Primera edición: octubre, 2020
Título original: Economy of the Unlost. Reading Simonides of Keos with Paul Celan.
Copyright © 1999 by Princeton University Press
© de la traducción: Jeannette L. Clariond, 2020, con la colaboración de Olivier Tafoiry
© Vaso Roto Ediciones, 2020
ESPAÑA
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ISBN: 978-84-122439-5-6
eISBN: 978-84-122439-9-4
BIC: DNF
Anne Carson
Economía de lo que no se pierde
Leyendo a Simónides de Ceos
con Paul Celan
Traducción de Jeannette L. Clariond
Índice
Nota sobre el método
Nur has ein jeder sein Maas
Hölderlin
Hay mucho de mí en mi escritura. ¿Conoces el término empleado por Lukács para describir la estructura estética? Eine fensterlose Monade.1 No quiero ser una mónada desprovista de ventanas –mi formación y mis maestros opusieron gran resistencia a la subjetividad. Desde el inicio he luchado por conducir mi pensamiento hacia el paisaje de la ciencia y de los hechos, donde otras personas conversan lógicamente e intercambian juicios– pero allí enceguezco. La escritura aquí exige vertiginosos vaivenes entre ese paisaje ensombrecido, donde la facticidad se esparce, y la habitación sin ventanas se limpia de lo que desconozco. Es la limpieza lo que requiere de tiempo. Es la limpieza el misterio.
Una vez limpia, la habitación se escribe sola. Copio los nombres de cuanto permanece en ella y anoto su actividad.
¿Cómo se lleva a cabo la limpieza? Lukács señala que inicia con el intento de prescindir de todo lo no accesible a la experiencia inmediata (Erlebbarkeit) del ser en tanto ser. De resultar posible, se ceñiría a sus propios límites, como un cosmos. Lukács prescribe una habitación dedicada a la labor estética; sería un gesto de falsa conciencia afirmar que la escritura académica podría llevarse a cabo allí. Y, no obstante, sabes tan bien como yo que el pensamiento se encuentra en esta habitación en sus mejores momentos –encerrado dentro de sus propias presiones, pescando datos del paisaje a partir de apuntes o recuerdos–, vibrando (como diría Mallarmé) al desaparecer. Existen distintas opiniones acerca de cómo representar la vibración. «Nombres» y «actividad» son eufemismos para el trabajo. Podrías preferir eufemismos distintos; supongo que lo más importante es anotar cualquier vibración que percibas mientras tu atención permanezca enfocada.
La atención2 es tarea que compartimos, tú y yo. Mantener centrada la atención significa impedir que se disipe. Es, en parte, el motivo por el cual he elegido hablar de dos hombres a la vez. Cada uno impide que el otro desaparezca. Avanzan sin desvanecerse, están uno al lado del otro en conversación, a pesar de que no conversan. Cara a cara, aun sin conocerse, sin haber vivido en la misma época, sin haber hablado nunca el mismo idioma. Con y en contra, concordes y enfrentados, cada uno situado en una superficie sobre la cual el otro se mantiene enfocado. En ocasiones se ve mejor un objeto celeste mientras se le observa, acompañado de algo más, en el cielo.
Piensa en la preposición griega πρός. Empleada con el caso acusativo, esta preposición significa «hacia, sobre, contra, con, preparado para, cara a cara, respecto a, en cuanto a, en lo tocante a, en respuesta a, en lo que se refiere a, comparado con, de acuerdo con, como complemento a». Se trata de la preposición que utiliza Juan el Evangelista para describir la relación entre Dios y El Verbo en el primer versículo del primer capítulo del Apocalipsis.
πρός Θεόν
«El Verbo estaba con Dios», reza generalmente la traducción. ¿De qué estar con se trata?
Escribo estas palabras en el tren que me lleva a Milán. Raudos atravesamos torres, fábricas, estaciones, depósitos y, finalmente, un campo en que una manada de caballos negros vira a galope cuesta arriba. «Todo intento de descripción es ocioso», escribe George Eliot; aun así, se pueden encontrar fragmentos de tiempo sin agotar. ¿Quién puede nombrar sus transacciones, la sensación del viento inasible en nuestros cuerpos, esfuerzo desconocido —una crin negra?
1Lukács (1917).
2Para Heráclito existen dos clases seres humanos de acuerdo con su conocimiento del λόγος: los «despiertos» y los «dormidos»: «Para los que están despiertos (τοῖς ἐγρηγορόσιν), el orden del mundo es uno y común, mientras que para los que duermen (τῶν δὲ κοιμωμένων) se vuelve hacia sí mismo». Estar despierto o dormido significa estar o no atentos al λόγος, tener un mundo propio (ἴδιον) o único y común (ἕνα καὶ κοινὸν κόσμον). Esto nos dice Werner Jaeger sobre la Paideia en Grecia, esa transmisión