problema; el primero es que las autoridades intervengan los mercados y los “corrijan” para evitar monopolios, oligopolios o prácticas que atenten contra el consumidor; otra forma de plantear la solución es dejarlos totalmente libres y que se autorregulen, ya que la intervención muchas veces empeora las cosas. Estas son las posiciones que normalmente se pueden apreciar en el debate económico. La microeconomía plantea que los mercados “fallan” y que son las autoridades las llamadas a la intervención, ya que estas supuestas fallas afectan a los consumidores. Esto sigue siendo un tema de debate del que también surge la siguiente pregunta: ¿y acaso el Estado no falla? ¿Quién lo corrige?
En este texto presentamos la microeconomía como normalmente se encuentra en los textos universitarios, pero algunos capítulos están basados en los principios económicos de la escuela austriaca de economía, así como en el institucionalismo.
El libro está compuesto de cuatro partes. La primera parte, titulada “Visión y metodología de la economía”, incluye dos capítulos. En el capítulo 1 se explica la importancia de la economía en la sociedad y de qué manera las autoridades estatales influyen en la economía al emitir una serie de disposiciones y leyes que permiten que los mercados se desenvuelvan de la mejor manera, que los integrantes de la sociedad ofrezcan libremente su fuerza de trabajo, los inversionistas efectúen eficientemente sus inversiones y los productores lleven a cabo sus procesos productivos de bienes y servicios a precios competitivos.
En el capítulo 2 se plantean las diferentes metodologías o epistemologías que utilizan las diferentes escuelas económicas, como las relacionadas al mainstream (corriente predominante), el monetarismo y el keynesianismo, y la escuela austriaca; en el primer caso, se relacionan con la metodología hipotética deductiva, donde se plantea una hipótesis y se corrobora (no se verifica) a través de un método empírico, que normalmente son las estadísticas históricas; es decir, se plantea, por ejemplo, que la proposición A causa la proposición B, luego de un proceso deductivo, y mediante el análisis estadístico de datos fechados se demuestra que esta relación causa-efecto no es falsa; esta estrategia es conocida como el falsacionismo del filósofo Popper. La otra epistemología es el apriorismo praxeológico, desarrollado por von Mises en su tratado de economía, la acción humana, el cual argumenta que la teoría económica parte de un axioma fundamental, el de la acción de las personas, donde estas actúan para pasar de una situación menos favorable a otra más favorable. A partir de este axioma se deducen una serie de proposiciones relacionadas con la acción humana, denominada “praxeología”. Una vez desarrollada esta disciplina, que explica cómo actúan las personas para satisfacer sus necesidades, se aplican al mercado dando lugar a la teoría económica, la que se concentra más en los procesos que en el equilibrio.
La segunda parte, titulada “La teoría del consumidor y del intercambio”, comprende tres capítulos, en el primero de los cuales se aborda la teoría del consumidor y el intercambio entre las personas. Se explican los principios fundamentales de la comercialización de los bienes pero sin considerar el dinero; lo que vale decir, el estado primario de los mercados a través de lo que se conoce como el trueque. En la teoría del consumidor nos basamos en Carl Menger, fundador de la Escuela Austriaca de Economía, quien en su obra Principios de economía política, publicada en el año 1871, nos dejó una formidable explicación sobre cómo valoramos los bienes sobre la base de la utilidad que nos da su consumo. Menger influyó marcadamente en la teoría económica al desarrollar el concepto de la utilidad marginal como instrumento de la valorización de los bienes que se intercambian en el mercado. Esta teoría defenestró a la teoría del valor del trabajo, que consistía en que la valorización de los bienes depende de los costos, especialmente el costo de trabajo o los salarios; Menger le dio la vuelta al concepto planteando que los bienes son valorados por las personas cuando los consumen y con base en la intensidad en la satisfacción de sus necesidades. Este es el meollo y la razón por la cual dos individuos están incentivados a intercambiar bienes. La variable clave es la utilidad marginal que define cómo el individuo valora el bien que posee y esta valorización le da el criterio para intercambiarlo por otro; si se entrega uno a cambio de otro, la utilidad que se deja de tener por desprenderse de un bien es mayor mientras menos bienes se tenga. De ahí que mientras menos bienes se posea estos se valoran más, y esta pérdida de utilidad se compara con la utilidad que se tendrá con el bien recibido.
