pero avise de que no se le dé ningún tipo de publicidad al robo. La lanza debe ser recuperada sin ningún tipo de escándalo. Como se puede imaginar, hermano mayor, es un asunto de máxima prioridad.
Al otro lado del teléfono, alguien habla. El cardenal escucha en silencio hasta que se despide.
–Perfecto. Sé que usted es consciente de la responsabilidad que supone tener la lanza de vuelta. Ya sabe todo el dolor que provocó las otras veces que desapareció.
CINCO
En la sala central de la comisaría, Villanueva escucha ruido desde su mesa y se acerca a la entrada. Jiménez está rodeado de una maraña de micrófonos, cámaras y periodistas.
–A ver, los redactores, bajamos que nos tapáis a los gráficos…
Villanueva no da crédito. Se acerca, coge a Jiménez del brazo y lo saca.
–Pero, por Dios, ¿QUÉ ES LO QUE HA HECHO?
–He llamado a Paco Fradías, mi amigo que hace el programa de Cruz de Guía para investigar quién había robado eso y ahora resulta que lo ha soltado en Twitter, y al momento se ha montado aquí el lío. Eso sí, me dice que seguro que la tiene Gabino.
Uno de los cámaras habla.
–Señores, yo estoy en directo, que estamos con el informativo de Canal Sur, ¿vamos ya o qué pasa?
Villanueva no sabe qué hacer y se acerca.
–No, no, disculpad, es una investigación en curso y no vamos a hacer declaraciones. Lo sentimos.
En ese momento levanta la voz un hombre rapado del grupo.
–Oiga, aquí Fran López de Guerra, esto no puede ser, ¿pero cómo no van a decir nada si se han llevado parte de un misterio? ¡Esto es gravísimo!
Jiménez llama a Villanueva.
–Jefe, la cagada está ya. Ya lo saben, vamos a hablar nosotros y lanzamos el mensaje para Gabino. Así, cuando lo cojamos está blandito. Si al final se van a enterar, le decimos a la comisaria que lo ha soltado alguno de la hermandad.
Villanueva duda.
Jiménez trata de convencerlo.
–Además, el pelón este es el de El Llamador, si quedamos bien, igual nos da alguno cuando los hagan, que no veas lo cotizados que están.
Villanueva sigue dudando. Jiménez le da un último empujón.
–Venga, jefe, y habla usted, que tiene piquito de oro.
Villanueva resopla, va hacia los periodistas y comienza a organizar.
–De acuerdo, vamos a dar declaraciones. Nos colocamos… ¿Estamos? Vamos allá.
Todos los cámaras se colocan como en un pelotón de fusilamiento y los periodistas con sus micros, justo delante, agachados, para no tapar a sus compañeros.
Villanueva domina la situación con Jiménez al lado.
–Bueno, ante todo, muchas gracias por asistir a los compañeros de los medios de comunicación. Os queremos informar de un robo de objetos religiosos ocurrido en la noche de ayer en una hermandad de Sevilla. Los ladrones se llevaron la recaudación, algunas joyas y algún elemento del misterio de la hermandad. Queremos trasladar un mensaje de tranquilidad a la comunidad religiosa de la ciudad dejando claro que tenemos muy avanzadas las investigaciones para identificar a los responsables, recuperar las piezas y, sobre todo, tenemos que aclarar que no se trata de ningún delito de odio religioso, sino más bien de un robo orientado al mercado negro del arte.
Jiménez parece nervioso, como si dudara si hacer algo, y finalmente interrumpe.
–Al mercado del arte, jefe, no, orientado al mercadillo de El Jueves.
Las cámaras y los micrófonos se giran a él. Jiménez parece cortado, pero comienza a hablar.
–Enfóquenme, compañeros, que se han llevado la lanza de Longinos y esto ya es lo que nos quedaba por oír. Y además, que sabemos quién ha sido, y que lo decimos claramente, que esto ya no es un caso de persecución policial, que como la lanza no aparezca en veinticuatro horas, a ti, tunante, que te la has llevado, te van a hacer la vida imposible en la ciudad. Olvídate de entrar en una caseta más en tu vida ni siendo socio, olvídate de tener mesa en ningún lado, a lo mejor tu sobrino se queda sin papeleta de sitio, o a lo mejor incluso pierdes el número del carnet del Sevilla… Gabino, tú verás… Que luego las entradas para las finales de la Europa League van por numerito…
SEIS
Hay una gran sala casi totalmente oscura. Los techos son altos y hay columnas arañadas en medio. Solo hay una ventana y está prácticamente cerrada. Hay una televisión, libros tirados por todas partes, una mesa con una silla, un equipo de música y la estancia parece insonorizada porque en todas las paredes y en el techo hay jaulas con palomas que hacen un ruido inquietante. El hombre delgado entra con otro pájaro en una jaula pequeña.
–Hola, chicas… Os traigo una nueva amiga.
El ambiente está cargado y huele mal, a una mezcla de humedad y excremento de pájaro. La televisión está puesta, aunque el hombre no le presta atención. De repente, una noticia llama su atención y levanta los ojos del pájaro.
–Y la policía ha confirmado esta mañana que se encuentra muy cerca de detener a la persona o personas que han sustraído objetos de la iglesia de Nuestro Señor El Lanzado. Según los propios agentes, entre los objetos robados se encuentra la lanza del misterio de la citada hermandad.
En ese momento aparece Jiménez en la pantalla.
–Enfóquenme, compañeros, que se han llevado la lanza de Longinos y esto ya es lo que nos quedaba por oír. Y además, que sabemos quién ha sido, y que lo decimos claramente, que esto ya no es un caso de persecución policial, que como la lanza no aparezca en veinticuatro horas, a ti, tunante, que te la has llevado, te van a hacer la vida imposible en la ciudad…
El hombre se queda pensativo.
–La lanza de Longinos…
El hombre se levanta, busca entre los libros y encuentra uno que se titula Malleus Maleficarum. Comienza a buscar algo. Al momento comienza a hablarle a los pájaros de las jaulas.
–El Malleus, que no lo encontraba, hace tiempo que no os lo leo, ¿verdad?
El hombre comienza a andar por la inmensa estancia.
–La lanza de Longino o Lanza del Destino es una reliquia oculta porque, además del poder que da a quien la posee, es un objeto puerta capaz de invocar al señor de las tinieblas. La Biblia Negra de LaVey explica que en un ritual de crucifixión, atravesando con ella, entre la quinta y la sexta costilla, a un inocente, el mismo día, a la misma hora que atravesaron a Jesús, se conseguirá invocar al Anticristo.
El hombre cierra el libro y mira la televisión.
–No puede ser la original, es solo un trozo de paso.
Apaga la tele, deja la paloma que ha traído en una de las inmensas jaulas y acaricia una columna en la que hay arañado mil veces una extraño símbolo:
SIETE
Despacho de la comisaria. Jiménez, Villanueva y ella ven el informativo de Televisión Española en el que sale Jiménez hablando. La comisaria resopla y apaga la televisión.
–«¿No te van a dejar entrar en ninguna caseta?», «¿Te van a quitar el número de carnet del Sevilla?»… ¿Me puede explicar qué medidas son esas, Jiménez?
–Presión personalizada para el sospechoso, comisaria.