Matías Pérez Manghi

Antiperonista es tu culpa


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ejemplo, fue una de las primeras medidas de Fidel Castro. Como el estado comunista es el dueño de los medios, termina teniendo el control total de la información, entre muchas otras cosas.

      Voy a explicar mejor el ejemplo de Cuba: uno trabaja en Cuba como en todas partes del mundo. Te pagan un sueldo bajo, muy bajo, inferior al que se cobraba en el régimen anterior, pero con ese sueldo uno puede comprar comida para sí y para su familia. Con el sueldo que se gana trabajando uno tiene la posibilidad de comprar bienes, pero para hacerlo debe tener una “tarjeta de racionamiento”. Si por cualquier motivo el comité de defensa de la revolución que controla a los vecinos del barrio dice que eres desagradecido o que difamas al régimen, el gobierno te retira la tarjeta de racionamiento y te deja sin recursos para subsistir. Para evitar el castigo, no puedes decir nada, no puedes hacer nada, no puedes ser nada. Si criticas al gobierno, te consideran un traidor y te fusilan.

      Habrán oído hablar de Espartaco. Este ejemplo se lo escuché al profesor Dr. Armando de la Torre de la Universidad Guatemalteca Francisco Marroquín y me pareció brillante. Espartaco fue un esclavo romano entre los años 60 y 70 antes de Cristo que se rebeló junto con unos 35 mil esclavos más y que instaron a los romanos a prestarles atención. Espartaco no sólo tenía excelentes habilidades físicas, sino que había tenido también la oportunidad de tener educación, por lo que además era un hombre culto. Estas características se combinaron para convertirlo en un gran líder con un poder estratégico asombroso. Dos años después él y sus seguidores fueron aplastados militarmente. Por cierto al final el Cónsul Romano Craso, vencedor en la Batalla del Río Silario, crucificó a todos los prisioneros desde Nápoles hasta Roma como lección para el resto de los esclavos.

      El caso de Espartaco fue excepcional en un hombre carente de libertad. Como era desertor romano, fue condenado a la esclavitud siendo gladiador. Según el Derecho Romano, si bien los gladiadores eran esclavos tenían el Derecho de Propiedad o peculio sobre sus armas. Solo porque eran dueños de sus armas se pudieron rebelar. Si no hubiesen tenido este derecho y no hubieran poseído sus armas, no se hubiesen podido rebelar.

      Las sociedades que aspiran a igualar a todos, a hacernos a todos iguales, lo hacen sacrificando la libertad para así poder llegar a esa famosa IGUALDAD que EMPOBRECE.

      Tienen que eliminar primero la propiedad privada para luego seguir suprimiendo libertades y usar a los ciudadanos como “títeres”.

      Otro ejemplo. En Venezuela hay cada vez más leyes ilegítimas con claros intentos de suprimir la PROPIEDAD PRIVADA. En Venezuela el gobierno pretende que todo sea público, como hizo Fidel Castro hace cuarenta o cincuenta años en Cuba. En la medida en que un gobierno, un estado, un político, un partido o una corriente de opinión aboga en favor de reducir, acabar, aplastar (simplemente con impuestos) o terminar con la producción privada, está debilitando la libertad con la cual podés defender tu vida.

      Ante todo esto, si sostienen el lema “abajo los ricos, quitemos a los ricos y démosle a los pobres”, lo pueden hacer debilitando en primer lugar la propiedad de los ricos para que no se puedan defender. Entonces todos somos pobres pero iguales.

      Cuando se debilita el Derecho de la Propiedad en los pobres, los estás llevando a la esclavitud, los convertís en esclavos. No hay que esperar a que se acaben los pobres. Hay que enriquecerlos, ¡no los hagamos esclavos! Seamos grandes y trascendentes.

      ¿A quién no le da pena ver a la gente en los barrios marginales? ¿A quién no le da pena ver a un niño pidiendo limosna? ¿A quién no le da pena ver a una mujer que no puede pagar las medicinas de sus hijos? ¿A quién no le da pena ver a un hombre sin una pierna que no puede tener tratamiento médico como los demás porque no tiene dinero? ¿A quién no le da pena el sufrimiento ajeno? A menos que seamos un monstruo, todos nos compadecemos y todos queremos que esas situaciones desaparezcan.

