Howard A. Eyrich

Tres para Estar Listos


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tema importante en el Nuevo Testamento y tiene que ver con la teología de la consejería prematrimonial.

      Desde el punto de vista de un pastor, se debe recordar que aquellas personas que Dios ha puesto a su cuidado son su responsabilidad. Debe estar determinado a invertir su vida sabiamente en estas personas y así lograr los mejores réditos para su Señor. El pastor además tiene la responsabilidad de extender estos principios para que estas personas también sean buenos mayordomos de sus vidas (Heb 13:17). Si él descarga esta responsabilidad, pero ellos no son buenos mayordomos, entonces deberán rendir cuentas ellos y no el pastor. La consejería prematrimonial provee al pastor una excelente ocasión para actuar como mayordomo de los hijos de Dios. Habrá pocas oportunidades más en la vida de una pareja cuando estén tan altamente motivados a responder a la guía de un pastor como lo están ahora que se preparan para el matrimonio. Por ejemplo, cuando estaba enlistando parejas para participar en mi proyecto de doctorado, un hombre joven escribió: «Beth y yo queremos que nuestras vidas sean para el Señor Jesús, y creo que su programa de consejería prematrimonial nos podría ayudar». El pastor que logre capitalizar esta motivación tendrá la oportunidad de desarrollar una mayordomía que irá mucho más allá de este contacto inicial. Este encuentro de siete a doce horas puede proveer el fundamento para la continua construcción de una vida productiva en pareja. Tal vez no habrá mejor tiempo ni mejores circunstancias para que el pastor tenga la ocasión de invertir directamente en la vida de los futuros cónyuges. Podrá probar las actitudes, el desarrollo espiritual y el conocimiento bíblico de estas personas. Dado que está en control, podrá dirigir el curso de las sesiones para potenciar una vida cristiana creativa. Este intercambio personal coloca además al consejero en una posición única para un ministerio duradero.

      Otro asunto en el que la teología impacta en la consejería prematrimonial es el uso o la administración de la riqueza. Una pareja promedio de clase media en los Estados Unidos llegará a ganar cerca de novecientos mil dólares en conjunto durante toda su vida. ¿Cómo usarán esta riqueza? ¿Destinarán la mayor parte en gastos médicos y psiquiátricos como resultado de una relación equivocada entre los dos? La guía del pastor será un factor determinante. ¿Podrá él cumplir, por lo menos en parte, efectivamente su deber a través de un buen programa prematrimonial?

      Redimiendo el tiempo

      El mandato de Efesios 5:16 —«... aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos»— tiene su fuerza contextual, la cual es compatible con algunos argumentos de la consejería prematrimonial y aquí se usa teológicamente. El pastor-consejero siempre tendrá más demandas de las que pueda cumplir, por lo tanto la consejería prematrimonial debería tener una alta prioridad en ayudarlo a redimir el tiempo. Un amigo pastor me dijo un día: «Pastoreo un iglesia de 500 personas y soy el único en mi equipo. No tengo tiempo para consejerías prematrimoniales». Lo tendría si sus prioridades estuvieran en orden. Un programa bien diseñado no le tomará, en la mayoría de los casos, más de siete horas. En otra conversación, este mismo amigo se quejaba de las numerosas horas que tiene que dedicar en consejerías para remediar problemas. Muchos de los casos que él mencionó involucraban a parejas y a sus familias. Me pregunto cuántos de estos casos serán producto de su sobreocupación como pastor y podrían ser prevenidos a través de la consejería prematrimonial. Mi experiencia personal en ella me ha convencido que el pastor promedio podría aumentarle a su futuro un número indefinido de horas a través de un correcto programa de consejería prematrimonial.

      Otro aspecto de este concepto es la responsabilidad de guiar a los futuros esposos de su rebaño para que puedan redimir su propio tiempo. Un mal ajuste en el matrimonio resulta en una cantidad no determinada de tiempo perdido en cuanto a servicio a Jesucristo. El caso de Joe y Ruth es un buen ejemplo.

      Joe y Ruth llegaron al centro de consejería después de tres años de matrimonio. Su relación se había deteriorado desde que Joe presionó a Ruth para que se casaran. Los dos eran cristianos cuando se casaron, sin embargo, tenían pocos conceptos de lo que es la vida cristiana en general y un matrimonio cristiano en particular.

