Nico Quindt

El libro de oro del Coaching


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cliente descubra que ese abanico se encuentra disponible y hacer que lo abra e indague en todas las potenciales soluciones que tiene a su disposición. Por eso es importante conocer esas opciones que le vamos a mostrar al cliente o coacheé en un repertorio de herramientas para que pueda alcanzar su objetivo. Y esas opciones, como veremos más adelante, se generan mediante preguntas que abren nuevos caminos.

      El coach debe estar plenamente consciente de que es un mero acompañante y de que todo el trabajo duro lo ha de hacer el coacheé, cada logro del cliente debe ser entendido como eso: un logro del cliente. Porque esta es la manera en que el cliente ganará la confianza de creerse capaz de alcanzar cualquier objetivo por sus propios medios. Quizás hayas dado con la frase, la idea o la pregunta mágica que llevó al coacheé a ese descubrimiento y te mueras por hacérselo notar, es normal, es clásico de nuestro ego buscar ese reconocimiento, pero recházalo. Si eres un buen coach te alcanzará con la satisfacción de haberlo ayudado en lugar de aspirar a la gratificación del reconocimiento. Y si se llegara a dar el caso de que el coacheé se da cuenta de que tú fuiste la piedra angular de ese descubrimiento y te dice algo como: “esto te lo debo a ti” devuélvele el halago como si te lanzaran un puerco espín: “esto solo te debes a ti”. Nunca generes dependencia, esa es la diferencia entre un buen y un mal coach, la misma que existe entre un buen y un mal líder.

      Como coach debes brindar la confianza para que el cliente piense por sí mismo, encuentre sus respuestas y descubra dentro de sí, su potencial, el camino hacia sus logros. El coach no debería hacer comentarios del tipo “yo haría esto en su lugar” porque eso es una forma de dirección pasiva. Lo que deberías transmitir para llegar a ser un excelente coach es la capacidad de que el cliente aprenda a hacerse las mismas preguntas que tú le harías, que ya no te necesite. Y voy a adelantarte una técnica aquí mismo: cuando hayas llegado a formular una serie de preguntas de manera consolidada y repetitiva, entonces el coacheé ya conocerá la pregunta que le harás y también sabrá la respuesta. Pero puedes invitarlo a que cuando se encuentre ante a una situación compleja que se esté tratando en la sesión de coaching pueda pensar “¿qué pregunta me haría el coach en este momento?”. Un ejemplo puede ser: “si hago o digo lo que estoy a punto de decir ¿qué posibles resultados me esperan?” Si ninguno es el que yo quiero, entonces no debería hacerlo o decirlo.

      En síntesis, el coaching consiste en un proceso de autoconocimiento y desarrollo personal para lograr la automotivación y el enfoque para alcanzar objetivos.

      Otra de las funciones del coach o más bien una de las cosas de las que debe cuidarse, es no crear falsas expectativas en los coacheés, esta es una responsabilidad que impide frustraciones evitables. Las personas no pueden lograr todo lo que quieran, sino todo lo que quieran dentro de sus capacidades; mientras más se capaciten, más van a lograr, y mientras mejor predispuestos física y mentalmente estén de cara a esos objetivos, también; pero eso no es todo, no hay que engañar ni engañarse, no le puedo decir a un inválido que llegará a ser maratonista por más que lo desee con todas sus fuerzas.

      Hay un ejercicio muy simple que se llama aceptación que poco tiene que ver con la resignación.

      Vamos a explicarlo en profundidad. Ser maratonista no es una meta, es un medio para ser feliz. Yo me siento a gusto alcanzando una meta, haciendo deporte, y eso me da satisfacción, gratificación y felicidad. Esas son las metas reales. Ahora, si el tren me ha cortado las piernas, quizás no pueda ser maratonista, pero puedo ser atleta en silla de ruedas o puedo dedicarme a escribir libros y ser un escritor reconocido. Una vez que acepto mi realidad puedo lidiar con ella y elaborar un plan acorde. Existen limitaciones físicas. Esto es verdad. No podemos negar la fuerza de gravedad. A lo que apunta el coaching es a romper con las limitaciones mentales que le impiden a un águila volar, pero no a hacerle creer a un cerdo que puede hacerlo.

