con la existencia de una búsqueda espiritual que perjudica a las iglesias estructuradas cristinas tradicionales, que cada vez tienen menos adeptos. En este escenario son, sobre todo, las pequeñas comunidades protestantes surgidas en los Estados Unidos, que algunos llaman peyorativamente sectas, las de mayor crecimiento, como los mormones, los testigos de Jehová y las iglesias pentecostales. Las tradiciones orientales como el budismo, el hinduismo y el taoísmo ya tienen presencia en occidente y atraen una gran cantidad de seguidores. En este escenario encontramos conversiones al islam, no solo en Europa y Estados Unidos, sino también en México.
Una respuesta a este multiculturalismo religioso es el libro de Shafique Keshavjee Le soi, le sage et le bouffon: le grand tournoi des religions,164 en el cual su autor, un pastor protestante suizo de origen indio jainista, propone un diálogo entre las cinco religiones principales del mundo. Los tres protagonistas son el rey de un lejano país imaginario con sus dos consejeros: el sabio y el bufón. Al pensar que su pueblo necesita valores espirituales o una religión, el rey invita a un congreso con representantes de las cinco religiones más importantes y un ateo. El intercambio de ideas religiosas es enriquecedor y el congreso, sin duda, un diálogo interreligioso con éxito; pero, al final, el rey entiende que no puede escoger ninguna religión para su pueblo: “Mi Estado tiene que seguir laico para que cada uno tenga la libertad de decidir cuál le parece la verdad esencial”.165
No hubo ganador en el torneo. Todos comprendieron la argumentación del ateo, un profesor de filosofía con formación teológica, pero los que buscan la espiritualidad necesitan una religión que no les puede ofrecer el ateísmo. Entre todas las religiones el budismo lleva una ligera ventaja, porque “es más tolerante y menos violento”.166
Al principio del libro, el bufón y el sabio hablan de la enseñanza de Nietzsche, según la cual Dios ha muerto. Pero el bufón opina que jamás nació: “o más bien nace en el espíritu de los ignorantes y muere en el de los sabios”.167 El sabio dice que Nietzsche dejó un recado avisando de la muerte de Dios, mientras Dios firma un recado anunciando la muerte del filósofo alemán. El profesor ateo afirma que hay demasiada maldad y crueldad en el mundo, lo que Dios no debería permitir. Para Stendhal, “La única disculpa de Dios sería su no existencia”.168 Pero lo que más impresiona al rey es el argumento de su bufón quien ve el problema principal en el afán de poder de los sacerdotes y no en el hecho de que Dios exista o no: “Desconfíe de los hombres religiosos, de sus discursos consoladores y dulzones que en realidad ocultan una sed insaciable de poder.”169
En Europa, el poder del clero está disminuyendo porque cada vez menos fieles frecuentan las iglesias, que les parecen poco atractivas. “Muchos lugares de culto se habían convertido en museos, incluso en albercas”.170 Obviamente, esta indiferencia religiosa no la comparten los musulmanes, ya que el número de mezquitas está creciendo. En las ciudades europeas conviven católicos, protestantes, ortodoxos, musulmanes, budistas, judíos, etcétera. Este mosaico religioso es el resultado de los grandes movimientos migratorios de las últimas décadas, que ha sido posible sólo por la comprensión y tolerancia que permiten la convivencia pacífica de tantos grupos religiosos diversos. Pero en casi todas las comunidades religiosas hay fanáticos que recurren a la violencia, y hoy, particularmente en el islam. El imam egipcio, quien representa a los musulmanes en el torneo religioso, confiesa que en su juventud había apoyado a los Hermanos Musulmanes porque estaba lleno de odio contra la “colonización cultural y económica de occidente”,171 de la cual era víctima su país. Pero con el tiempo se hizo más sabio y tolerante. Ahora, para él, el concepto clave del islam es la palabra salam172 que significa paz. Se olvidó del odio y cada vez se fascina más por la belleza de Alá y del Corán que, como muchos, considera una obra llena de poesía.
Al final del torneo se pide a los participantes resumir la esencia de su religión en dos palabras claves. Para el islam, misericordia y sumisión son lo más importante. Estos preceptos están muy alejados de la guerra santa y la rebelión que pregonan los salafistas. En realidad todas las religiones deberían ser pacíficas, aunque no siempre los son. Por eso, el rey no escoge ninguna para su pueblo. Al principio del torneo alguien del pueblo insulta al ateo porque no cree en Dios y lo sacan inmediatamente de la sala. De esta manera enseña el rey que la tolerancia es la base de toda convivencia pacífica.
