un mismo examen ha recibido calificaciones totalmente distintas, después de haber sido corregido por cincuenta personas distintas, entre maestros y maestras. Las calificaciones dependen, además, del estatus de los estudiantes, estatus que no es solamente social, sino que es, principalmente escolar, es decir que depende de la imagen que tienen los maestros y las maestras de los alumnos, si les consideran buenos, malos, regulares, superdotados, etc. Esas consideraciones están ligadas directamente a las creencias de los maestros, los prejuicios personales influyen inevitablemente.
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43 Sobre este tema se puede consultar el trabajo de Catherine Vidal, neurobióloga francesa. Vidal cuestiona el determinismo biológico a través de sus investigaciones sobre la relación entre ciencias y sociedad.
44 Merle, 2007.
45 Erner, 2011.
Mito número 13
«El PIB refleja el bienestar de un país»
De las calificaciones escolares al Producto Interno Bruto
El modelo occidental considera improductiva la economía doméstica aun cuando el término economía provenga del griego «oikos», que significa casa, y de «nomos», que en Grecia significa ley. A través de la historia el término riqueza ha tenido muchas acepciones: poder político, importancia social, posesión de objetos considerados tesoros, valor intrínseco o valor en función de las satisfacciones que brinda, etc. Durante mucho tiempo fueron filósofos quienes trataron de definir lo que debía ser considerado riqueza, luego, y desde entonces, han sido economistas quienes se han amparado de la cuestión. La modernidad ha reducido los varios conceptos de la palabra economía en la idea de que riqueza corresponde, por un lado, al conjunto de bienes y de servicios producidos por las empresas y las administraciones públicas, a nivel de país y, por otro lado, a cuantiosos ingresos monetarios y posesiones materiales, a nivel personal46.
La idea de riqueza social, como resultado de lo que se produce, y, de riqueza como utilidad, conducirán a establecer el PIB como indicador central de riquezas en el siglo XX. Ese Producto Interno Bruto cataloga ricas a las naciones que producen e intercambian bienes y servicios para el consumo; todo tipo de trabajo social, de asistencia o de voluntariado, no entra en las cuentas del PIB y cuando ese tipo de labores hacen parte de las cuentas resultan contrarias al crecimiento47. Esta idea de riqueza es tomada generalmente como norma, como evidencia, sin embargo, vista desde perspectivas humanas integrales, e integradoras, este concepto pierde toda coherencia pues el PIB, como indicador de riqueza, no toma en consideración ninguna necesidad humana, familiar, social, natural, ni tan siquiera las verdaderamente económicas, si consideramos la palabra economía en su sentido original porque el crecimiento se busca, exclusivamente, para el mismo crecimiento.
Todo país posee patrimonios, humanos, naturales, culturales y sociales, cada país ha sido, sin embargo, clasificado según haya o no explotado su patrimonio en el sentido de intercambios monetarios y de mercado. Los países en donde la explotación, la degradación y la destrucción de los patrimonios naturales, humanos, sociales y culturales, comenzó primero, fueron calificados como países ricos por las agencias de calificación internacional que evalúan y ponen notas a los países según los intercambios de mercado generados y el nivel de crecimiento monetario conseguido. Recordemos que todo tipo de trabajo, social, de asistencia o de voluntariado, no entra en las cuentas del PIB y cuando ese tipo de labores hacen parte de las cuentas resultan contrarias al crecimiento48. Ese modelo de economía industrial, ahora globalizada, degrada, empobrece, destruye y explota los patrimonios culturales, naturales, sociales y humanos de todos los rincones del Planeta Tierra.
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46 Méda 2011: 8.
47 Gadrey y Méda 2011: 23.
48 Ídem, 47.
Mito número 14
«La agricultura industrial eliminará el hambre en el mundo»
Revolución Verde, Revolución Industrial, de las armas de guerra al veneno cotidiano
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial las ciudades de Europa quedaron destruidas; los campos se habían quedado vacíos ya que muchos campesinos habían huido de los invasores, mientras otros tantos se enrolaron en la guerra. Cuando en Europa se sobrevivía al desastre, las industrias de los Estados Unidos estaban en plena expansión, hubo trabajo para muchísima gente pues no había industria, ni país industrializado, que pudiera hacerles competencia49. Los productos químicos que habían sido fabricados para aniquilar al enemigo quedaron sin uso cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. Las enormes industrias dedicadas al armamento de guerra con grandes cantidades de maquinarias, armamento y productos tóxicos, se convirtieron de pronto a la moderna maquinaria agrícola y, el resto de esos productos químicos, comenzaron a ser comercializados bajo el nombre genérico de pesticidas. A esta gran transformación se la llamó «Revolución Verde»50.
El discurso de la «Revolución Verde» prometió erradicar el hambre en el mundo, tal como ahora lo afirman los comerciantes de transgénicos y de todas las novedosas máquinas de producción a gran escala, de toda nanotecnología y demás. Los campesinos europeos que optaron por la agricultura industrial, deseosos de trabajar por la reconstrucción de sus países, tuvieron la sensación de convertirse en héroes, actores y gestores de la reconstrucción. La llamada «Revolución Verde» hizo posible el gran crecimiento económico de los Estados Unidos de América, crecimiento entendido y medido a través del PIB. Mas, ni la miseria ni el hambre han sido erradicadas del Planeta Tierra; al contrario, el desarrollo industrial de la agricultura del «Primer Mundo» empobreció radicalmente la producción agrícola de los ahora llamados «países en desarrollo». Pero este no es el único gran problema, el alto Producto Interno Bruto en Europa, en los EE. UU, en Canadá, se ha logrado gracias a un estilo de vida totalmente nefasto para la salud de sus habitantes. En los «países desarrollados» los medicamentos, la agricultura y la alimentación industriales, se generalizaron tanto fuera como al interior de las grandes urbes, a eso se le ha considerado progreso. En los «países pobres», en cambio, ese estilo de vida «moderno» se había quedado hasta hace poco, concentrado en las grandes ciudades, es ahí donde se encuentran multiplicados los numerosos casos de cáncer, de obesidad, de diabetes, etc., de los «países en desarrollo». El estado de salud de los habitantes de las grandes ciudades de los «países en desarrollo» es el mismo que el de los habitantes del «mundo desarrollado».
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49 Serreau, 2009.