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INTRODUCCIÓN
Vivimos en un mundo moderno que ejerce una presión tremenda sobre el cuerpo, la mente y el espíritu. Prácticamente todo lo que hacemos en nuestras vidas diarias –desde los alimentos que consumimos hasta la política, la vida laboral y las aficiones– altera nuestro equilibrio. Pero para llegar a nuestro estado óptimo dicho equilibrio es imprescindible.
Hace varios años tenía un trabajo estresante en una empresa a la que parecía que no le importaban mucho sus empleados. Las idas y venidas a la oficina me costaban horas. Mi hijo era muy activo y mi marido tenía una profesión aún más absorbente que la mía. Con las frenéticas ocupaciones de nuestras vidas, sacrificaba cosas que sabía que «debía» hacer: seguir una dieta nutritiva, hacer ejercicio de manera regular y disfrutar de aficiones que me permitieran frenar un poco y buscar el equilibrio.
Como estaba ocupada y estresada constantemente, todos los aspectos de mi vida sufrían por ello. Mi salud era mala y mis dolores, crónicos. La relación con mi marido carecía de la intimidad emocional que una vez compartimos. Era infeliz. Me sentía profesional y personalmente atorada en una existencia hiperactiva y sin alegría.
Un sábado tuve un rato totalmente libre de obligaciones, así que decidí salir a dar una vuelta y acabé en una tienda enorme de cristales y abalorios que estaba a una media hora de mi casa. Me atrajo la sección de piedras semipreciosas, en la que compré varias gemas y accesorios para joyería, que era algo que no me había interesado nunca.
Ese mismo día, después, cuando estaba sentada a mi mesa de despacho enhebrando cuentas, descendió sobre mí una gran calma. Sentía que mi mente, de ordinario errática y activa, tenía propósito y enfoque. Me sentí conectada a partes de mí misma de cuya existencia casi me había olvidado. Noté que la alegría me emocionaba. Al trabajar con las gemas y los abalorios, se generó un estado meditativo y dichoso que no había experimentado en mucho tiempo, y eso me intrigó.
Aunque siempre me han atraído los cristales –y tuve también una profunda experiencia curativa en la treintena–, últimamente habían quedado como en el trasfondo de mi vida. No los había utilizado durante muchos años. Trabajar con las cuentas aquel sábado me hizo recordar las experiencias positivas anteriores que había tenido con los cristales, y eso me llevó a un nuevo camino.
He estado coleccionando y trabajando con cristales desde entonces. Los tengo por toda la casa y los utilizo en mis propias prácticas curativas personales y con la gente que viene a mí para someterse a una curación energética. Los cristales son una parte tan importante de mi vida que he compartido los conocimientos que tengo de ellos en mi libro Crystals for Healing [Cristales para la sanación]. Sin embargo, aunque se trata de una guía muy completa, me di cuenta de que quienes están empezando a trabajar con los cristales necesitaban un libro específicamente escrito para ellos. Por eso he escrito este libro. Lo he concebido para que te proporcione la información básica y las aplicaciones prácticas que te permitan experimentar los potentes cambios que pueden proporcionar estos maravillosos elementos de la Tierra.
EL PODER de los
CRISTALES
Durante siglos, las distintas civilizaciones han valorado los cristales como piedras preciosas y semipreciosas por su belleza, así como por las excepcionales energías vibratorias que residen en cada uno de ellos y que pueden ayudar a sanar el cuerpo, la mente y el espíritu. A lo largo de la historia, las sociedades, como las antiguas de Mesopotamia, Egipto, China y Grecia, han utilizado cristales por sus propiedades curativas. Esa costumbre prosiguió a través de las épocas, aunque se redujo durante el Renacimiento, cuando la gente creía que las propiedades de los cristales podían provenir tanto de ángeles buenos como de ángeles malos.
La utilización de los cristales volvió a emerger hace unos cuarenta años y su popularidad como modalidad de curación energética sigue aumentando. Sin embargo, en la moderna era científica puede resultar difícil comprender que una piedra pueda proporcionar algún tipo de curación. La respuesta reside en las energías vibratorias que se encuentran en los cristales y en cómo afectan a los campos energéticos de todo lo que haya alrededor de ellos, incluso el campo energético humano.
¿Qué son los cristales?
Los cristales son elementos naturales que provienen de la Tierra. Un cristal auténtico posee una agrupación organizada de moléculas unitarias que forman un exclusivo patrón de entramado, conocido como sistema cristalino. Los cristales curativos se agrupan en seis patrones de entramado (ver la página siguiente). Existe también una categoría de piedras conocidas como cristales «amorfos», aunque en realidad no son cristales auténticos, puesto que no poseen una estructura cristalina interior. Algunos de estos cristales amorfos son el ámbar, la obsidiana, el ópalo y las tectitas. Cada uno de ellos tiene sus propiedades características y exclusivas.
CRISTALES Y COLORES
Es absolutamente cierto que el color de un cristal puede hacer que te resulte más o menos atractivo. Pero el color también cumple un papel importante en su impacto energético y curativo. Hablaré de esto más adelante y con más detalle, pero hay unos cuantos datos básicos que has de saber acerca de los cristales y sus colores. El color de un cristal depende de tres aspectos:
De cómo absorba la luz.
De los minerales y elementos químicos concretos que contenga.
De sus impurezas.
Los minerales y las impurezas modelan qué longitudes de ondas lumínicas absorberá el cristal y el color que aparecerá como resultado. Por ejemplo, si un cristal absorbe todas las longitudes de onda de la luz, será negro; si no absorbe ninguna de esas longitudes de onda, será transparente. Los distintos elementos químicos y minerales y las impurezas afectan a la luz de manera diferente.
Patrones de entramado cristalino
Según su patrón de entramado los cristales sanadores pueden ser:
HEXAGONALES: cristales cuya estructura interior se parece a un hexágono tridimensional. Son indicados para la manifestación (ver Glosario).
ISOMÉTRICOS: cristales cuya estructura interior es cúbica. Pueden mejorar malas situaciones e intensificar o amplificar energías.
MONOCLÍNICOS: cristales cuya estructura interior se asemeja a un paralelogramo tridimensional. Son cristales protectores.
ORTORRÓMBICOS: cristales cuyo patrón de entramado reproduce la forma de un diamante. Limpian, despejan y eliminan los bloqueos.
TETRAGONALES: cristales cuya estructura interna es rectangular. Estos cristales hacen que las cosas resulten más atractivas y te ayudan a atraerlas.
TRICLÍNICOS: cristales cuya estructura interna se compone de tres ejes desiguales