Crónicas 25:14-20). Joás saquea a Jerusalén y rompe una larga sección del muro de la ciudad para descubrir la impotencia de Judá contra el poder militar superior de sus tribus hermanas (2 Reyes 14:11-14; 2 Crónicas 25:21-24).
Tercero, la recuperación nacional bajo Joás continúa en marcha durante el largo reinado de su hijo Jeroboam, aproximadamente del 793 al 753 a.C. A pesar de que Jeroboam “hizo lo malo ante los ojos de Jehová” (2 Reyes 14:24), Jehová extiende las fronteras del país: restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar de Arabá (2 Reyes 14:25), a límites que no había conocido Israel desde cuando reinó Salomón en toda su gloria.
Por los reinados de Joás y su hijo Jeroboam, la gloria pasada renace en Israel. El ser llamado “israelita” ya no significa el menosprecio y la vergüenza militar. Los israelitas pueden levantarse la cabeza y caminar con integridad entre las naciones vecinas otra vez. Jehová se ha acordado de ellos. No tienen que consolarse de ningún desamparo presente por refugiarse sólo en las historias de su gloria pasada; todo el presente brilla con el poder de Jehová. Esta generación va a ser de renombre… ¡y la portavoz de este avivamiento nacional es el profeta Jonás! Según 2 Reyes 14:25:
Jeroboam hijo de Joás] restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá, conforme a la palabra de Jehová Dios de Israel, la cual él había hablado por su siervo Jonás hijo de Amitai, profeta que fue de Gat-hefer. ¡Jonás es el bienaventurado que proclama la palabra de Jehová en una época de avivamiento nacional!1
El Terror Asirio
Pero el avivamiento militar de Israel depende de otro factor internacional no mencionado hasta ahora. Mucho más al nordeste que el país vecino Siria y su capital de Damasco, subiendo muy lejos, pasando el río Éufrates y continuando hasta la región del norte del río Tigris, pegado a lo que hoy es la ciudad de Mosul en el norte de Irak, está el imperio de Asiria. Específicamente, llegamos a una de sus ciudades principales y su capital futuro, Nínive.2 Y aunque está lejos, la ciudad y el reino que representa tienen un papel muy importante en la prosperidad que disfruta Israel.
Antes de la generación bendita de Joás, Jeroboam y Jonás, los israelitas sintieron escalofríos por el acercamiento militar de los asirios. En 876 a.C., unos 120 años antes del reinado de Jeroboam hijo de Joás, el rey asirio Asurnasirpal había salido a atemorizar y saquear los pueblos al oeste y sudoeste de Nínive, en dirección a Israel. Cuando los pueblos lo resistieron, Asurnasirpal los trató así: Los destruí, deshice los muros y quemé los pueblos con fuego. Capturé a los sobrevivientes y los empalé en palos enfrente de sus pueblos. En esa época agarré toda la extensión de la montaña de Líbano y alcancé al Gran Mar… Limpié mis armas en el mar profundo y ofrecí sacrificios de ovejas a todos los dioses. El tributo de la costa – de los habitantes de Tiro, Sidón, Biblos… su tributo recibí y abrazaron mis pies.3
La violencia de este imperio era abominable. Cuenta Asurnasirpal II: Construí una columna al lado de la puerta de la ciudad, y despellejé a todos los principales que se habían rebelado y cubrí la columna con sus pieles. Algunos encerré dentro de la columna, algunos empalé en la columna en palos y a otros até a palos alrededor de la columna… Desmembré a los oficiales, a los oficiales reales que se habían rebelado… Muchos de los cautivos entre ellos quemé en hoguera, y muchos tomé vivos. De algunos se les corté las manos y de otros las narices, las orejas y los dedos, de muchos les quité los ojos. Hice una columna de los vivos, y otra de cabezas, y até las cabezas a los troncos de árboles por toda la ciudad. Sus jóvenes y muchachas quemé en hoguera… A veinte hombres tomé vivos y los empalé en palos… A los demás los hice ser consumidos por sed en el desierto del Éufrates.4
