a los intereses del emperador34 e incluso se constituyó una guardia de corps. Por otro lado, a partir de Itzcoatl, el máximo mandatario mexica no solo contó con parte del tributo de sus súbditos directos mexica, sino también con tributos y tierras de las provincias que se fueron sometiendo, así como del beneficio de la venta en los mercados de los productos obtenidos en sus tierras.
Igual de importante fue su alteración del orden habitual de sucesión, cuando se decidió otorgarle mucha más trascendencia a las cualidades militares de los posibles candidatos en lugar de la primogenitura directa, pero siempre dentro de un cierto orden dado por el linaje reinante. De ese modo, en realidad, los candidatos a la sucesión salían de los dos máximos responsables militares: tlacateccatl y tlacochcalcatl. El primero parece ser más importante que el segundo, puesto que tres tlatoani lo fueron: el propio Itzcoatl, Moctezuma I y Moctezuma II. En definitiva, Itzcoatl consiguió centralizar el poder político, religioso y militar en su persona y, después de él, en sus sucesores en el cargo, además de colocar a personas afines, de su linaje, en los principales cargos militares.
Tras el tlatoani, la figura más importante era el cihuacóatl, o encargado de los asuntos internos de la administración y, en ocasiones, regente. Con dicha figura y las tres anteriores, es decir el propio emperador y las dos máximas autoridades militares, se formaba el Consejo de los Cuatro que regía el imperio. Dentro del mismo, estos tres últimos conformaban el Consejo de Guerra. También existía un tlatocan o Consejo Mayor, con entre 12 y 20 miembros, donde se discutían aquellos aspectos que afectasen a todos los estratos sociales, si bien existían consejos específicos para los asuntos jurídicos, económicos y religioso-educativos.
Según Marco A. Cervera Obregón, el armamento mexica apenas varió desde la caída de Azcapotzalco y hasta la conquista cortesiana. Los arcos y flechas que conocían de antiguo se unieron a las armas tradicionales mesoamericanas como el átlatl, las hondas35 y las macanas cortas. Sustituyeron las puntas de piedra de sus picas por un cuerpo de forma ovoide de madera donde insertaban hojas de obsidiana hasta alcanzar una tercera parte de superficie de corte del total de 200 centímetros de largo que tenía la pica. Aunque quizá lo más significativo fue la invención –o adopción– en el siglo XV de una macana más larga y ancha, de madera, con hojas de obsidiana a ambos lados. De obsidiana se fabricaban las puntas de flecha, dardo, macana y lanza, de modo que el estado se preocupó de controlar su producción y distribución en forma de tributo, como las piedras especiales para arrojarse con hondas (o temalatl). Se han encontrado evidencias de glandes de piedra –de entre 3,7 y 4,6 centímetros de diámetro y un peso de 21,7 a 23,9 gramos– y de cerámica, más pequeñas –de 1,4 a 2,8 centímetros de diámetro–. Los mexicas conservaron los escudos redondos, tipo rodela, llamados chimalli, de 20 a 75 centímetros de diámetro, y las defensas de algodón acolchado a modo de jubón (ichcahuipilli) que cubría el torso y la cintura, o algo más abajo, pero dejando las extremidades libres para el combate. Así, el guerrero mexica podía recibir heridas de corte, pero no tanto las más difíciles de curar de tipo perforante.36
Con Itzcoatl y Nezahualcoyotl de Tetzcoco, la guerra se llevó más allá del núcleo central de la Triple Alianza, hacia tierras de los actuales estados de Morelos y Guerrero. Se conquistó Cuauhnahuac y se infligió una primera derrota a Chalco. Varios hijos de Itzcoatl fueron a gobernar a diversas ciudades, lo que marca la esfera de influencia real de Tenochtitlan: Ecatepec a Iztapalapa; Xilotepec, Apan y Atotonilco fueron a ciudades tlacopanecas. En estos años, además, se incorporaron varias ciudades a la Triple Alianza cuando aquellas solicitaron la intervención de Itzcoatl en un conflicto interno: ocurrió en el caso de Tollan, cuando el tlatoani tenochca obtuvo tierras y la colaboración militar del altepetl sometido en lo sucesivo. Tollan se impuso, pero a costa de una sumisión a un poder superior. Y también fue el caso de Cuauhtitlan, dividida entre protepanecas y protenochcas. La victoria de estos últimos les llevó a dominar a los primeros y conseguir sus tierras, no sin antes verse obligados a aceptar el dominio de la Triple Alianza. Por último, los pobladores de Tepeyac, en su pugna con Cohuatitlan, acabaron por vencer y ser la cabecera de la región, pero a costa de pagarles nuevos tributos a los tenochcas, quienes les habían ofrecido su apoyo.37
También con Itzcoatl parece aumentarse lo que podemos considerar como guerra naval. Como es lógico pensar, el uso de canoas para el combate hubo de estar muy extendido en el mundo mexica, aunque las fuentes hispánicas no aporten demasiados datos al respecto. Así como los mexicas estuvieron limitados en cuanto a su logística terrestre por la ausencia de animales de tiro y el desconocimiento de la rueda, factores suplidos con el uso de los tamemes, Ross Hassig, en su clásico estudio acerca de la guerra en el mundo mexica, llegó a afirmar que a ellos se les debió la potenciación del uso de las canoas con fines militares en sus conquistas del entorno inmediato del lago. En un momento dado, estos aprovecharon la capacidad de transporte de las canoas para conducir hombres, armas y demás suministros allá donde hiciesen falta. De esa manera, dinamizaron las campañas al poder hacer la guerra desde tierra y desde el interior del lago.
Ya en los años de dominio de Tezozomoc de Azcapotzalco, los tepanecas, según el cronista Alva Ixtlilxóchitl, en su conflicto contra Tetzcoco los atacaron con sus canoas al presionarles desde la cercana localidad de Huexotla. Posteriormente, la insularidad de México-Tenochtitlan le iba a permitir poder dirigir sus canoas en todas direcciones, lo que le dio ventaja táctica. Como decía, en tiempos de Itzcoatl uno de sus conflictos se libró contra Cuitláhuac, otra ciudad insular, situada en el sur del gran lago, entre Xochimilco y Chalco. Fray Diego Durán los calificó de
bulliciosos y enemigos de toda quietud, pareciéndoles que el agua de que estaban cercados les era muro y defensa de su ciudad y la hacían inexpugnable, y también confiando [en] que la destreza que tenían en revolver las canoas a una parte y a otra les era de gran ayuda.
Tras asegurarse de que los de Cuitláhuac no iban a recibir ayuda ni de Chalco ni de Tlalmanalco, a cuyos señores advirtió, Itzcoatl envió contra ellos un millar de canoas con tropas veteranas que fueron defendidas de las flechas lanzadas por el contrario merced a los escudos enarbolados por jóvenes guerreros mexicas. En años posteriores, también se sometieron localidades ribereñas de la zona norte como Cauhtitlan, Xaltocan (en 1434), Tenayocan o Tultitlan.38
Moctezuma I (Mohtecuzoma Ilhuicamina, 1440-1469) recibió, a modo de herencia, la necesidad de expandir el imperio más allá de los límites del gran valle central. Conquistó Hueypuchtla, Atotonilco de Tula, Axocopan, Tollan y Xilotepec. Asimismo, desde 1451, atacó la zona de la Huasteca, en concreto la plaza de Cuetlaxtlan, que abría para los tenochcas grandes posibilidades comerciales con la zona de la costa. Tlaxcala convenció dos veces a los habitantes de Cuetlaxtlan para que no se sometieran a la política de Moctezuma I, pero la ayuda militar prometida no se materializó y fueron derrotados, lo que les dobló el tributo. Ese impulso expansivo mejoró los intercambios comerciales con Coatzcualco y más allá, incluso. Este último no era territorio conquistado, pero sí ofrecía protección a los pochtecas tenochcas.39
Pero Moctezuma I también hubo de afrontar el final de un ciclo mexica, de 52 años, que coincidió con 1455. A modo de siglo propio, el tránsito de un ciclo mexica a otro generaba gran angustia en la sociedad, pues había que satisfacer a los dioses para evitar que no se materializase en caos en el universo y llegase el final. En los años 1446, 1449 y de 1450 a 1454 ocurrieron diversas catástrofes meteorológicas, plagas40 y demás fenómenos adversos que abundaron en la verosimilitud de sus creencias, cuya traducción fue un aumento de los sacrificios humanos. En 1450, por ejemplo, en el reinicio de la guerra contra Chalco, los combates fueron adversos, no así