uno comercial, alejado del centro, y el puerto que recibe las barcazas que descienden de los cruceros. No podría decirse que Stanley le da la espalda al agua, como lo hace Buenos Aires con el Río de la Plata, pero tampoco podría decirse que la celebra: sin ir más lejos, la subida que hay que hacer apenas uno se aleja de Ross Road impide la visión de la costa desde casi cualquier punto de la ciudad.
El viaje queda lejos ya. Muy temprano por la mañana habíamos amanecido en Villa Urquiza, y ahora parece que caminamos por las calles de Malvinas desde hace mucho. Es tiempo de volver a nuestro hotel rutero, probar la cama aún sin estrenar, atravesar la ciudad en una caminata nocturna de veinte minutos, abrigados pero con frío, viendo la nula actividad de sábado a la noche, solo interrumpida por un grupito mixto de cinco adolescentes de aspecto multicultural y alto nivel etílico caminando las calles en sentido inverso al nuestro. ¿Qué hacen los chicos acá? ¿Dónde estudian, cómo se relacionan entre ellos, dónde se juntan, dónde están? Tenemos una semana para responder las miles de preguntas que no sabíamos que guardábamos sobre Malvinas.
3 La historia del nombre es sencilla: la primera persona nacida en las islas fue la hija de Luis Vernet, y se llamó «Malvina»; a raíz de esto, muchas niñas en el siglo XIX fueron bautizadas «Malvina», y una de estas mujeres era la dueña de esta casa que luego se transformó en hotel: Malvina House.
4 Esto marida muy bien con un libro que leí poco antes de publicar este, Islas imaginadas. La guerra de Malvinas en la literatura y el cine argentinos, de Julieta Vitullo (Corregidor, 2012), que en su epílogo usa un epígrafe cuasi poético de Juan Villoro: «El hombre imagina muchas cosas, pero sobre todo islas». La autora completa esta idea al decir que las islas «son un espacio en blanco que puede ser llenado con lo que sea que la imaginación dicte» (187) y trabaja una tesis en la línea de las Malvinas como la gran fantasía nacional, con un profundo —y, por momentos, polémico— análisis de lo que significan culturalmente las islas para los argentinos, partiendo del estudio de las producciones literarias y cinematográficas sobre las islas.
5 Diálogo: No hay diálogo posible hasta que Argentina no renuncie a su reclamo por nuestras islas. Respeten nuestros derechos humanos. // Paz: La paz solo puede ser alcanzada si Argentina: -Cesa todas las hostilidades contra nosotros; -Se disculpa por invadir nuestro país; -Reconoce nuestros derechos de autodeterminación; -Abandona su reclamo de soberanía. // Vuelos: No queremos más vuelos desde o hacia la Argentina. Cumplan con la Convención de Aviación Civil INT.
6 Los santahelenos comenzaron a llegar luego de que Gran Bretaña le inyectase muchísimo más dinero a las Islas Malvinas para su defensa posterior a la guerra que a otros territorios de ultramar, como Santa Helena (o «Santa Elena»). Como el pasaporte británico les permite probar suerte en otras colonias de la Corona, muchos santahelenos arribaron a Malvinas. Se los reconoce fácilmente por su piel más tostada (parecen latinos del Caribe) y por su extrema parquedad.
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