Con el libro El rey, el sabio y el bufón, el pastor reformado de Lausana, Shafique Keshavjee, invita a la libertad religiosa y al diálogo, ya que todas las religiones tienen su verdad y nos enriquecen. No debemos dejarnos cegar por los dogmas que pretenden ser verdades absolutas, señala. El mundo moderno, con tanta diversidad cultural, solo puede vivir en paz basándose en la tolerancia y libertad religiosa para creyentes y ateos.
Orhan Pamuk. La historia y el radicalismo islámico desde la mirada de un nobel turco
Orhan Pamuk se dio a conocer en los países de habla española en el 2003, cuando se publicó en Madrid la traducción de Me llamo Rojo,173 una novela de más de 700 páginas. La difusión de este libro en México empezó en el año 2004, cuando se publicó en la colección de bolsillo Punto de Lectura y sobre todo a raíz de la obtención del Premio Nobel de Literatura en 2006. No hay duda de que se trata de una novela extraordinaria que nos introduce a un mundo oriental que hasta hace poco nos era incomprensible.
Turquía es el puente entre el mundo occidental y oriental, entre el hemisferio cristiano y el musulmán. La religión de los turcos es el islam y su cultura tradicional se nutre de la árabe, pero el estado turco es laico desde que Kemal Ataturk empezó a gobernar en 1923, cambió el alfabeto árabe por el latino y transformó Turquía en un país moderno orientado culturalmente hacia el occidente. En Turquía conviven, todavía en conflicto, la vieja cultura musulmana y la moderna occidental. Orhan Pamuk conoce ambas perfectamente, lo cual se muestra en su novela histórica Me llamo Rojo, donde describe la vida de Estambul a principios del siglo xvii. Es difícil caracterizar esta novela, que gira alrededor de la pintura pero incursiona necesariamente en la filosofía y la teología para explicar la visión artística de los musulmanes. Tema central es también el amor, que trata siguiendo la estructura de una novela policiaca.
Este libro para lectores modernos se nutre de las tradiciones árabe y musulmana. Nos describe la influencia de la pintura occidental de los venecianos en la obra de ilustradores musulmanes. Sabemos que Mahoma prohibió la reproducción pictórica de rostros humanos, regla que no siempre fue respetada. En la estructura percibimos la influencia de Las mil y una noches y de otros libros de cuentos árabes tradicionales. Y así como a los orientales les gusta contar historias, Pamuk desarrolla su novela desde la perspectiva de una veintena de personajes, cosas o animales, como, por ejemplo, una moneda de oro o un caballo. Combina con gran maestría los elementos mágicos orientales con el realismo de la literatura occidental; de manera que podemos concebir este libro como un puente entre la literatura oriental y occidental; igual que su autor, quien se presentó en una entrevista como un puente sobre el Bósforo, este estrecho de mar que separa las partes europea y asiática de Estambul.
El libro inicia con la narración de ultratumba de la víctima de un asesinato, quien aún no puede ingresar al cielo por no haber sido sepultado. Este asesinato se aclara al final de la novela. La mayoría de los personajes elaboran manuscritos para el sultán, quien es propietario de bibliotecas valiosísimas y quiere que sus ilustradores eternicen su fama. Uno de ellos pretende la mano de Seküre, una joven viuda e hija de su maestro. Entre Negro y Seküre se desarrolla una intriga amorosa que nos mantiene en suspenso hasta el final, igual que el enigma de la identidad del asesino.
Se sospecha que el asesino es un ilustrador. Tal vez podría ser identificado por su estilo pictórico, porque en la pintura se están preparando innovaciones incompatibles con la ley islámica. Algunos se dejan seducir por los artistas franceses que reproducen la vida real y no ideal. Los turcos y los persas rechazan el realismo porque quieren pintar el mundo no como es, sino como debe ser según la voluntad de Dios. No copian caras individuales como lo hacen los maestros francos, porque sus retratos son la creación de bellezas ideales vistas desde un ángulo divino: “¿Es el hombre una criatura tan importante como para pintar hasta su sombra con todo detalle?”,174 pregunta uno de los ilustradores y critica la técnica de la perspectiva inventada por los italianos desde un punto de vista teológico: