bíblicamente y quienes han sido un modelo para mí de lo que debe ser el púlpito. Adrian Rogers de la Bellevue Baptist Church en Memphis, Tennessee, W.A. Criswell de la First Baptist Church en Dallas, Texas y S. Lewis Johnson de la Beleiver´s Chapel en Dallas, Texas fueron un modelo de exposición bíblica en mis años formativos. Su compromiso con la predicación de la inerrante e infalible Palabra inspirada por Dios ha moldeado mi perspectiva de la predicación. Cada uno de ellos se convirtió en una encarnación de lo que Dios me ha llamado a realizar.
Además, quiero reconocer a mis profesores del Dallas Theological Seminary. Haddon Robinson y Duane Litfin me enseñaron la predicación expositiva en el salón de clases, lecciones que jamás olvidaré. Otros profesores en Dallas, hombres como Howard Hendricks, J. Dwight Pentecost, John Hannah y Stanley Toussaint han dejado su huella en mi vida. Más que a nadie, quiero agradecer a Roy Zuck, quien no solo me enseñó exposición bíblica, sino que también me pidió escribir cuatro artículos sobre predicación expositiva para la Bibliotheca Sacra, que después se convirtieron en la base de este libro. Cada página de este libro, de una u otra manera, ha sido martillada en el yunque de sus ministerios expositivos.
Adicionalmente, R.C. Sproul, uno de mis profesores en el Reformed Theological Seminary, me instruyó en los finos detalles de la comunicación. Cada una de sus clases estaba llena de su pasión para transmitir la verdad de la Escritura y aún permanecen frescas en mi mente.
Además, deseo expresar mi gratitud por la predicación expositiva de John MacArthur, pastor y maestro en la Grace Community Church en Sun Valley, California. Su incansable búsqueda del significado del texto bíblico y su apasionada predicación de ese pasaje, con un enfoque centrado en Dios, ha moldeado toda mi perspectiva del púlpito. Este hombre de Dios ha establecido para mí, y para toda una generación, el más alto estándar de lo que la predicación debería ser.
No todos mis mentores siguen con vida. Muchos hombres continuaron moldeándome mucho después de haber dejado esta tierra. Me refiero a los reformadores, hombres como Martín Lutero, Juan Calvino; los puritanos, especialmente Thomas Watson y John Owen; y otros estandartes del púlpito que han seguido sus pasos, poderosos predicadores como George Whitefield, Jonathan Edwards, Charles H. Spurgeon y, más recientemente, Martyn Lloyd-Jones. Leer sus sermones y estudiar sus vidas me ha transformado radicalmente. Las páginas de este libro surgen de la influencia de cada uno de estos hombres.
Adicionalmente, estoy agradecido con el equipo de Moody Publishers, especialmente con Mark Tobey, quien creyó en el mensaje de este libro, y Jim Vincent, cuya habilidosa edición ha tejido este manuscrito, creando una prenda sin costuras para la gloria de Dios.
En el sentido más real, escribir este libro me ha llevado toda la vida. Cada uno de los antes mencionados ha moldeado directamente mi vida en el púlpito, una influencia duradera que, confió, se transmita en este libro. Que Dios utilice todo esto para su gloria y nuestro bienestar.
Introducción
DÍAS DE SEQUÍA
El Dr. D. Martyn Lloyd-Jones, el famoso expositor de la capilla de Westminster en Londres, al dar una clase sobre predicación en el Westminster Theological Seminary, declaró: “La necesidad más urgente en la iglesia cristiana de la actualidad es la verdadera predicación; y al ser la más grande y más urgente necesidad de la iglesia, es también la más grande necesidad del mundo”.1
Si el diagnóstico del doctor es correcto, y este escritor cree que lo es, entonces regresar a la predicación—la verdadera predicación, la predicación bíblica, la predicación expositiva—es la más grande necesidad en este crítico momento. Si una reforma ha de venir a la iglesia, debe ser precedida por una reformación del púlpito. A donde se dirija el púlpito se dirige la iglesia.
