y después de eso tuvimos vidas separadas. Afortunadamente, John no desperdició su dinero y reconstruyó las propiedades de Gladstone. Charles es más hijo de él que mío. No permitas que te controle. Toma el control de tu vida.
Hay tantas cosas que quiero decirte, pero las últimas palabras más importantes que puedo dejarte, son estas. Cásate por amor y nada más. Mi patrimonio es para ti. Úsalo sabiamente, querida. Confío en que tomarás las decisiones correctas. Ahora, tienes la capacidad de elegir tu propio camino. La felicidad puede ser tuya, y también el amor.
Con todo mi amor,
Abuela
Katherine limpió una lágrima de su mejilla. Su padre no siempre era rudo, pero entendía a qué se refería su abuela. Él quería controlarlo todo y a todos a su alrededor. Odiaba sentirse frustrado.
Katherine miró al Sr. Adamson y preguntó: “¿Qué fue exactamente lo que mi abuela me dejó?”.
“Como la carta menciona, todo su patrimonio”, respondió con naturalidad.
“Entiendo, pero ¿en qué consiste su patrimonio?”. Reprimió su impulso de poner sus ojos en blanco. “Ella menciona que ahora soy rica. ¿Quiere decir que tengo fondos ilimitados?”.
“Ahora tiene una cuenta bancaria considerable. Aproximadamente hay diez mil libras en su cuenta”, respondió él. “También le dejó una granja de caballos en Sussex. Esas eran las propiedades principales de su abuela y tenía una cabaña cerca de Bath, que ahora le pertenece a usted. La granja genera alrededor de cinco mil libras por año”.
Katherine se quedó con la boca abierta. Eso era mucho dinero...podía hacer lo que quisiera, así como su abuela lo mencionaba en su carta, pero Katherine no había valorado por completo sus palabras hasta que escuchó lo que había heredado.
“¿Y mi padre no me lo puede quitar?”. Era una preocupación porque a su padre no le gustaba que nadie tuviera más que él. No podía hablar por la situación del ducado, pero esa cantidad de dinero de seguro lo rivalizaría. Él lo querría, así como tener el control de la granja.
“No”, dijo el abogado. “Los contratos son claros. Todo el dinero que ella tenía solo podía ser entregado a una mujer en relación directa con ella. La única manera en que su padre lo hubiera heredado habría sido si no hubiera mujeres que heredaran”. Levantó sus labios. “Incluso así, la primera mujer nacida de su línea de sangre directa, obtendría el control de los bienes. Un hombre solo podría conservar la custodia hasta que naciera una mujer. Es una propiedad matriarcal”.
Había tantas posibilidades disponibles para ella. No estaba segura de lo que debía hacer primero. Nunca en sus sueños más descabellados habría previsto que esto sucedería. La muerte de su abuela fue lo peor y lo mejor que le pudo haber ocurrido. ¿Por qué no le había contado que había heredado tanto de su parte? ¿Pensaba que hubiera hecho una diferencia en su relación? Su abuela siempre había significado mucho para ella.
“¿Hay algo que deba hacer?”. La mente de Katherine seguía conmovida por las noticias. “¿Puedo visitar la granja?”.
Su abuela siempre la visitaba. Nunca había estado en su propiedad en Sussex. Katherine tuvo un repentino deseo de estar entre sus bienes y el lugar que amaba. Podría ayudarla a sentirse más cerca nuevamente de su abuela. Podía ser tonto, pero lo necesitaba.
“No es necesario que usted haga algo. Todo ha sido puesto a su nombre. Todo lo que necesita hacer es aceptar su herencia. Si requiere algo más, por favor, hágamelo saber y me ocuparé de ello”. Le deslizó un montón de papeles. “Estos son para su archivo. Yo guardo una copia, en caso de que se pierdan y sí, para responder su pregunta, puede visitar la granja. Si así lo desea, puede mudarse permanentemente a Sussex. No hay ningún motivo para que permanezca en la propiedad ducal o bajo el cuidado de su padre”.
