Melanie Milburne

Heridas en el alma


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      Editado por Harlequin Ibérica.

      Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

      Núñez de Balboa, 56

      28001 Madrid

      © 2020 Melanie Milburne

      © 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

      Heridas en el alma, n.º 2809 septiembre 2020

      Título original: The Return of Her Billionaire Husband

      Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

      Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

      Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

      ® Harlequin, Bianca y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

      ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

      Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

      I.S.B.N.: 978-84-1348-697-0

      Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

      Índice

       Créditos

       Capítulo 1

       Capítulo 2

       Capítulo 3

       Capítulo 4

       Capítulo 5

       Capítulo 6

       Capítulo 7

       Capítulo 8

       Capítulo 9

       Capítulo 10

       Capítulo 11

       Capítulo 12

       Epílogo

       Si te ha gustado este libro…

      Capítulo 1

      HABÍA algo de irónico en llegar a la boda de tu mejor amiga como dama de honor con los papeles del divorcio en el bolso. Pero Juliette estaba decidida a no estropear el día de la boda de Lucy y Damon. Bueno, no solo el día de la boda, sino todo el fin de semana. En Corfú.

      Y el marido del que se había separado era el padrino.

      Juliette aspiró con fuerza el aire y trató de no pensar en la última vez que estuvo en un altar al lado de Joe Allegranza. Trató de no pensar en la cortísima ceremonia en la iglesia del pueblecito inglés frente a un puñado de testigos, el embarazo bastante obvio bajo el traje de novia vintage de su madre. El vestido que le picó durante todo el tiempo que lo llevó puesto. Trató de no pensar en la expresión de decepción de sus padres al ver a su única hija casarse con un completo desconocido tras haberse quedado embarazada en una aventura de una noche.

      Trató de no pensar en su hija, la bebé que no llegó a respirar ni una sola vez…

      Juliette se bajó del minibús y entró en el vestíbulo de la lujosa villa privada en Barbati Beach. La supereficiente organizadora de bodas, Celeste Petrakis, había planeado que la comitiva nupcial se alojara en la villa para que el ensayo general y otras actividades planeadas fueran lo más cómodas posibles. Juliette había pensado preguntar si podía quedarse en otro hotel cercano, porque no le apetecía encontrarse con Joe más de lo estrictamente necesario. Socializar educadamente con su exmarido durante el desayuno, la comida y la cena no era precisamente su escenario ideal. Pero la idea de enfadar a la organizadora de bodas, que lo tenía todo planeado al milímetro, le daba terror.

      Juliette había pensado incluso en algún momento declinar el honor de ser la dama de honor de Lucy, pero eso habría hecho pensar a todo el mundo que no había superado lo de Joe.

      Y desde luego que lo había superado. De ahí los papeles del divorcio.

      –Bienvenida –la azafata elegantemente vestida la saludó con una sonrisa deslumbrante–. ¿Su apellido, por favor?

      –Branco… digo… Allegranza –Juliette lamentó no haber cambiado oficialmente su apellido para recuperar el de soltera.

      ¿Por qué no lo había hecho? De hecho, seguía sin entender por qué había adoptado el de Joe en un principio. Su matrimonio no había empezado de forma normal. No hubo citas, ni cortejo, ni manifestaciones de amor. Nada de declaraciones románticas. Solo una noche de sexo salvaje y luego el hasta luego y gracias por los recuerdos. Ni siquiera se habían dado los números de teléfono. Cuando Juliette reunió el valor para buscar a Joe y decirle que estaba embarazada, él había insistido en casarse con ella. Solo habían vivido juntos como marido y mujer un total de tres meses. Tres meses de matrimonio y luego todo terminó… como el embarazo.

      Pero cuando Joe firmara los papeles y se completara el divorcio, podría librarse por fin de su apellido. Sería libre de seguir con su vida, porque estar atrapada en aquel limbo era un asco. ¿Cómo iba a superar alguna vez el proceso de duelo sin tachar con una gruesa línea negra su tiempo con Joe?

      Tenía que seguir adelante.

      La recepcionista tecleó algo en el ordenador.

      –Aquí está. J. Allegranza–. ¿Y la J corresponde a…?

      –Juliette.

      ¿Por qué Lucy no le había dicho a la organizadora de la boda que Joe y ella estaban separados? ¿O acaso Damon y ella confiaban en que volverían a estar juntos por arte de magia?

      Nada más lejos de la realidad. No tendrían que haber estado juntos desde un principio.

      Si su amor de la infancia, Harvey, no hubiera optado por dejarla en vez de declararse, como Juliette esperaba, nada de todo aquello habría sucedido. Sexo de rebote con un guapo desconocido. ¿Quién