José Kentenich

Desafío social


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dos personas eligiesen aleatoriamente diferentes capítulos del libro y lo leyesen podría darse el caso que una de ellas diga: “el Padre Kentenich tenía posturas bien de izquierda”, al mismo tiempo que la otra persona perfectamente podría decir “el Padre Kentenich tiene posturas bien contrarias a la izquierda”. En otras palabras, la visión del Padre Kentenich, tal como la Doctrina Social de la Iglesia, está basada en principios y observaciones de la realidad que identifican aspectos importantes que se aplican a la situación del mundo que vivía y también al futuro y que, por ello, superan divisiones simples e ideológicas de la vida social. En esta línea cabe mencionar la claridad con que el Padre Kentenich identifica tanto los riesgos del socialismo que se discutía en Alemania de 1930, como la realidad de pensar en un capitalismo de laissez faire. Respecto de esto último, el Padre Kentenich también identifica claramente que el apoyo popular al socialismo surge de los problemas que se observaban en el sistema que se veía en Alemania en esa época. Vuelvo a enfatizar aquí mi punto del comienzo de este artículo: las condiciones de vida materiales de una persona promedio de Alemania de esa época eran probablemente muy cercanas a las de un país africano de hoy.

      Frente a esto el Padre Kentenich plantea una crítica al socialismo por su mecanicismo, las consecuencias que tendrá la ausencia de propiedad privada y además la idea de que exista algún sistema que pueda construir un estado utópico terrenal de perfección. En esto último es interesante como el Padre Kentenich reconoce que los humanos tenemos pecado original y, frente a ello, los esquemas sociales deben reconocer que, como diríamos los economistas, las personas tienden a responder a incentivos. Así el Padre Kentenich no estaría sorprendido de observar cómo parte del fracaso del comunismo en el mundo se debe a justamente a que (i) estos sistemas no proveían incentivos para que esos países se desarrollaran y (ii) a que la burocracia de estos regímenes no se comportó como “ángeles” que sólo buscaban el bienestar del pueblo.

      ¿Significa esto que entonces la historia se acabó y el capitalismo triunfó? A estas alturas es bastante claro que no es así. Justamente, como habría anticipado el Padre Kentenich, parece ser que no obstante el progreso observado, hay ciertos aspectos que no dejan a las personas contentas. Algunos de ellos tienen que ver con cuestiones materiales (como la desigualdad) y otros con aspectos más subjetivos relativos a la realización humana (como la realización en el trabajo). En esta línea el Padre Kentenich, como la Doctrina Social de la Iglesia, es escéptico de pensar de nuevo en un sistema perfecto.

      Cuánta similitud tiene esta intuición con los resultados de la investigación moderna que identifica que el desarrollo se produce en mayor medida en sociedades donde existen instituciones sociales, o sea lo que el premio Nobel de Economía Douglas North llama “las restricciones ideadas por las personas que afectan las interacciones políticas, económicas y sociales”. Los famosos autores Daron Acemoglu y James Robinson, basados en investigación científica rigurosa, argumentan que existen instituciones inclusivas que promueven el desarrollo y que incluyen “… restricciones al ejecutivo, un sistema judicial potente, la existencia de derechos de propiedad e instituciones que dan acceso igualitario a la educación y que garantizan los derechos civiles…”. Lo contrario de las instituciones inclusivas son las llamadas instituciones extractivas. Lo importante de esta literatura es que documenta empíricamente que las políticas específicas se derivan de estas instituciones de un modo fundamental. Justamente diversos aspectos negativos de lo que el Padre Kentenich llama industrialización son contenidos por este tipo de arreglos institucionales, donde no sólo se protege a la propiedad privada, sino que además se promueven las oportunidades y el desarrollo de las personas y además trata de construir organizaciones sociales que equilibren el poder efectivo de empresas y trabajadores.

      3. LAS CONDICIONES MATERIALES Y EL DESARROLLO PERSONAL

      Un tema que llama mucho la atención de los planteamientos del Padre Kentenich en diferentes capítulos se relaciona con lo que el Padre Kentenich dice es el objetivo final de las acciones de la educación, que se relaciona con la redención, la felicidad y el desarrollo orgánico de las personas. En esto el Padre Kentenich está muy anticipado a desarrollos posteriores que ponen el foco en las condiciones de vida amplias de las personas (como la construcción del índice de desarrollo humano, las medidas de pobreza multidimensional, y medidas de bienestar subjetivo). Todas ellas consideran una mirada amplia al desarrollo de las personas.

      Sin embargo, llama fuertemente la atención como el Padre Kentenich (junto con la Doctrina Social de la Iglesia desarrollada en esa época y sobre todo posteriormente) también enfatiza el rol de las condiciones materiales. Como lo dice en diferentes lugares, sin comida o condiciones básicas es imposible pedir a las personas un desarrollo integral (sería pedirles un heroísmo, en sus palabras). Tampoco basta con lo material para la felicidad y el desarrollo humano, como menciono más arriba.

      4. LA PARTICIPACIÓN DE LAS PERSONAS EN SU PROPIO DESARROLLO

      Ciertamente en esta línea hay desafíos importantes, que tienen que ver con, por ejemplo, el desarrollo de vínculos y el llamado capital social a nivel local. Muchas investigaciones modernas también documentan una descentralización mal llevada puede terminar en consecuencias aún peores que las de la centralización. Varias investigaciones, a su vez, documentan como el desarrollo de vínculos y capital social a nivel local justamente ayudan a potenciar las iniciativas locales de las personas.

      De hecho, esta misma noción de participación y empoderamiento de las personas al momento de tomar decisiones y resolver problemas se plantea en los modelos modernos de administración de empresas y personas. Este es un tema que de hecho preocupaba al Padre Kentenich, en términos de cómo las personas pueden desarrollarse cuando sus trabajos eran monótonos, repetitivos y sin toma de decisiones. Es interesante cómo eso ha cambiado, y lo seguirá haciendo, con las tecnologías modernas y con el desarrollo del sector servicios de la economía.

      En suma, termino con una invitación a leer este libro, ya casi 90 años después de que el Padre Kentenich dictara sus charlas. Más aún en estos tiempos de incertidumbres, nuevas para una buena