Raimon Samsó

El Poder de la Alegría


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de autocorrección consiste en observar los sentimientos que elegimos poner en nuestro corazón y los pensamientos a los que entregamos la atención de nuestra mente. Esto comporta un nivel de responsabilidad que va a precisar de una gran disciplina y constancia.

      La paz interior es el resultado de una actitud interior y no de unas circunstancias exteriores favorables. No le eches la culpa de todo al mundo, a la mala suerte, a los demás, cuando no a Dios; atribúyesela más bien a tu urgente necesidad de autocorrección.

      La paz interior es un trabajo de piel para adentro pues sólo tú puedes proporcionártela. Tal vez te gustaría oír que es de otro modo, pero no sería veraz. Nuestra gran tarea consiste en reconocernos y poner nuestra vida en sintonía. Y ya no será necesario seguir inventando quién no somos. Este trabajo interior es simple aunque no es fácil de llevar a la práctica debido a nuestra gran habilidad para complicar lo sencillo.

      Cuando elevamos la vibración de nuestras percepciones, el mundo que nos rodea se transforma a su vez y se eleva con nuestra visión para adaptarse. Sostener esa vibración elevada va a contagiar a todo el campo de influencia para inspirarlo. Gandhi dijo: «¡Ustedes deben ser el cambio que desean ver en el mundo!».

      En nuestra travesía interior, que se produce a la velocidad del amor, volvemos al amor y la alegría. Si nos alcanzara la comprensión para contemplar nuestra naturaleza real, en un segundo de intuición, comprenderíamos que Dios nunca nos abandonó; más bien fuimos nosotros quienes le abandonamos a Él, víctimas de nuestra profunda amnesia espiritual.

      De regreso a la alegría, nos aguardan pequeños descubrimientos de gigantescas magnitudes. Tanto es así que les llamaremos «milagros». Los milagros son una corrección natural de las ilusiones de temor. En nuestra mano no está obrarlos, pero sí solicitarlos y aceptarlos, para que deshagan lo que nunca debimos intentar hacer a solas

      El juego del dolor no es más que una versión emocional del conocido juego del ego: «busca en el pasado, teme el futuro, pero no encuentres en el presente y así estarás insatisfecho siempre». Hasta la fecha, no encontrar aquello que buscabas, y que no existe, te sumió en la desesperación. Después de jugar este juego doloroso, tomarás nuevas elecciones; ya que el único riesgo real es que todo siga como antes.

      Personalmente, cada día me recuerdo mi voluntad de levantarme con agradecimiento. Se trata de la única obligación que me permito, pues ya no alimento viejas exigencias. Ahora llamo «preferencias» a lo que en modo alguno considero una necesidad.

      Es obvio que mi corazón está lleno de sueños y mis horas de la pasión por hacerlos realidad pero, a la vez, me permito vivir en la paradoja de sentirme en paz aún si no los alcanzo. Me he desprendido del apego y de la duda porque ahora sé que fueron lo único que me impedía alcanzar mis deseos del corazón.

      Es al alinear cada una de mis intenciones con mi propósito vital, cuando recibo la perfecta, eficaz e inteligente colaboración del Universo en la organización de los medios para convertir en realidades mis sueños. Reconozco que la vida continuamente me apoya y, a la vez, me pone a prueba. Y en cada ocasión me complace elegir el amor. Y como respuesta, es amor lo que recibo.

      A lo largo de las próximas páginas, se van a remover ciertas cosas en tu interior pues éste es el objetivo de este libro. Con certeza, el ego se negará a aceptar que él forma parte activa de todos tus conflictos.

      También descubrirás que no tiene sentido pedirle a Dios que apoye y se haga cargo de tus ilusiones, ni que sueñe tu sueño, pues Él no puede ver lo que no existe ya que a sus ojos sólo el amor es real. Pero sí está en tu mano entregárselas con el deseo de no conservarlas más.