      Cuando entraron en la oficina de consejería, Ruth estaba enfadada y gritaba, Joe estaba molesto y callado. Ambos trabajaban; Ruth era una secretaria, y Joe trabajaba para una agencia legal, hacía varios turnos. Para evitar la tensión en su hogar, él además tomó un trabajo a tiempo parcial que le permitía trabajar las horas que él quería. Esto efectivamente los mantenía separados bajo el mismo techo.

      Como cristianos, esta pareja nunca se involucró activamente en la vida de la iglesia. Cuando llegaron buscando consejería, ante la insistencia de Ruth, asistían irregularmente a la congregación. Luego la consejería revelaría un desconocimiento virtual del diseño de Dios para la iglesia local así como para la institución del matrimonio.

      Después de la segunda sesión, Joe desertó jurando nunca regresar a una consejería. Ruth solo volvió para reportar que lo había dejado y que había «regresado con su madre». Durante la hora de charla, ella se convenció de su responsabilidad delante de Dios de regresar con su esposo y dijo: «Está bien, si eso es lo que Dios dice, debo hacerlo, y lo haré. Pero no me gusta». Ruth había aprendido cómo funcionar como una esposa cristiana, independientemente de la respuesta de Joe. Cuatro sesiones más tarde (ocho semanas) Joe retomó la consejería. Reportó que los cambios en su esposa lo habían convencido de que no todo estaba perdido.

      Seis semanas más tarde, el consejero preguntó: «Joe, ¿qué más te gustaría que haga por ti?». Él respondió: «Puede enseñarme más acerca de lo significa vivir una vida cristiana». ¿No podría haberse evitado tres años de agonía para esta pareja con una correcta preparación para el matrimonio? ¿No es posible que esto hubiera prevenido su falta de compromiso en el servicio? ¿No sería esto redimir el tiempo tanto para el pastor como para la pareja?

      Esta discusión acerca de la teología de la consejería prematrimonial busca dos cosas: (1) demostrar la responsabilidad teológica del pastor de realizar una consejería prematrimonial y (2) animar a futuras exposiciones, ideas y escritos acerca de la obligación pastoral desde un punto de vista teológico.

      La palabra ventaja habla de beneficio, ganancia o utilidad. Aplicada a la consejería prematrimonial sugiere que contribuye, prácticamente, a un ajuste saludable del matrimonio. Considerando la actual crisis de la familia y sus repercusiones tanto en la iglesia como en la sociedad, este aspecto tan prometedor del ministerio debería ser recibido sin reservas. Sin embargo, es probable que la respuesta inicial de algunos líderes cristianos latinoamericanos acerca del uso o de las ventajas de la consejería prematrimonial sea reservada. Es importante considerar las razones para esto, tres de las cuales son las siguientes:

      • Para algunos, tal asociación les parecerá hacer de la consejería prematrimonial un acercamiento pragmático para evitar el conflicto matrimonial; un curso de acción introducido a la iglesia por la simple razón de que parece funcionar. Estos individuos reconocen perceptivamente que los beneficios prácticos no justifican un procedimiento dado. La prioridad debe darse al asunto de la garantía o validación bíblica.

      • Para otros, el tópico de las ventajas suena a una «charla de éxito». Esto despierta un sentido de descontento por su asociación con las muchas técnicas ministeriales lanzadas en la tan programada y orientada al éxito cultura norteamericana; muchas de ellas promovidas en Latinoamérica como la respuesta a todas las necesidades relacionadas con la iglesia. Desafortunadamente, muchos de estos métodos se han exportado al sur con poca o ninguna preocupación de su relevancia, y sus sensibilidades y valores. Y como era de esperarse, los resultados no siempre han sido beneficiosos.

      • Para otros, el énfasis en las ventajas despertará malos entendidos asociados con la psicología. Aunque parece que los evangélicos en Latinoamérica están abiertos, mayoritariamente, a esta disciplina (en parte por la gran cantidad traducida de materiales de psicólogos norteamericanos), muchos líderes permanecen aprehensivos. Están conscientes de que los métodos terapéuticos propuestos por la psicología prometen grandes beneficios; pero existe preocupación