por medio de un contraataque es una rosa y una espina que perdura en ambos equipos. Todo jugador lo lleva cosido a la camiseta mientras el juego está equilibrado, mientras que los suspiros llegan por la falta de tiempo y la ansiedad frente a los objetivos previstos e inalcanzables. Todos estos factores habilitan la valía de esta obra, ya que si el contraataque es organizado y sale como se había ensayado, siguiendo los ejemplos que aquí se exponen, la satisfacción es enorme. Me sumo a la felicitación y muestro mi cercanía al lector, futuro defensor del juego/fútbol, al tiempo que quisiera transmitir mis deseos por el juego de ataque y mi pasión vivencial para que la “contra” se mantenga mientras aguanten las fuerzas. Todos deben saber defenderse para... atacar contraatacando.
Javier Irureta
Jugador del Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao
Entrenador del Getxo, Sestao, Oviedo, Logroñés, Racing de Santander, Athletic de Bilbao, Real Sociedad,
Celta de Vigo, Deportivo de La Coruña y Betis
Introducción
Muchos técnicos de fútbol defienden un sistema de juego basado en el contragolpe sin deparar en qué implica verdaderamente el desarrollo de este sistema de juego y no entrenan específicamente esta estrategia. En ocasiones, los resultados pueden acompañarles en su beneficio, ya sea por errores del adversario, imperfecciones defensivas del rival, equivocaciones del equipo arbitral que les beneficie o aciertos individuales surgidos del juego colectivo. Pero estos resultados no tienen continuidad en el transcurso de la temporada.
En fútbol, y en los deportes colectivos que utilizan la estructura del juego del contraataque, la mayoría de los técnicos manifiestan que los criterios que aplican en los entrenamientos difieren de los que luego se presentan en plena competición ante adversarios diversos. A veces se amparan en jugar a la contra, es decir, se protegen de la capacidad ofensiva o contraofensiva del rival de turno, procuran cometer menos errores que el adversario y esperan a que surjan los aciertos individuales espontáneos (escasos en los deportes colectivos).
En ocasiones, al comienzo del encuentro, el juego ofrece la posibilidad de avanzar al adversario en el resultado, gracias a la protección de la propia portería el mayor tiempo posible y, con una intervención ocasional, llegar a superar al rival y obtener el premio del gol, bien por acierto propio o por error del adversario. Pero, en estos casos, siempre nos asaltará la duda del rendimiento real del juego colectivo (sistema de juego empleado, conceptos tácticos ofensivos utilizados y principios defensivos que superen las iniciativas del rival cuando el balón está en juego o la estrategia empleada tras valorar el juego del opositor). ¿Todas estas circunstancias se tienen verdaderamente bajo control y se planifican en el entrenamiento de cada equipo para así perfeccionar su rendimiento en el campeonato? Estas y otras tantas preguntas pueden quedar sin respuesta si los propios jugadores quedan como lo que son: los protagonistas únicos en la obtención del resultado del juego individual o colectivo.
En el deporte, sabemos que en distancias cortas la “velocidad del que llega primero es indiscutible”, mientras que en las pruebas de largos recorridos el que llega primero también hace el mejor tiempo, pero se le premia por ser el más resistente a la fatiga. Son muy pocos los asesores deportivos que ponen a correr una distancia corta a quien tiene una mayor resistencia y relegan al más veloz a correr distancias largas (incluso en los entrenamientos). Sería totalmente inapropiado. ¿Se han analizado los datos obtenidos y se ha comprobado que el rendimiento de ambos deportistas no evoluciona, y por lo tanto se han de adecuar mejor sus capacidades a las pruebas en que compiten? Creo que cualquier asesor con datos en la mano averiguaría en poco tiempo que las variables que aparecen se deben a un planteamiento erróneo o a una planificación inexistente. En otros eventos colectivos se dan estas situaciones cuando las respuestas de los jugadores no se valoran ni se planifican de acuerdo con las características de cada participante en el juego y si este se desarrolla de forma individual o colectiva. Pero ¿esto es así?, se preguntan expectantes jugadores y aficionados. Planteemos esta pregunta: ¿Ha visto y sabe entrenar el contragolpe o contraataque y conoce cómo contrarrestarlo? Dejemos un margen para valorar la información dada en la respuesta a esa pregunta, ya que puede ser una referencia a un tema que cree conocer y se ha trabajado más con la imaginación que en la realidad. Sin embargo, esta cuestión debe plantearse en cualquier plantilla de todos los equipos. Luego se verá que la planificación se va extendiendo a otros conceptos que están por descubrir o por reparar en ellos.