A continuación, en el capítulo 2 se explica la teoría del consumidor de Menger, considerando el dinero como un bien que permite el intercambio de bienes entre dos personas de tal manera que ambas se benefician. El intercambio directo es el trueque, pero el intercambio indirecto es cuando se utiliza un bien como elemento de transacción en el sentido que este tiene un alto grado de comercialización y las personas lo aceptan como una unidad de intercambio. Y este bien es el dinero. Por ejemplo, los bienes que cumplieron esa función desde tiempos ancestrales fueron los metales preciosos como el oro y la plata, los que eran aceptados para el intercambio no solo porque tenía un valor de reserva, sino que con estos metales se podían realizar compras de otros artículos. Por tanto, el dinero es un bien que favorece y facilita el intercambio, y como tal tendrá un valor subjetivo cada vez que las personas lo tengan en su poder y lo usen, sea al vender un bien, por lo cual reciben dinero, o al comprarlo, por lo que deberán entregar dinero; en estos procesos se cumplen los principios fundamentales de la teoría del consumidor explicados en el capítulo 1 de la segunda parte.
El tercer capítulo complementa los dos primeros capítulos de la segunda parte al tratar del consumo pero esta vez considerando el tiempo como una variable que influye en la toma de decisiones de las personas. Así, la valorización de los bienes no es la misma en dos periodos diferentes. Por ejemplo, 1000 soles hoy y 1000 soles dentro de un año no tienen hoy el mismo valor en cuanto a la percepción de la utilidad que nos dará el uso de ese dinero. Esta diferencia entre el valor de un mismo bien hoy y en el futuro da lugar a un principio fundamental que está presente en la acción humana, que es la preferencia temporal de los bienes. Este principio da lugar a la existencia de las tasas de interés, que es la variable que conecta el presente y el futuro; así, se incentivan las inversiones y sus correspondientes tasas de rentabilidad. Los valores futuros se descuentan o actualizan para saber cuál es su valor presente y un valor presente se puede convertir en un valor futuro luego de un proceso de capitalización; esto lo hace posible la tasa de preferencia temporal que tiene cada individuo, como por ejemplo, que a una persona le es indiferente entre tener 1000 soles dentro de un año o 900 soles hoy, lo que da lugar que la tasa que refleja la preferencia temporal es del 11,11 %; en otras palabras, la percepción de un individuo de tener 900 soles hoy es igual en utilidad o satisfacción de consumo de bienes que poseer 1000 soles dentro de un año y viceversa. Esto se ve reflejado cuando una persona acepta un préstamo, donde gana utilidad por tener el dinero, pero luego dejará de consumir por tener que pagar la deuda. Igual sucede cuando un empresario invierte y evalúa la inversión y los retornos económicos en el tiempo.
La tercera parte se titula “Mercados, capital, empresarialidad y externalidades” y está integrada por cinco capítulos. El primero explica los diferentes enfoques sobre la definición de los mercados, su importancia y su estructura. Está la visión de los economistas clásicos, como Adam Smith y John Stuart Mill, quienes dieron los primeros pasos para consolidar lo que hoy se conoce como el libre mercado. Se continúa con Alfred Marshall, considerado el mayor aportante al estudio de la microeconomía, quien desarrolló en detalle el modelo de la oferta y la demanda, las elasticidades y las economías externas a escala, entre otros importantes temas. También se incluyen los aportes de Ludwig von Mises, representante de la escuela austriaca de economía, quien, partiendo del axioma de la acción humana, desarrolla un conjunto de proposiciones económicas que conforman la teoría económica. Con un enfoque más práctico, se expone una visión horizontal existente entre los mercados, como el de bienes y servicios, el de trabajo y el financiero. Se explica cómo los procesos de compra y venta forman los mercados y cómo se conectan dando énfasis al papel de sus actores: consumidor y productor. Se explica también la visión vertical de los mercados, muy poco desarrollada