básica entre el protestantismo bíblico y el catolicismo romano. Mientras siga infectado el hombre con el orgullo por lo ha hecho, va a seguir oponiéndose contra la doctrina de los apóstoles, no entendiendo la verdadera naturaleza de la gracia. Pues, cuando se ha modificado el evangelio de la gracia para exigir las obras buenas para obtener la salvación, lo que se ha logrado es mermar la santidad de vida en lugar de aumentarla.
Las personas confiadas en su propia suficiencia desprecian una salvación que sólo Dios puede dar y que da sólo por gracia. En cambio, “los pobres de espíritu” aman tal salvación. El pecador, enseñado por el Espíritu Santo, y por ello consciente de su condición pecaminosa, la acepta. Para él, el evangelio de la gracia es una noticia de gran gozo. Aquellas personas que no entienden este evangelio se imaginan que llevará a una vida negligente; más bien, afirmamos con seguridad lo contrario. Este evangelio hace santos a los hombres.
Quizás hay algunos que sostienen esta verdad de la salvación por la gracia en teoría, y sin embargo viven descuidadamente. Pero nunca han experimentado en sus corazones la hermosura de este evangelio ni su poder en sus voluntades.
Por lo tanto, escribo para mostrar el poder, la gloria y la majestad de este evangelio en la salvación de los pecadores. En las páginas que siguen, busco ilustrar las palabras de Pablo: “... Así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Romanos 5:21). Pido la sabiduría espiritual para escribir lo que es la verdad, y te ruego a ti que pienses cuidadosamente sobre el contenido de las páginas que siguen.
CAPITULO UNO
¿QUÉ SIGNIFICA LA GRACIA?
Pablo utiliza de la palabra “gracia” para indicar lo contrario de obras y méritos. “Por gracia sois salvos ...no por obras” (Efesios 2:8-9). “Gracia” quiere decir favor no merecido, o el favor que se da sin que haya sido ganado de manera alguna.
Por la palabra “misericordia” queremos decir que una persona en dificultad o derrota reciba el socorro. “Misericordia’’ nos hace pensar en una persona que sufre y que recibe la ayuda. Si alguien nos da algo de “gracia” quiere decir que no lo merecíamos. Algo que merecemos por derecho no puede ser nuestro por gracia. La gracia y el mérito no tienen conexión en el mismo acto. Son contrarios como la luz y las tinieblas. “Si es por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia” (Romanos 11:6).
Por eso decimos que recibimos todo por la gracia de Dios. Con esto testificamos que no lo merecemos, y que no podemos obrar para ganarlo. La palabra “gracia”, según el Nuevo Testamento, se define así: El favor eterno y absolutamente libre de Dios, favor que Él muestra al dar las bendiciones eternas y espirituales a personas culpables de pecado e indignas de misericordia.
En las páginas que siguen, voy a tratar de explicar cuales son estas bendiciones eternas y espirituales. Por ahora, tengamos en cuenta que la gracia de Dios es eterna.
La gracia de ninguna manera depende del mérito humano. Depende exclusivamente de la voluntad de Dios. No se gana por mérito; no se pierde por culpa. La gracia es completamente libre de toda influencia humana. Por lo tanto, no hay nada que la pueda derrotar una vez brindada. Así que Dios dice: “Con amor eterno te he amado” ( Jeremías 3:3) Tal es la base gloriosa de nuestra salvación.
La gracia no es como una franja de oro en el borde de una prenda de ropa. No es como un bordado que adorna un manto. Es como el propiciatorio del tabernáculo que era de oro –oro puro– todo oro sobre oro. Por lo tanto, entendemos que están gravemente engañados aquellos que sugieren que podemos merecer la gracia de Dios con nuestras buenas obras. La gracia de Dios rechaza toda ayuda en cumplir lo que se tiene que realizar. ¿No es un insulto al Dios soberano sugerir que a Él le hacen falta las pobres actuaciones de la gente para ayudarle? Más bien, o la gracia es totalmente libre de toda influencia nuestra, o no es gracia en ningún sentido.
CAPITULO DOS
LA SALVACIÓN: ¡TODO POR GRACIA!
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.
Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;
para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
(Romanos 5:19-21)
La gracia reina dice Pablo según nuestro texto en Romanos 5:21. Así la gracia es comparada con un rey. En los versículos anteriores, se compara el pecado con un rey también. Así como el pecado aparece armado con un poder destructivo, también la gracia aparece armada, pero con poder para salvar en amor. Y donde el pecado abundó, la gracia abundó aún más. (Versículo 20). Así la gracia domina.
En otras palabras, a aquellos a quienes Dios salva por Su voluntad de gracia, son salvos con toda seguridad y de una manera completa. Puesto que Dios por gracia rescata a las personas del poder del pecado y les da nuevas capacidades espirituales, entonces no quedan solas para mejorarse en forma suficientemente santa para alcanzar el cielo. Si la obra misericordiosa de Dios fuera limitada a la voluntad y capacidad humana, el resultado final no estaría seguro. Así la gracia no tendría el dominio. Además (si tal cosa fuera posible) aquellos que a sí mismos se hicieron santos por sus propios esfuerzos, estarían muy orgullosos de lo que habían hecho, ¡y tal modo de pensar es directamente contrario a la gracia! (Efesios 2:9).
Por lo tanto, si la gracia ha de reinar, tiene que ser el medio único de la salvación. Por Su voluntad de gracia, Dios continúa y completa la obra salvadora que inicia en el pecador. Siendo así, se puede decir con seguridad que “la gracia reina”. Sin lugar a dudas, tal confianza maravillosa glorifica a Dios.
Mejor que cualquier cosa, la gracia nos conviene con nuestra necesidad. Pues, el pecado siendo tirano para derrotar a nosotros y llevarnos a la muerte eterna, ¿que esperanza tendremos de salvación si llegara por nuestros esfuerzos? Más bien, cuando nuestros fracasos vergonzosos alarman la conciencia, ¿no nos empezamos a desesperar? Así aprendemos que la salvación es por la gracia de Dios.
En contraste a nuestros esfuerzos, la gracia de Dios está basada en la obediencia perfecta y valerosa de Cristo, la que bien asegura todo a nuestro favor, y el pecado no puede destruir la eficacia de ella. Por lo tanto, la gracia reinará sobre la indignidad más grande del pecador. De hecho, es solamente con los indignos que la gracia tiene que ver.
¡Que asombroso! ¡Que maravilloso! Hay esperanza aún para el peor hombre si la salvación es por la riqueza de la gracia divina que reina.
Pues, habiendo mostrado que la gracia reina en la salvación en general, en los capítulos que siguen, vamos a mostrar en particular cómo la gracia reina en cada faceta de nuestra salvación: nuestra elección –nuestro llamamiento –nuestro perdón –nuestra justificación –nuestra adopción –nuestra santificación –y nuestra perseverancia.
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