llenos
esta mañana estaban
de foquitas aburridas
que por allí se encontraban.
Una pequeña foquita
quería juguetear
y corriendo se metió
de un salto en el mar.
Nadaba por esas aguas
buscando un jugador
alguien que quiera hacerlo
para encontrarse mejor.
De pronto vio a lo lejos
un pequeño pececillo
nadó corriendo al verlo
aunque no fue tan sencillo.
El pez que la había visto
se puso fuerte a nadar
pues comida no quería
ser allí en el ancho mar.
Sabía que si la foca
llegaba a donde él estaba
esta abriría la boca
y del pez nada quedaba.
La foquita agotada
de tanto nadar allí
se paró ya no quería
seguirle y llegó un delfín.
―Foquita te veo rara
y muy agotada vas
¿por qué has nadado tanto?
muy lejos de casa estas.
La foquita no había visto
en su vida a un delfín
pero le pareció bueno
para jugar por allí.
―¿Quieres tú jugar conmigo?
―rápido le preguntó―,
no tengo ningún amigo
y mucho me aburro yo.
El delfín dijo, ―Encantado.
Se pusieron a jugar
el pececillo de lejos
no dejaba de mirar.
Un poco envidia tenía
porque él solito estaba
aburrido se sentía
pues él con nadie jugaba.
La foquita y el delfín
jugando se divertían
y el pececillo allí
mirando se aburría.
Desde lejos el delfín
al pececillo allí vio
―Vente a jugar con nosotros
―corriendo le indicó.
El pececillo con miedo
pues muy grandes eran los dos
se acercó un poquito
y esto les preguntó.
―Si juego yo con vosotros
me tenéis que prometer
que porque sea pequeño
no me vais luego a comer.
La foquita extrañada
se acercó al pececillo
y dijo ―Yo no hago nada
no eres un bocadillo.
Y jugando, y jugando
se perdieron en el mar
una foca, un delfín
y un pececito allá.
No sabían dónde estaban
ni conocían el lugar
la corriente los llevaba
y fueron aquí a parar.
A esta playa tan bonita
donde los encontré yo
jugando con la foquita
con el delfín nadador.
El pececito contento
porque no estaba aburrido
ahora en el mar adentro
o en la playa han salido.
Así se pasan la vida
los amiguitos aquellos
su vida no es aburrida
porque mucho juegan ellos.
AMOR
4. En el fondo de los mares
En el fondo de los mares
habita un tiburón
que a todos los de allí
llama mucho la atención.
Nadando va lentamente
surcando el agua allí
si te lo encuentras de frente
siempre él dice así.
―Usted primero―. El paso
siempre él suele ceder
a la ballena o la foca
o al más pequeño pez.
Un día llegó un delfín
la actitud le extrañó
y él le dijo así
a ese raro tiburón.
―Tiburón, ¿por qué tú siempre
dejas al otro pasar
ya sea un pescado chico
o al más grande de la mar?
El tiburón que se para
dejando así de nadar
contestando al delfín
―Es que quiero agradar.
»No quiero que nadie diga
que no me porto yo bien
por eso les dejo paso
y no me importa a quien.
El delfín muy extrañado
preguntó al tiburón
―Pero ¿qué te ha pasado?
¿dónde tu fiereza quedó?
―Es que siempre estoy solo
nadie me quiere a su lado
voy a cambiar de actitud
pues de todo he probado.
»Yo quiero tener amigos
y también quiero jugar
como lo hacéis vosotros
y muchos en éste mar.
»Pero cuando yo me acerco
se van todos a nadar
muy deprisa se separan
de mí y no vuelven ya.
»Por eso yo he pensado
que tendría que cambiar
y de ésta forma así
algún amigo encontrar.
El delfín que le escuchaba
de pronto él se marchó
muy triste se quedaba
el tiburón que le vio.
Pero ha pasado un rato
y el delfín que volvió
con un grupo de delfines
y al tiburón le habló.
―Mira te traigo amigos
por si tú quieres jugar
ven a nadar con nosotros
ya