Mark Allan Powell

Introducción al Nuevo Testamento


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platonismo: La orientación que hacía énfasis en la realidad de un mundo trascendental de «ideales» que apoyan todo lo que es físico o terrenal.

      •El pitagorismo: La orientación que hacía énfasis en el valor del razonamiento inteligente, la memoria y la honestidad radical, todo al servicio de una búsqueda para obtener armonía de ideas, y de cuerpo y alma.

      •El estoicismo: La orientación que hacía énfasis en la obtención de virtud a través de la aceptación del destino, con base en la noción de que todas las cosas son predeterminadas y que hay lógica en todo lo que transpira en el universo.

      Los eruditos del Nuevo Testamento detectan la influencia de estas escuelas filosóficas en varias maneras. A Pablo se le describe interactuando con filósofos epicúreos y estoicos en Hechos 17:16-34, pero el impacto de la filosofía griega y romana se puede detectar incluso cuando no hay razón para sospechar el contacto directo. Josefo, un historiador judío romano del siglo I, pensaba que los esenios (que produjeron los Rollos del Mar Muerto) eran similares a los pitagóricos, y que los fariseos tenían mucho en común con los estoicos. De igual manera, muchos eruditos modernos han observado similitudes entre los primeros seguidores de Jesús y los filósofos cínicos (p. ej. en su renuncia al materialismo y condición mundana). Varias cartas del Nuevo Testamento (incluso 1 Corintios, Gálatas y Santiago) hacen uso de la «diatriba» y otras formas de argumento retórico que eran populares entre los filósofos cínicos y estoicos. La Carta a los Hebreos frecuentemente se lee como una interacción con la filosofía platónica, y el concepto del «Logos» en Juan 1:1-18 también le debe mucho a esa escuela de pensamiento. Las «pláticas en los banquetes» que Jesús da en el Evangelio de Lucas (7:44-46; 14:7-14) y los discursos largos que da en el Evangelio de Juan (5:19-47; 6:25-70; 7:14-52; 8:12-59; 10:1-18, 22-39; 12:23-36; 14:1-16:33) son similares en cuanto a estilo y contenido a los escritos de diversas escuelas filosóficas.

      esenios: judíos ascetas, separatistas que vivían en comunidades privadas; probablemente debe identificárseles con el grupo que vivió en Qumrán y conservó la biblioteca de manuscritos conocidos como los Rollos del Mar Muerto.

      Rollos del Mar Muerto: la colección de documentos judíos que fueron copiados y conservados entre 250 a. e. c. y 70 e. c. Véase «esenios», «Qumrán».

      Por supuesto, no todos en el mundo romano se habrían identificado como seguidores de una de estas escuelas particulares. Los campesinos judíos de Palestina quizá no habrían distinguido uno de otro. Aun así, estas filosofías representan la clase de pensamiento que estaba «en el aire» en ese entonces. Representan los esfuerzos por responder las preguntas que prácticamente todos se hacían: ¿Cuál es el propósito, meta o bien supremo en la vida? ¿Está todo predeterminado o puede la gente tomar decisiones que afecten el resultado de sus vidas? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Cuál es el secreto de la felicidad? Hasta las personas sin educación de los rincones más remotos del imperio (p. ej., los pescadores, pastores o carpinteros galileos) tendían a pensar en cosas como estas, y a orientarse de una manera más compatible con un sistema filosófico que con otros. Naturalmente, la gente entonces (así como ahora) también podía ser ecléctica e inconsecuente, que se aferra simultáneamente a nociones derivadas de escuelas que los mismos filósofos quizá no habrían considerado compatibles.

      diatriba: estrategia retórica que se deriva de la filosofía griega, en la que un autor argumenta con un oponente imaginario proponiendo objeciones y luego respondiéndolas.