El profeta Amós advirtió que habría hambre en la tierra, un hambre de oír la Palabra del Señor (Amós 8:11). El teólogo Walter Kaiser es uno de los muchos que ha declarado que esa hambre ha llegado y ha estado aquí desde hace tiempo: “El hambre por la Palabra continúa en proporciones masivas en la mayoría de Norte América”.2 Sin duda, estamos viviendo en días de sequía, momentos en los que muchas fuerzas están sofocando la predicación bíblica. Ahora más que nunca, los pastores deben regresar a su mayor llamado, el “predicar la palabra” (2 Timoteo 4:2).
¿Qué es exactamente la predicación expositiva? Difícilmente encontraremos otra mejor definición que la dada por J.I. Packer en God Has Spoken [Dios ha hablado]: “La verdadera idea al predicar es que el predicador debe convertirse en portavoz del texto, abriéndolo y aplicándolo como Palabra de Dios para sus oyentes, hablando solo con el propósito de que el texto sea hablado y escuchado”. Packer resaltó que el predicador debe “exponer cada punto del texto de tal manera que” [citando del diccionario de Westminster] “los oyentes puedan discernir lo que Dios enseña de ese texto”.3 Esta es la verdadera naturaleza de la predicación. Es el hombre de Dios abriendo la Palabra de Dios y exponiendo sus verdades para que la voz de Dios sea escuchada, la gloria de Dios sea vista y la voluntad de Dios sea obedecida.
Hace algunos siglos, el reformador ginebrino, Juan Calvino, declaró que la predicación involucra la explicación de la Escritura, desenvolviendo su verdadero y natural significado, mientras establece aplicaciones a la vida y experiencia de la congregación.4 En otras palabras, la exposición involucra tanto la explicación como la aplicación, o la Palabra explicada cuidadosamente y relacionada prácticamente a la vida. Calvino también declaró: “La predicación es la exposición pública de la Escritura por el hombre enviado por Dios, en donde Dios mismo está presente en juicio y gracia”.5 Esto es la verdadera predicación expositiva. Es predicar la Biblia, explicando el verdadero significado de la Escritura de una forma que conlleve juicio divino si es rechazada y gracia divina si es recibida. En este sentido, Calvino argumenta que Dios está inusualmente presente en la predicación de su Palabra. Cuando Esta es la dinámica sobrenatural de la predicación expositiva. En donde la Biblia habla, Dios habla.
Más recientemente, Merrill Unger definió la exposición bíblica como comunicar el “real y esencial significado” de un pasaje de la Escritura “como existió en la mente del escritor bíblico y como existe a la luz de todo el contexto de la Escritura”.6 Unger explicó que es “la Palabra de Dios hecha simple y aplicada a las necesidades actuales de los oyentes”. Además añadió: “No es predicar sobre la Biblia, sino predicar la Biblia. ´Lo que dice el Señor´ es el alfa y omega de la predicación expositiva. Comienza en la Biblia y termina en la Biblia, y todo lo que interviene surge de la Biblia. En otras Palabras, la predicación expositiva es una predicación centrada en la Biblia”.7 O como J.I. Packer escribió, es simplemente “dejar que el texto hable”.8 A esto nos referimos con predicación expositiva y esto es lo que tanto necesitamos actualmente.
Hambre en la tierra es una expansión de una serie de cuatro partes originalmente publicada en la Bibliotheca Sacra entre 2001 y 2002.9 Parte del material preparado para esa serie, omitido debido a restricciones del espacio, ha sido restaurado en este libro. Estas adiciones proveerán un efecto más polémico y provocativo. Los capítulos mismos son exposiciones de la Escritura, modelando su llamado, es decir, un mensaje centrado en Dios extraído de un texto bíblico. Este abordaje basado en el texto permitirá que la Palabra de Dios determine el lugar que la predicación bíblica debe tener en la iglesia, así como definirá cómo la Palabra debe ser predicada.
Estas páginas tienen la intención de fortalecer el compromiso de aquellos que predican la Palabra, ya sean pastores, maestros, evangelistas, profesores de seminario o profesores de Biblia en los colegios, así como estudiantes preparándose para el ministerio de la predicación. Este libro está diseñado para unir a todos los que están en las trincheras de la fe, predicando y enseñando la Escritura para discernir y desechar las muchas amenazas que han surgido contra la completa exposición del consejo de Dios. Así mismo, está escrito para alentar a quienes aman la fiel predicación de la Palabra de Dios, desafiándolos a apoyar a aquellos que los alimentan con la sana doctrina de la Escritura.
Hambre en la tierra aborda directamente