de este modo el proceso de constitución de una formación neurótica, con la solidificación caracterial como resultante final.
Estos desenlaces no felices enseñan mucho, en la medida que nacen de la potencia del método y no de su debilidad, pero con resoluciones que optan por un atajo neoadaptativo.
Eludiendo la experiencia extendida del inconsciente, la admisión del dolor psíquico y la reparación de vínculos pasados y actuales.
1 La palabra mentalización está fuertemente connotada a partir de los desarrollos de Peter Fonagy y otros, de los que luego me ocuparé.
2 Sin olvidar que como Chesterton decía, socarronamente, en los clubes ingleses estaba proscripto discutir de política o religión, en verdad aquellas cosas que son las únicas por las cuales vale la pena discutir.
3 De ahí que el des-ser y la destitución subjetiva que dijera Lacan son indicaciones valiosas, si se las considera como momentos de corte basados en desnarcisizaciones radicales ocurridas durante el desarrollo del análisis. Y por lo tanto incluidas en una dialéctica procesal que puede recuperar en sus pliegues (kohutianos), el narcisismo trófico.
4 El psicoanálisis, como toda práctica social consistente, promueve valores propios, aunque ligados a tramas axiológicas que lo trascienden. En este caso el enaltecimiento occidental de la singularidad y el impulso indagatorio de la Ilustración. De ahí sus aportes de conocimiento y deontológicos referidos a la crianza, la educación, los vínculos terapéuticos, es decir donde están en juego procesos de construcción subjetiva. Es también por esto que podemos aseverar que la heurística de lo verdadero y la integridad del analista generan modalidades específicas de sublimación. Mientras el proceso, en sí mismo, muestra en acto las vicisitudes de instauración de autonomía, propia consistencia y articulación de la emocionalidad básica a sistemas de valores.
5 ¿Por qué surge en mí la preocupación diagnóstica? ¿Una contrarresistencia que genera distancia?; ¿una señal de alarma fundada?; ¿un mensaje de S.O.S. proveniente del paciente?...
6 Ver más adelante, p. 41 y siguientes.
7 Dentro de los “destinos de pulsión”, bosquejados por Freud en ese colosal esfuerzo conceptual que llamó metapsicología: represión, sublimación, transformación en lo contrario, vuelta contra sí mismo, cambio de pasividad a actividad y coartación en su fin, este último goza de menor prestigio, en perspectiva de hominización. Pues en él no tendría lugar la transformación cualitativa que –se supone– ocurre en la sublimación, la cual opera entonces como término de comparación implícito de superior jerarquía. Pero desde otro modo de entender la cosa, la “no transformación” es potencialidad de ser replegada, aunque enunciada en clave tradicional, o sea, como si se tratara de impulsos primarios incivilizados que “están ahí”, a la espera. Es más fecundo pensarlo como lo no-sido que aspira y tiende a ser, y desde unidades de existencia mayores, como el Verdadero Self, que incluye en sí a las pulsiones.
8 R. Paz, Cuestiones disputadas en la teoría y la clínica psicoanalítica. Biebel/SAP, Buenos Aires, 2008, p. 227.
CAPÍTULO SEGUNDO
Estar en análisis
Nos movemos entre derivas en extensión y penetraciones en intensión, según la tolerancia a las intensidades de lo que vaya surgiendo y de las relaciones que se avizoran con lo hasta entonces disociado.
Esto requiere adecuación topológica (“dónde” está el material) y temporal (el timing, de acuerdo a los márgenes de aceptación que sean posibles).
Lo primero supone el reconocimiento de espacios entre analizando y analista, en los que ambos se hallan involucrados en una trama que incluye:
- zonas mudas;
- áreas activas, intuidas pero no abordables aún, que plantean la cuestión mencionada del cuándo y de la maduración de problemáticas;
- niveles primarios escindidos.
- bolsones de experiencias fragmentadas, sometidas a regímenes extremos de expulsión (“aglutinadas”, “psicóticas”).
Apartadas estas últimas del “comercio asociativo” por fuertes barreras disociativas, que tienden a constituir formaciones rígidas del carácter.
Son naturalmente renuentes a entrar en juego, facilitadas por un arco que incluye desde resistencias y contrarresistencias hasta la prudencia necesaria.
Lo de “espacios entre” (que involucra a los lugares circundantes) no remite a una cartografía descriptiva, sino a la concurrencia de disponibilidades y estados distintos entre dos seres ligados en una asimetría operatoria que se va construyendo, apta para dar lugar a lo que sea.
Y no deducible de lo de cada uno.1
Por otra parte tampoco es cuestión de fascinarse por lo profundo o lo que se escurre, aunque sí tenerlos en cuenta.
Y en un balance resistencial que depende de la modulación y calidad de la angustia, siendo que la relevancia de uno u otro aspecto se descubre en acto, en el devenir del movimiento mismo.
Es de este modo que las heterogéneas materias primas –asociaciones, relatos, confesiones, descargas afectivas– al manifestarse de la manera más suelta posible y adquirir densidad simbólica, pueden constituirse en material, pasible de ser tratado en un contexto que sostenga su complejidad y sus puntos de fuga.
Ese cambio de calidad en el fluir habitual de las experiencias es el efecto primero de una continencia productiva.
Es también la resultante buscada de estar en análisis, condición difícil de definir pero que se reconoce prontamente por la coloratura diversa y los cambios en las “intensidades psíquicas”, como decían los clásicos, que adquieren diversas temáticas.
Y las prioridades entre las mismas, que van cambiando de lugar.
Por otra parte, si cualquier contacto entre seres humanos genera densidad emocional y potencial información sensible, mucho más ocurre en las condiciones que posibilitamos.
Impregnarse de esa masa vivencial sería abrumador –lo saben bien los esquizoides para quienes la mera cotidianidad común resulta agotadora– si no fuera por defensas y dispositivos culturales preformados, que atenúan todo lo que se dispara.
También por eso es bueno recuperar el valor de las primeras impresiones, por ejemplo en las entrevistas iniciales.
Pues aunque se hallan impregnadas de proyecciones y prejuicios, que parecerían justificar sabidurías establecidas respecto de lo erróneo de dejarse guiar por ellas, también suministran captaciones profundas, Gestalten intuitivas de como es el otro.
Las que habrá que guardar en rescoldo hasta que surjan como ocurrencia o evocación en un momento posterior.
Tengamos presente que devenir psicoanalista es, en gran medida, legitimar y poner en actividad atributos y funciones opacadas por la adaptación.
Situándolas en claves de empatía, de pensar suelto y de contención activa.
Siendo