Eso resolvía todo para ella. Iría a casa, empacaría, luego partiría hacia la granja en Sussex. Viajar en invierno no era su favorito, pero estar lejos de su padre sería una bendición. Ni siquiera había contado a sus amigas cercanas lo horrible que podía llegar a ser. Diana y Narissa no tenían idea de lo difícil que podía ser para ella escabullirse de la casa o incluso obtener abiertamente el permiso para asistir a una función. Ella no vivía la vida despreocupada que creían que tenía. El motivo principal por el que había estado buscando un marido era para escapar del control de su padre. Ahora no tenía que casarse a menos que lo quisiera. Era libre de vivir su vida y de no preocuparse por nada nunca más.
“Muchas gracias”. Katherine se puso de pie. “¿Qué tan pronto puedo partir hacia allá?”.
“Puedo preparar un carruaje para llevarla en cualquier momento. ¿Cuándo desea partir?”. Se levantó y caminó rodeando su escritorio para aproximársele. “Los sirvientes ya saben de sus propiedades y esperan su llegada. Están ansiosos por conocerla. Todos amaban a su abuela”.
“Me gustaría ir a primera hora de la mañana”. Katherine no podía esperar para encontrarse con los criados. Si amaron a su abuela tanto como ella, tenían mucho de qué hablar. “¿Eso es demasiado pronto?”.
“En lo absoluto”, la tranquilizó. Tendré el carruaje listo. ¿Necesita un acompañante o lleva a su doncella?”.
Betty estaría encantada de acompañarla. Era la única sirvienta de la casa de su padre que le era totalmente leal a Katherine. “Mi doncella me acompañará”. Salieron de su oficina y el Sr. Adamson tomó la capa y la ayudó a ponérsela.
“Muy bien entonces”. Le sonrió. Cuando le había parecido frío en un inicio, ahora parecía casi paternal, o al menos era como ella imaginaba que un padre debía ser. “No olvide avisarme si necesita algo de mi parte. Viaje segura en su trayecto. Creo que la granja la sorprenderá gratamente. Es un lugar maravilloso. La he visitado muy seguido, debido a los negocios con su abuela”.
Ya le había agradecido, pero no parecía suficiente. Le había cambiado la vida en menos de una hora. Sí, realmente había sido su abuela quien le hacía la vida más llevadera, pero el Sr. Adamson era el portador de esa brillante noticia. “Estoy segura de que estaré bien, sin embargo, si algo surge, me aseguraré de informarle. Que tenga un buen día”. Katherine le hizo un gesto con la cabeza y salió de la oficina del abogado. Por primera vez en semanas caminó a casa con una sonrisa, incluso ni una sola vez, ni siquiera en pensamiento, se quejó del frío.
CAPÍTULO UNO
Un mes más tarde…
El aire tenía una nitidez fresca, pero al menos era penetrante. Katherine se sentó en el carruaje y revisó su entorno. Tattersall estaba lleno de actividad. Varios caballeros ya se encontraban alrededor del patio para ver los caballos, mientras los sacaban a correr por el perímetro del lugar. Si quería ver la caballería, tendría que salir del carruaje y unirse a ellos.
Se mordisqueó el labio inferior y después respiró hondo. Esto era lo que quería. Su abuela le había legado una granja de caballos y Katherine estaba determinada a dirigirla. Quería asegurarse de que pudiera ser independiente y no solo una joven de sociedad juzgada. Su valor no estaría determinado por un hombre o por estar atado a él. Katherine estaba decidida a hacerlo por ella misma. Su abuela le había confiado su granja de caballos y ella haría todo lo posible por que prosperara.
Solo tenía que salir del carruaje y prepararse para soportar todas las actitudes condescendientes de los caballeros. Una mujer no asistía a la subasta de Tattersall con el propósito de comprar un caballo.
No estaba segura de que, incluso, le permitieran comprar un caballo o bien, cualquier cosa. Había momentos en que haber nacido mujer, era una verdadera desventaja. Por ahora no podía pensar en algún momento en que hubiera sido beneficioso ser una mujer. Katherine suspiró y respiró profundamente. Abrió la puerta del carruaje y salió.
Nadie se detuvo a mirar en su dirección. Lo consideró una buena