      Esta es una de las tantas situaciones que el coach debe evitar. A continuación, te explicaré algunas otras.

      1.7 LO QUE NO HACE EL COACH

      Como coach no debes dar respuestas ni marcar el camino, sino acompañar el proceso de aprendizaje ayudando al cliente a explorar la consciencia de sí mismo y motivarlo para cumplir sus objetivos encontrando nuevas opciones.

      • El coaching no es una terapia.

      • No puedes hacer intervenciones.

      Sin embargo, como soy un poco rebelde y casi siempre me niego al pensamiento rígido que impera en cualquier empresa o proceso, he indagado más a fondo estas cuestiones. Un amigo certificado en neurocoach me ha postulado que no son irreconciliables estas disciplinas (la terapia, mentoría y consultoría) que se pueden fusionar, es decir: podemos indagar dentro de la otra persona para que ella resuelva sus problemas encontrando dentro de sí misma la solución, esto sería un proceso típico de coaching, pero cuando vemos que está muy alejada de esa realidad o cuando la persona lo solicita porque le resulta muy difícil lidiar con esa traba, podemos asesorarla y brindarle un consejo, una idea o una herramienta específica. Entonces dentro de un proceso de coaching incluimos la consultoría, pero siempre sabiendo que en ese momento no estamos haciendo coaching sino consultoría. Algunos verticalistas o absolutistas van a negar rotundamente esta metodología, pero yo pienso que esto es privarse de incluir disciplinas que pueden ayudar al coacheé, y si nuestro trabajo al final del día es ayudar al cliente, entonces no veo por qué estaría mal valernos de herramientas que conocemos si nos pueden facilitar la tarea. Mientras seamos plenamente conscientes de en qué momento estamos coaching y en cuál otro estamos dando mentoría o lo que fuere, según mi juicio no habría inconveniente. Lo dejo a tu criterio si esto es viable o no.

      ¡CUIDADO!

      Decir lo uno haría en el lugar del cliente o cuestiones similares: “yo en su lugar haría tal cosa” “por qué no prueba con hacer tal cosa”, puede servirle a uno, pero no necesariamente al cliente. Se comete el error de pensar que el accionar que uno considera correcto puede serlo para la otra persona, o peor aún que yo poseo la forma correcta de actuar. Si me pongo a mí como ejemplo puedo caer en que se ponga sobre la mesa la cuestión de la superioridad del coach sobre el coacheé que siempre se quiere evitar en el proceso de coaching.

      Ciertas veces escuchamos un consejo “yo no haría eso” “si te pasa esto debes hacer esto otro” y en el momento que fue dado quizás haya conseguido resultados, pero sucede que nuestra mente muchas veces lo interpreta como un mandato “yo no debería hacer eso” o siempre que pase esto debo hacer esto otro” y esta información que se nos brindó como un consejo en una situación determinada la tomamos como una instrucción a la que a mí me gusta llamar verdad absoluta. Por esta misma razón es que el coaching se abstiene de este tipo de comentarios.

      El coaching presupone que los coacheés tienen todas las herramientas para lograr sus objetivos, pero sucede que ciertas veces los clientes hacen cosas y obtienen objetivos y siquiera saben cómo lo hicieron, por eso es necesaria la ayuda de un coach que ayude a descubrir esa fórmula oculta. Ciertas veces los clientes no disponen de todas las herramientas, o, si lo hacen, les falta perseverancia, intuición, imaginación o simplemente carecen de la inteligencia para ver el panorama completo, esta es otra razón por la cual es necesario un coach.

      Siempre y cuando la persona esté dispuesta a hacer esos cambios y descubrimientos y a tomar las riendas de su vida y el valor de alcanzar sus metas.

      Por eso nunca intente enseñar a un cerdo a volar. Primero porque fracasará, segundo porque desgastará tiempo, energía y será muy duro intentarlo, y tercero porque molestará al cerdo.

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