Una primera definición de contraataque
Así, ¿qué es un contraataque?, ¿cómo se define? Pues, según la Real Academia Española, el contraataque queda reflejado como “la reacción ofensiva contra el avance del enemigo, de un rival o del equipo contrario". Por lo tanto, esa primera definición ya nos especifica que en todo contraataque debe haber un adversario/enemigo, y que esté atacando. Y quien va a hacer el contraataque concibe una reacción ofensiva con el fin de imponerse al rival.
La Escuela Nacional de Entrenadores de Fútbol, en algunos textos sobre los principios ofensivos, dados en diversos cursos de fútbol, apunta que “el contraataque es restar o robar el balón del adversario, en nuestra propia zona del campo (mitad del campo) e intentar llegar rápidamente a su portería, sorprendiéndole de forma que no pueda replegarse ni organizarse defensivamente y explotando los espacios libres que dejó al adelantarse” (1981). Unos años más tarde, a la definición dada se le añade “requiere la acción de pocos elementos” y, evidentemente, se retira “en nuestra propia zona del campo (mitad del campo)”, puesto que se puede contraatacar desde el campo adversario cuando un jugador logra interceptar (recepcionar, entrar, cargar o pantallear) para recuperar el balón y, tras jugarlo (control de balón, conducción, finta, regate y golpeo), marcar gol y fulminar al rival, sin darle tiempo a reaccionar ni a pensar defensivamente. Es decir, el contraataque es desarmar el ataque del adversario y llevar a cabo el nuestro en el menor tiempo posible sin permitir que el rival se organice en defensa.
Para ello, todo contraataque está basado siempre en los siguientes requisitos ofensivos:
– El balón esté en juego y en poder del adversario (siempre).
– Se puede planificar frente a cualquier sistema de juego.
– Se realiza en el menor tiempo posible.
– Se recupera el balón del adversario (sea el poseedor que sea).
– Se puede llevar a cabo en cualquier parte del campo.
– Puede intervenir desde un jugador hasta todo el equipo para llevar a cabo la acción de contra.
– Se entrena y se valora su progresión, y por lo tanto, permite variar los estímulos según las respuestas que se planteen durante el juego. Tras el análisis de esta eficacia, hay que tener presente que la creatividad individual facilita el rendimiento del juego colectivo.
– Se anotan y se registran los conceptos tácticos que predominan en el transcurso de los ensayos y en la competición.
– Se adaptan las respuestas individuales o colectivas al sistema de juego elegido.
– Se sistematizan las estructuras del contraataque a las necesidades del resultado o tipo de competición, liga o copa, campeonato de clubes o selecciones, eliminatorias, etc.
Así pues, tanto para técnicos como para asesores deportivos o jugadores, el contraataque requiere atención y exigencia para llevarse a cabo, y no debe quedar a expensas de la respuesta de un único jugador o de unos pocos. Sin embargo, un entrenador igualmente puede decidir una alineación y hacer que el equipo juegue al contraataque sin más, esperando que el adversario yerre y nuestro jugador más cercano al balón se beneficie de ello, recupere el esférico, progrese y finalice en la portería adversaria. El gol es el objetivo final del juego colectivo entre ambos contendientes.
Concepto y tipos de contraataque
El contraataque es una acción ofensiva, realizada con la mayor brevedad posible según el espacio disponible, ante un equipo que pierde el control del balón