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Editado por Harlequin Ibérica.
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28001 Madrid
© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
E-pack Bianca y Deseo, n.º 212 - septiembre 2020
I.S.B.N.: 978-84-1348-781-6
Índice
Créditos
Si te ha gustado este libro…
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Capítulo 1
HABÍA algo de irónico en llegar a la boda de tu mejor amiga como dama de honor con los papeles del divorcio en el bolso. Pero Juliette estaba decidida a no estropear el día de la boda de Lucy y Damon. Bueno, no solo el día de la boda, sino todo el fin de semana. En Corfú.
Y el marido del que se había separado era el padrino.
Juliette aspiró con fuerza el aire y trató de no pensar en la última vez que estuvo en un altar al lado de Joe Allegranza. Trató de no pensar en la cortísima ceremonia en la iglesia del pueblecito inglés frente a un puñado de testigos, el embarazo bastante obvio bajo el traje de novia vintage de su madre. El vestido que le picó durante todo el tiempo que lo llevó puesto. Trató de no pensar en la expresión de decepción de sus padres al ver a su única hija casarse con un completo desconocido tras haberse quedado embarazada en una aventura de una noche.
Trató de no pensar en su hija, la bebé que no llegó a respirar ni una sola vez…
Juliette se bajó del minibús y entró en el vestíbulo de la lujosa villa privada en Barbati Beach. La supereficiente organizadora de bodas, Celeste Petrakis, había planeado que la comitiva nupcial se alojara en la villa para que el ensayo general y otras actividades planeadas fueran lo más cómodas posibles. Juliette había pensado preguntar si podía quedarse en otro hotel cercano, porque no le apetecía encontrarse con Joe más de lo estrictamente necesario. Socializar educadamente con su exmarido durante el desayuno, la comida y la cena no era precisamente su escenario ideal. Pero la idea de enfadar a la organizadora de bodas, que lo tenía todo planeado al milímetro, le daba terror.
Juliette había pensado incluso en algún momento declinar el honor de ser la dama de honor de Lucy, pero eso habría hecho pensar a todo el mundo que no había superado lo de Joe.
Y desde luego que lo había superado. De ahí los papeles del divorcio.
–Bienvenida –la azafata elegantemente vestida la saludó con una sonrisa deslumbrante–. ¿Su apellido, por favor?
–Branco… digo… Allegranza –Juliette lamentó no haber cambiado oficialmente su apellido para recuperar el de soltera.
¿Por