sea, probablemente en muchos sitios a la vez. Supuesto esto, vamos con los textos3.
1 Charlas dadas por el Venerable José Rivera, en el Curso de Espiritualidad 1986-1987, en Toledo.
2 Don José vivió con muy especial estima la Misa a lo largo de toda su vida. Escribe: «Particularmente estimar la Misa y la bendición: mis dos encuentros diarios con Cristo» (Diario, 3, año 1961).
3 Don José meditaba con frecuencia el Ordinario de la Misa como alimento de su vivir diario. Y lo hacía como veremos en algunos ejemplos, desde diversas perspectivas según el tiempo litúrgico o el punto de meditación del momento. Eso mismo aconsejaba a los dirigidos, como también aparece en sus cartas. Por eso, a lo largo del texto de estas charlas, vamos a añadir otros textos de su Diario que iluminan admirablemente este tema, como el siguiente:
«Como no estoy en disposición de contemplaciones hondas, he aprovechado para repasar el Ordinario de la Misa fijándome en las alusiones a la santidad, a la elevación al nivel sobrenatural. Anoto las más explícitas, con formulaciones diversas.
En el nombre del Padre […]. Es ya una indicación de destino. Vamos hacia las personas divinas, inaccesibles en el nivel natural humano, impulsados por ellas mismas.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo. Equivalente al venga a nosotros tu Reino.
Dios todopoderoso […] nos lleve a la vida eterna. Todas las invocaciones en que llamamos al Padre santo o celestial.
Y lo mismo a Cristo en el Gloria: tú solo santo.
Credo: la Iglesia santa; creemos la resurrección de la carne y la vida eterna. Pan de vida; bebida de salvación. […] eius efficiamur divinitatis consortes (haz que compartamos la divinidad). Santa Iglesia (respuesta al Orad hermanos). Venga a nosotros tu Reino. Mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. Haec commixtio et consecratio […] fiat accipientibus nobis in vitam aeternam (esta mezcla y consagración […] nos aproveche para la vida eterna). Corpus, Sanguis […] in vitam aeternam (el Cuerpo, la Sangre […] para la vida eterna). Remedium sempiternum (Para la vida eterna).
Del “Canon III”: das vida y santificas todo. Santifica estos dones. Sacrificio santo. Gozar de tu heredad. Tu Iglesia, peregrina en la tierra […].
Así cada Misa, según los textos que la Iglesia nos ofrece, está cuajada de alusiones a ese otro nivel y, consiguientemente, debe levantarnos a él; ¿cómo, entonces, celebrando cotidianamente, puedo yo proseguir caminando tan bajo?» (Diario, 269).
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