      La religión romana

      Además de los sistemas filosóficos principales, el mundo romano ofrecía una variada selección de opciones religiosas. En primer lugar, estaban los numerosos dioses de la mitología griega y romana que todos conocemos (Zeus, Afrodita, Apolo y otros). La mayoría de ellos tenían templos en su honor, y a la gente se le invitaba a participar en diversas festividades y prácticas para ganarse el favor del dios o para celebrar sus dones. Parece que algunas personas del imperio habían tomado esto muy en serio y literalmente. Para otros, las prácticas aparentemente religiosas eran más experiencias sociales y simbólicas, algo parecido a la gente moderna que celebra la Navidad con rituales diseñados en torno a la historia de Santa Claus. De esa manera, cuando los paganos romanos se convertían al cristianismo, había algunas preguntas en cuanto a si las prácticas puramente sociales relacionadas con la mitología romana eran incompatibles con su fe nueva. Algunos cristianos romanos no veían nada malo con celebrar los festivales tradicionales inspirados por las historias de dioses míticos, que ellos sabían que no eran reales. Otros cristianos (como la mayoría de los judíos) veían eso como un acomodo terrible.

      paganos: gentiles no convertidos, los judíos y los cristianos frecuentemente los relacionaban con la idolatría, el politeísmo, las creencias religiosas erradas y un estilo de vida inmoral.

      Algo similar probablemente se aplicaba a la adoración del emperador. A los emperadores romanos frecuentemente se les identificaba como figuras divinas a quienes se les debía un honor apropiado. En la piedad popular, a los emperadores se les atribuían diversos milagros y beneficios divinos. Sin embargo, aparte de esto, ninguna «religión» real se desarrolló alrededor de los emperadores: lo que los judíos y cristianos consideraban como «adoración» de los emperadores, la mayoría de los romanos lo veían como simples actos de patriotismo (similar a jurarle lealtad a una bandera). Los romanos rara vez entendieron por qué los cristianos se rehusaban a darle semejante honor al César.

      El mundo romano también exhibió una amplia variedad de sectas que los eruditos modernos identifican como «religiones de misterio». Estas se desarrollaban alrededor de dioses y diosas de diversas mitologías: Demetrio, Dionisio, Orfeo, Cibeles, Astarté (Ishtar) y Artemisa (Diana) eran particularmente populares. Diferían una de la otra, pero siempre implicaban participación en ritos secretos como lavamientos rituales, comidas comunes y, a veces, ritos sexuales relacionados con las preocupaciones de fertilidad (de cosechas o de humanos). El conocimiento secreto que se obtenía permitía a los devotos afianzarse con el dios o la diosa en esta vida y establecer una conexión íntima que continuaría en el mundo más allá de la muerte. Sabemos que estas religiones eran populares, pero sabemos poco de ellas porque sus practicantes deliberadamente mantuvieron sus ideas y prácticas en secreto. Los reportes que sí tenemos podrían ser relatos hiperbólicos con base en la especulación y el rumor. Después de todo, algunos romanos consideraban el cristianismo como una religión de misterio cuando apareció por primera vez, y los primeros relatos en cuanto a la adoración cristiana incluyen acusaciones de orgías y canibalismo, probablemente porque los cristianos llamaban a su comida eucarística «banquete de amor», y hablaban de «comer el cuerpo de Cristo».

      fertilidad: la habilidad de producir descendencia; se usa con los humanos capaces de concebir hijos, o con los campos capaces de producir cosechas.

      eucaristía: de una palabra griega que significa «acción de gracias»; la comida ritual que practican los cristianos de una manera que conmemora la última cena con sus discípulos; también llamada «Santa Cena» y «Sagrada Comunión».

      Finalmente, podría ser útil mencionar unas cuantas otras áreas de interés espiritual que estaban tan generalizadas en el mundo del Nuevo Testamento, que no es necesario relacionarlas con alguna religión en particular.

      El animismo

      Había una creencia generalizada en la existencia de espíritus, buenos y malos, y en la posibilidad de que estos espíritus pudieran poseer personas y animales. También podían morar en rocas, en árboles, en ríos y en otros fenómenos. La percepción común era que esos espíritus interactuaban con el mundo de la naturaleza, por ejemplo, las tormentas del mar eran ocasionadas por los espíritus del agua; las enfermedades eran ocasionadas por posesiones demoníacas. Como resultado de esas creencias, la gente de todas las clases sociales frecuentemente se ponía amuletos protectores, y se usaban pociones mágicas y hechizos para influir en o manipular a los espíritus para que hicieran la voluntad de uno. Parece que la ciudad de Éfeso había sido un centro de esas artes mágicas (véase Hch. 19:11-21). En este mismo