el móvil de Esperanza. Seguía sonando, por lo que ella tuvo que interrumpir aquel hermoso momento, ponerse una toalla y salir con el cuerpo mojado a contestar.
–¡Hola, buenos días!
–¡Hola, buenas tardes desde Roma, querida amiga!
–¿Padre Antonioni? ¿Es usted?
–¡Sí, querida Esperanza! ¡Soy yo!
–¡Qué alegría, padre! ¿Cómo está usted? Ha pasado ya mucho tiempo desde nuestro primer encuentro en Cuzco, luego en el Paititi y finalmente en Roma.
–¡Sin duda el tiempo pasa muy rápido, querida Esperanza, y más aún cuando se vive intensamente! Cuando mi trabajo se circunscribía a ser bibliotecario y paleógrafo en los subterráneos de la Santa Sede, cada día parecía una eternidad. Ahora es todo lo contrario.
»¿Cómo estáis tú y Jürgen?
–¡Jürgen está muy bien, padre Dante! Con mucho trabajo. Y precisamente hace un rato ¡me pidió matrimonio! ¿Lo puede creer? ¡Soy muy feliz!
–¡Enhorabuena, Esperanza! Hacéis una linda pareja. Se ve que estáis hechos el uno para el otro. Lo pude apreciar en la aventura del Paititi.
»¿Tienes pensado venir por Europa pronto? Porque si no fuese así queríamos invitarte a que vinieras nuevamente a Roma.
–Estos días iba a coordinar con mis patrocinadores aquí en los Estados Unidos un viaje que me llevaría a Egipto, pero necesariamente tendría que pasar por Europa. Hasta estaba pensando visitar varios lugares del viejo continente antes de llegar a terminar mis investigaciones en El Cairo.
–¿Y se puede saber qué es lo que vas a investigar en Egipto, Esperanza?
–¡La existencia de un portal dimensional! Algo similar a lo que hallamos en El Paititi.
–Pero, ¿por qué en Egipto? –preguntó Antonioni ocultando todas las informaciones previas que conocía al respecto.
–Mis patrocinadores quieren que encuentre la exacta localización de la Puerta de Orión, esa que conectaría con el lugar de origen de los guardianes y vigilantes extraterrestres que terminaron perdiendo la batalla del cielo.
»La de Egipto, padre, conectaría directamente con Orión.
–¡Caramba, caramba! Estás hablando de los ángeles que fueron deportados a la Tierra.
–¡Así es, padre Dante!
–Muy bien, suena fascinante y revelador. Ahora te pregunto: ¿recuerdas que en el interior de la caverna de la meseta del Pantiacolla en el Paititi estaba el gran disco de oro de los incas?
–¡Sí, lo recuerdo como si hubiese sido ayer!
–Pues recordarás también que al pie del gran disco había cuatro cristales verdes, y que uno de ellos servía de llave para que, tocando el disco de oro, este abriera el portal dimensional. Los otros se usaban de apoyo para localizar el lugar de salida y de entrada.
–¡Así es, padre!
–Muy bien, Esperanza. Estos cristales, como sabes, vinieron del cielo. No vinieron todos juntos, sino gradualmente, y aseguraron que la Tierra existiera en el tiempo alternativo.
»Si estás buscando la Puerta de Orión tendrás que localizar primero los cristales para esa puerta; ellos tendrían que ser tu prioridad.
–¡Tiene razón, padre! ¡Qué bien que me lo ha recordado y confirmado!
–A ver, Esperanza, y para complementar la información: ¿qué sabes de la Línea Sacra?
–¿Por qué me lo pregunta, padre Dante?
–Porque tiene precisamente que ver con la batalla final de los ángeles, querida amiga.
–¿Cree usted que la Línea Sacra podría tener alguna relación con la ubicación de la Puerta de Orión?
–¡Claro que sí, Esperanza! Y si no es con la puerta será con la localización de los cristales.