      La solución no es volvernos todos iguales, porque sólo se puede conseguir esa FALSA IGUALDAD igualando hacia abajo, quitándole a los que tienen. Nunca se iguala hacia arriba porque es imposible desde la desigualdad humana.

      Veamos algunos ejemplos:

      No tengo facilidad para las matemáticas y estoy a punto de recursarla, en cambio mi amigo Pancracio saca un promedio de 98 en los exámenes. Somos desiguales, yo no entiendo y soy vago para el estudio. ¿Cómo podemos igualarnos? Solamente si este amigo mío, que tiene talento para la matemática, me regala puntaje de su examen o pide que solamente lo aprueben. La única forma de igualdad se da en la baja del mejor.

      Si vamos a los Juegos Olímpicos, los talibanes de la igualdad dicen que los juegos olímpicos son lo más injusto del universo porque los deportistas entrenan todo el año durante varios años para la carrera de 100 metros llanos para alcanzar el disco. Y cuando uno de ellos llega a los juegos olímpicos, resulta que queda en el penúltimo lugar por culpa de una lesión después de tantos años de esfuerzo y de austeridad, de sacrificar fiestas y diversiones y de cuidarse en las comidas que le gustan para poder estar en forma. En cambio otro deportista que no me cae bien saca la medalla de plata y otro que me cae peor, la de oro. Entonces para que nadie sufra, vamos a hacer a todos iguales. En los juegos olímpicos propongamos la carrera de 100 metros llanos en la que todos salen al mismo tiempo y son iguales en el momento del disparo de salida. Todos los competidores recorren la misma distancia de 100 metros llanos pero como son iguales, todas las metas serán iguales, obligando a aquel que llegue primero a detenerse antes de la meta y esperar al resto de los corredores para cruzar abrazaditos todos juntos la línea de llegada. Esto es patético y regresivo.

      Hemos rebajado a los más ricos -que son los deportistas más veloces- al nivel de los más pobres –que son los más lentos- y de esa manera hacemos justicia. Esto lo ponemos como ejemplo para ilustrar que si tú quieres igualar a la gente, tienes que hacerlo a la fuerza y hacia abajo, nunca hacia arriba.

      Es imposible igualar hacia arriba.

      La gente solo puede conseguir riqueza si es libre y si tiene acceso al Derecho de Propiedad.

      No hay mejor manera de crear riqueza que competir libremente por crear dicha riqueza.

      Entonces, ¿por qué somos pobres en Argentina? Hemos sido ricos cuando hemos aceptado ser desiguales y que lo que logre cada uno sea producto de su esfuerzo libre y de la propiedad privada que pudo acumular libremente.

      En la medida en que nuestros gobiernos frenen y continúen frenando la actividad libre de los argentinos, quitándoles la propiedad a través de más impuestos para que no puedan ser tan libres y se vean empobrecidos al mismo tiempo, seguiremos estancados y la decadencia será exponencialmente negativa.

      Ya no es sólo cuestión de que nunca hemos sido ricos, es cuestión de que fuimos ricos y ahora somos pobres, porque los políticos muchas veces vienen con aires de redistribuir la propiedad privada de terceros en pos de erradicar la pobreza. Hemos visto que esto es imposible y que al mismo tiempo se condena a los pobres a la ESCLAVITUD.

      Debemos reconocer y aceptar que si yo quiero ser próspero, que si yo quiero ser rico como aquel y como el otro y como el de más allá; tengo que lograrlo por mi propio esfuerzo con mis propios medios, libremente y a partir de la propiedad privada. Este carácter se ha debilitado en nuestra Argentina.

      Quiero terminar este punto con una anécdota de Stalin, que resume en parte lo que he explicado. Los biógrafos de Stalin no dejaron constancia alguna de la veracidad de la presente anécdota, sin embargo la misma parece hacer alusión puntual a la crueldad básica de este dictador y a su tiranía sin límites, por lo que resulta abarcadora al menos de facetas de su propia vida. Así, cuenta la historia –poco más o menos- que Stalin se presentó en una reunión “de gabinete”.

      Durante la misma, Stalin solicitó que le trajeran una gallina, la agarró con fuerza con una mano y con la otra empezó a desplumarla. La gallina, desesperada de dolor, intentó escaparse pero no pudo. Así logró quitarle todas las plumas y les dijo entonces a sus ayudantes. “Ahora observen lo que va a suceder…”. Stalin