Este escándalo de violencia en extremo, de idolatría y de humillación se acercaba más y más a Israel. Veintitrés años después de la campaña de Asurnasirpal descrita arriba, el rey Acab de Israel formó parte importante de una junta de 12 reyes que intentaron a parar el avance del rey asirio Salmanasar III. Lo enfrentaron en Qarqar en el norte de Siria, y aunque la junta fue derrotada, paró el avance de los asirios. Fue la primera batalla entre israelitas y asirios.5
Doce años después Salmanasar III vuelve y sin ninguna batalla como Qarqar para pararlo, pone a Damasco en sitio, destruye el resto de Siria y saca tributo de varios reyes incluyendo a Jehú de Israel.6 Y sólo cinco años antes del reinado de Joás, Adad-nirari III de Asiria humilla y despoja a Damasco, los vecinos de Israel. El poder militar asirio ahora alcanza las fronteras de Israel.7
Cuando el avivamiento en Israel empieza a brotar al comienzo del reinado de Joás, Asiria tiene que prestar su atención militar hacia el norte de Nínive en la región de Armenia. La situación internacional alrededor de Israel por fin está más tranquila. No hay amenazas de Asiria; Damasco se queda muy débil por su humillación cinco años antes. Por fin Israel tiene la oportunidad de crecer y prosperar sin molestia.8 Jehová, en cuya mano están todos estos acontecimientos, visita a su pueblo y empieza la nueva época dorada.
Pero ahora la palabra de Jehová interrumpe el sueño siempre creciente de la prosperidad nacional. ¿Jehová me manda a Nínive para predicar? ¿Qué pasa si Jehová tiene compasión y perdona a los asirios? ¿Si vuelven a ser un imperio poderoso? ¿Si amenazan a Israel otra vez? ¿Si demandan una tras otra entrega de tributo para debilitar y empobrecer al país? ¿Si nos atacan y luego empalan a los gobernantes y los jóvenes frente a las ciudades santas de Israel? ¿No sería mejor que sean consumidos por la ira de Jehová y que dejen de molestar al pueblo de Dios?
El Llamado a la Compasión
Jonás no fue el primero en recibir un llamado de Jehová tocante a una ciudad pagana sumergida en el pecado. Si es motivado por la gracia de Jehová, Jonás tiene ejemplos por seguir. Acuérdese del anuncio de Jehová a Abraham sobre otra gran ciudad pecaminosa:
Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí. (Génesis 18:20-21)
Abraham tomó esta revelación como invitación a la intercesión por Sodoma y Gomorra: Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? Quizás haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿Destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? (Génesis 18:23-24) Y continuó atrevidamente Abraham su intercesión por las vidas en ese lugar corrupto hasta escuchar que aun al haber sólo diez justos en la ciudad, Jehová no la destruiría por amor a los diez.
Pero el llamado de Jehová a Jonás es a más que la intercesión en oración por Nínive. Jonás debe seguir el ejemplo de Abraham en orar por ellos, pero Jehová también le manda: “pregona (o predica) contra ella.” Debe presentarse en Nínive con la misma seguridad y celo que el profeta Elías cuando predicó contra la idolatría del rey Acab en Samaria de Israel: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra. (1 Reyes 17:1)
Al sentir la idolatría y la violencia amenazante de Nínive, Jonás se puede animar por la memoria de la intercesión de Abraham por Sodoma y Gomorra, o se puede fortalecer en el ejemplo de Elías frente a Acab… pero huye. Sin entrar en discusión, se aleja lo más rápido posible de su país natal. Jonás 1:3 cuenta cada paso de su afán por abandonar su llamado: Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis… Tres veces menciona a Tarsis, la ciudad más lejana en la dirección opuesta al lugar donde Jehová le había mandado.
Jonás 1:3 dice: Se levantó para huir de la presencia de Jehová. Que no nos equivoquemos: no significa que de repente a Jonás se le olvidó el Salmo 139:7-10. “La presencia de Jehová” en Jonás 1:3 tiene el mismo sentido como en 1 Reyes 17:1 y en 2 Reyes 5:16 cuando los profetas Elías y luego Eliseo proclaman, Vive Jehová Dios en cuya presencia estoy para hacerle saber