»La Línea Sacra es una línea recta que une siete santuarios o monasterios en nombre de la espada del arcángel Miguel. Estos santuarios van desde Irlanda hasta Israel, y la Línea Sacra y sus siete centros marcarían el golpe de espada que el arcángel Miguel asestó al diablo para enviarlo al infierno.
»Al vencerlo le quitó poder y lo alejó de su salida de emergencia, que sería la Puerta de Orión en Egipto que tú estás buscando.
–¡Vaya, vaya, padre Dante! Esto se está poniendo interesante. Algo sabía y usted me está confirmando el derrotero que debo tomar antes de ir a Egipto.
»¿Quiere decir usted que la batalla por el planeta Tierra se produjo en Europa y Cercano Oriente, como pasó con la Primera y la Segunda Guerra mundiales?
–¡Así es! Y no es mera coincidencia. En cada uno de esos siete lugares se crearon «bucles de tiempo», donde se pueden recrear o revivir las escenas de ese momento crucial para el Plan Cósmico y el planeta.
»Cuando nos veamos en Roma te podré explicar más en profundidad lo que esto significa.
–Padre Dante, ¿me podría recordar la localización de los siete santuarios y su orden?
–¡Claro que sí!
»El primer lugar es Skellig Michael, un peñón rocoso piramidal y desierto situado en medio del mar en la costa del suroeste de Irlanda, donde el arcángel Miguel se le apareció a san Patricio para darle la fuerza y las claves necesarias para alejar al demonio y a las serpientes de Irlanda.
–Pero, padre Dante, en Irlanda que yo sepa no hay serpientes.
–No se refiere a esa clase de serpientes, Esperanza, sino a aquellos seres-serpiente o reptilianos que fueron arrojados a la Tierra como exiliados.
–¿Y por qué se le apareció al santo?
–Porque la humanidad es santificable y es la quinta columna que puede y debe definir las cosas, no solo en la Tierra sino a nivel universal.
»En Irlanda, como bien sabes, existe la leyenda del dios celta Lugh, llamado también Lug o Ludus, que se traduce como luminoso o brillante, y de cuya frente cayó una piedra verde a la Tierra. Muchas de las ciudades de Europa llevan su nombre, como Lugo en Galicia y Lugones en Asturias, España; Lyon y Loudoun en Francia y Londres en Inglaterra.
»En el mes de agosto se celebraba la fiesta de este dios de los sacerdotes, guerreros y artesanos; eran las fiestas de «Lugnasad». Con la llegada del cristianismo se le sustituyó por la imagen de san Lorenzo martirizado en Roma sobre una parrilla, ¡y san Lorenzo es precisamente el patrón de los archivistas y bibliotecarios!
–¡Qué coincidencia, no!
–Las leyendas afirman que la Iglesia, a través del papa Sixto II, le confió el Santo Grial a san Lorenzo y que este lo ocultó en Huesca, España.
–¡Qué extraño que hayan superpuesto la imagen de un santo encargado de proteger el Grial a una entidad guardiana o dadora de luz!
–¡Hay un mensaje escondido, secreto y misterioso! ¡El Grial es el mensaje profundo de la sangre vertida por el Señor y su muerte mística liberadora a través del perdón!
–¡Y la sangre es el código genético y toda la información está allí codificada, padre!
–¡Sin duda, niña! Los seres humanos de la Tierra podemos llegar a ser como aquellos seres angélicos, y quizás hasta superarlos, mostrándoles una dimensión nueva de las cosas. El Señor mismo lo dijo: «Dioses sois, hijos del Altísimo» (Salmo 82:6).
»Siguiendo con lo de la Línea Sacra, en el siguiente punto está la isla de Saint Michael´s Mount al suroeste de Inglaterra, donde el arcángel hizo su aparición ante un grupo de pescadores, dirigiéndose simbólicamente a aquellos cuya tarea es extraer lo que está sumergido e invisible a los ojos de quien no profundiza.