin embargo el hombre que había mandado a aquellos no tuvo tanta suerte, ya que cuando consiguió llegar al pueblo de los Ssi, lo hizo al pueblo donde había cogido a los otros, y les había puesto cadenas, y cuando le vieron le dieron las gracias, de forma que alimentó a las hormigas, pues los Ssi, conocen que los Egip-Coitos esclavizan a los hombres y les maltratan y les torturan y les quitan la condición de hombres y les convierten en animales, de carga o de lo que haga falta, y ellos consideran a los que así tratan a los demás animales peligrosos, con los que no quieren tener trato.
Así cuando vieron a aquel que así les había tratado no queriendo ellos darle muerte se lo regalaron a sus hermanas las hormigas, a las cuales les supo bien, pues en poco tiempo le habían dado el tratamiento que ellas dan a los que tienen malas ideas.
Pasó un tiempo y volvieron a aparecer los del pueblo Baa de las montañas, a negociar con los Ssi de los llanos, y nada se habló de lo ocurrido y todos respetaron su silencio, pero estando contentos por tener a tan buenos vecinos.
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