Juan Moisés De La Serna

Poemas Sobre Delfines Juguetones


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llenos

      esta mañana estaban

      de foquitas aburridas

      que por allí se encontraban.

      Una pequeña foquita

      quería juguetear

      y corriendo se metió

      de un salto en el mar.

      Nadaba por esas aguas

      buscando un jugador

      alguien que quiera hacerlo

      para encontrarse mejor.

      De pronto vio a lo lejos

      un pequeño pececillo

      nadó corriendo al verlo

      aunque no fue tan sencillo.

      El pez que la había visto

      se puso fuerte a nadar

      pues comida no quería

      ser allí en el ancho mar.

      Sabía que si la foca

      llegaba a donde él estaba

      esta abriría la boca

      y del pez nada quedaba.

      La foquita agotada

      de tanto nadar allí

      se paró ya no quería

      seguirle y llegó un delfín.

      ―Foquita te veo rara

      y muy agotada vas

      ¿por qué has nadado tanto?

      muy lejos de casa estas.

      La foquita no había visto

      en su vida a un delfín

      pero le pareció bueno

      para jugar por allí.

      ―¿Quieres tú jugar conmigo?

      ―rápido le preguntó―,

      no tengo ningún amigo

      y mucho me aburro yo.

      El delfín dijo, ―Encantado.

      Se pusieron a jugar

      el pececillo de lejos

      no dejaba de mirar.

      Un poco envidia tenía

      porque él solito estaba

      aburrido se sentía

      pues él con nadie jugaba.

      La foquita y el delfín

      jugando se divertían

      y el pececillo allí

      mirando se aburría.

      Desde lejos el delfín

      al pececillo allí vio

      ―Vente a jugar con nosotros

      ―corriendo le indicó.

      El pececillo con miedo

      pues muy grandes eran los dos

      se acercó un poquito

      y esto les preguntó.

      ―Si juego yo con vosotros

      me tenéis que prometer

      que porque sea pequeño

      no me vais luego a comer.

      La foquita extrañada

      se acercó al pececillo

      y dijo ―Yo no hago nada

      no eres un bocadillo.

      Y jugando, y jugando

      se perdieron en el mar

      una foca, un delfín

      y un pececito allá.

      No sabían dónde estaban

      ni conocían el lugar

      la corriente los llevaba

      y fueron aquí a parar.

      A esta playa tan bonita

      donde los encontré yo

      jugando con la foquita

      con el delfín nadador.

      El pececito contento

      porque no estaba aburrido

      ahora en el mar adentro

      o en la playa han salido.

      Así se pasan la vida

      los amiguitos aquellos

      su vida no es aburrida

      porque mucho juegan ellos.

      AMOR

      4. En el fondo de los mares

      En el fondo de los mares

      habita un tiburón

      que a todos los de allí

      llama mucho la atención.

      Nadando va lentamente

      surcando el agua allí

      si te lo encuentras de frente

      siempre él dice así.

      ―Usted primero―. El paso

      siempre él suele ceder

      a la ballena o la foca

      o al más pequeño pez.

      Un día llegó un delfín

      la actitud le extrañó

      y él le dijo así

      a ese raro tiburón.

      ―Tiburón, ¿por qué tú siempre

      dejas al otro pasar

      ya sea un pescado chico

      o al más grande de la mar?

      El tiburón que se para

      dejando así de nadar

      contestando al delfín

      ―Es que quiero agradar.

      »No quiero que nadie diga

      que no me porto yo bien

      por eso les dejo paso

      y no me importa a quien.

      El delfín muy extrañado

      preguntó al tiburón

      ―Pero ¿qué te ha pasado?

      ¿dónde tu fiereza quedó?

      ―Es que siempre estoy solo

      nadie me quiere a su lado

      voy a cambiar de actitud

      pues de todo he probado.

      »Yo quiero tener amigos

      y también quiero jugar

      como lo hacéis vosotros

      y muchos en éste mar.

      »Pero cuando yo me acerco

      se van todos a nadar

      muy deprisa se separan

      de mí y no vuelven ya.

      »Por eso yo he pensado

      que tendría que cambiar

      y de ésta forma así

      algún amigo encontrar.

      El delfín que le escuchaba

      de pronto él se marchó

      muy triste se quedaba

      el tiburón que le vio.

      Pero ha pasado un rato

      y el delfín que volvió

      con un grupo de delfines

      y al tiburón le habló.

      ―Mira te traigo amigos

      por si tú quieres jugar

      ven a nadar con nosotros

      ya