      Tal vez, no comprendas cómo todo lo que sigue puede ayudarte; o ni siquiera, qué tiene que ver con tus problemas actuales. Sólo puedo decirte que lo consideres de todos modos y experimentes con ello. Si resuena en ti, pero crees que aplicarlo en tu vida cotidiana es imposible, entonces te estás resistiendo una vez más. Sigues dándole tiempo y valor a tus dificultades porque crees que sin ellas desaparecería tu imagen de víctima del mundo con la que tal vez te has identificado tanto tiempo.

      A lo largo de esta lectura, te recordaré que puedes no experimentar tus problemas tal como tú mismo elegiste experimentarlos un día. Descubrirás que la observación desapegada es tan poderosa que puede disolver todas tus ilusiones.

      También he de decirte que éste no es un libro para ayudar a resolver problemas pues no existe ningún problema, salvo la creencia de que tus problemas son reales. Cambiar el concepto de lo que entiendes por «problema» es tu única dificultad.

      Lo que sigue es lo que he aprendido, ahora lo comparto contigo, y personalmente he decidido tenerlo presente cada día. Cambió mi vida y desearía que apoyara la tuya. Me libró de todas mis pesadillas, quisiera que te ayudara a librarte de las tuyas.

       Raimon Samsó, autor.

      Uno

      Contagio la vibración de mi pensamiento a todas mis experiencias

      Traslado la vibración de mi pensamiento a todas mis experiencias

      En nuestra mente diseñamos los planos por donde van a transcurrir las próximas experiencias. Para que algo se manifieste antes tiene que «pasar» por el pensamiento ya que la «solidificación» del pensamiento requiere de tiempo y energía.

      Nada queda en manos del azar en un Universo sensible y reactivo donde se materializan las «decisiones» que hemos tomado, consciente o inconscientemente. De modo que todo pensamiento actúa como un pronóstico de futuro y una petición concedida de antemano.

      Nuestra función no consiste en cambiar el mundo. Tampoco en cambiar a los demás. Ambos objetivos están más allá de lo posible y pertenecen al ámbito del ego. Lo único que podemos hacer por ellos es mostrarles con nuestro ejemplo, mejor aún, con nuestra presencia, quienes son en realidad. Y así ofrecerles la posibilidad de verse a sí mismos y corregirse si desean hacerlo.

      Te propongo formularte esta sencilla pregunta tan a menudo como desees:

      ¿Qué pensé con anterioridad para que mi vida sea lo que es hoy?

      Es una pregunta que implica un profundo conocimiento de cómo opera la vida. En otras palabras: no debemos quejarnos al espejo por mostrarnos lo que ponemos delante de él. Vigila tu mente, rastrea tu pensamiento, pues podría hacerse real. Sabe que tu mente es la pantalla de proyección más grande que puedas concebir, abarca todo tu mundo.

      La vida funciona por acumulación: un poco hoy, otro poco mañana… y al cabo de los años uno se pregunta cómo llegó donde está. El noventa por ciento de los pensamientos e imágenes mentales se repiten uno y otro día, la mayoría se expresan de modo negativo...

      ¿Comprendes por qué tantas cosas salen mal?

      Creas pensamientos que te apoyan y otros que te perjudican. Es sencillo de comprender si piensas en cuánta energía dedicas a quejarte de los problemas y cuánta en aplicarte a solucionarlos. Muchas personas no cambian, ni sus vidas se transforman, porque no toman la decisión de corregir su pensamiento. Volviendo a elegir y escogiendo la paz en cada ocasión

      Es una pérdida de tiempo esforzarse en modificar el resultado sin cambiar las causas que lo crean. Sé de tu fascinación por los resultados fáciles y rápidos. De eso se enamora cualquiera pero son las causas las que te han de apasionar. Si amas la causa, y estás dispuesto a activarla, el efectoestá asegurado.

      Corregirse tiene el mismo significado. Puedes cambiar tu entorno, huir al otro lado del planeta, pero si tú mismo no cambias, a la larga tus asuntos no tardarán en seguir funcionando del mismo modo allí donde vayas.

      Si quieres sentirte de un modo distinto deberás hacer algo diferente. Si hasta ahora lo que has probado no te sirvió, insistir no vale. Obstinarse en cocinar las «viejas