Jürgen Weineck

Entrenamiento total


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de mediciones y cuestionarios, aunque, por supuesto, los rendimientos escolares o bien otros factores del ámbito social pueden cambiar con rapidez (cf. Adolph, 1979, 11). El registro de las características físicas y psíquicas presenta dificultades sustancialmente mayores. Los tests y baterías de tests con un elevado coste en aparatos, en preparación, en tiempo y, por tanto, en dinero, dificultan o impiden la práctica rutinaria de los procedimientos de selección necesarios.

      Ni siquiera el registro objetivo, con ayuda de tests deportivo-motores, de factores determinantes para el rendimiento garantiza un pronóstico correcto: los tests informan mucho menos sobre potencialidades de desarrollo y más sobre el estado real actual del joven deportista; por ello este tipo de tests aplicados a niños y jóvenes presenta el riesgo de cribar de forma irrevocable a los individuos de desarrollo más retardado (v. págs. 88 y 100), concentrando la selección en los individuos acelerados (cf. Gimbel, 1976, 165).

      Como se puede ver en la figura 59, los deportistas con desarrollo biológico diferente alcanzan sus capacidades de rendimiento en momentos diferentes.

      La figura 59 muestra que, en el momento de selección A, los individuos precoces (acelerados) presentan, debido a su avance en el desarrollo biológico, rendimientos más elevados que los individuos normales, y sobre todo que los retardados. Sin embargo, el retraso momentáneo en el rendimiento de los individuos normales y retardados se compensa en el transcurso posterior del desarrollo. Interesa destacar, además, que en rendimientos de resistencia en carrera y en rendimientos de fuerza relativos (como, p. ej., en gimnasia de aparatos) los individuos biológicamente retardados suelen obtener resultados mejores que los individuos biológicamente normales o precoces (cf. Hofmann/Schneider, 1985, 51).

      Asimismo, las carencias a la hora de determinar la edad de entrenamiento pueden dar lugar a una estimación errónea de la aptitud.

      Como se puede ver en la figura 60, la relación entre edad de entrenamiento y capacidad de rendimiento deportivo es muy estrecha, sobre todo al inicio del desarrollo del rendimiento deportivo.

      Cuanto más se equiparan las condiciones de entrenamiento al avanzar el proceso de entrenamiento –p. ej., con volúmenes y frecuencias comparables–, menos incidencia tienen las condiciones de desarrollo precoz.

      Mencionemos finalmente otra complicación de la búsqueda de talentos y del dictamen de aptitud: este último posee sólo un valor de verdad relativo, limitado en el tiempo.

       Figura 59. La capacidad de rendimiento depende de la edad biológica.

       Trazo continuo: individuo de desarrollo biológico normal.

       Trazo discontinuo: individuo de desarrollo biológico precoz.

       Trazo punteado: individuo de desarrollo biológico tardío.

       A = momento de un dictamen de aptitud (de Hofmann/Schneider, 1985, 51).

      Figura 60. La capacidad de rendimiento depende de la edad de entrenamiento I, II, III = deportistas de edad de entrenamiento diferente.

      Los dictámenes a largo plazo se vuelven tanto más inseguros cuanto más complejo es el ámbito de la actividad y cuanto más profundos son los posteriores cambios en este complejo de actividad. Por ello su contenido de verdad es limitado en el tiempo, pues en toda etapa de entrenamiento hay que crear las condiciones para la siguiente, y en el transcurso de la formación aparecen cambios en las exigencias planteadas (Hofmann/Schneider, 1985, 49).

      El concepto de edad de máximo rendimiento constituye por sí solo un problema para la promoción de talentos: para conseguir en el momento oportuno la capacidad de rendimiento deportivo óptima se necesita adelantar el inicio del entrenamiento de rendimiento a edades cada vez más tempranas, con lo cual se toca el problema de la especialización precoz.

      La especialización precoz (cf. Weineck, 1986, 331) afecta sobre todo a modalidades que permiten rendimientos altos y máximos en edades muy tempranas, como ocurre en gimnasia de aparatos, patinaje artístico y natación. En modalidades de este tipo existe el riesgo de que la planificación del entrenamiento, con su enfoque sobre una modalidad y su inicio precoz –a veces en la edad preescolar o escolar temprana–, descuide los aspectos de adecuación a la edad y al grado de desarrollo, y que sobrevalore la capacidad del niño para asumir una carga psicofísica.

      Desde el punto de vista deportivo, biológico y metodológico, los riesgos de una especialización precoz se concretan sobre todo en los siguientes puntos:

      •Las cargas y contenidos de entrenamiento, a menudo unilaterales, descuidan la necesidad de una formación básica, polideportiva, como fundamento de las posteriores cargas voluminosas e intensas.

      •Las cargas físicas unilaterales y en aumento rápido pueden originar sobrecargas en los sistemas que las soportan. Aquí el riesgo se presenta sobre todo en el aparato postural y de sustentación. Si el trabajo de cartílagos, huesos, tendones y ligamentos supera de forma antifisiológica su límite de carga, aparecerán pronto síntomas de desgaste en este ámbito. El trabajo muscular unilateral puede actuar en esta dirección creando los llamados desequilibrios artromusculares: el exceso de trabajo de origen funcional y el descuido de grupos musculares específicos provoca una reducción de la amplitud articular con una sobrecarga puntual de los correspondientes segmentos articulares, proceso que favorece las alteraciones precoces por artrosis y puede obstaculizar el posterior proceso de entrenamiento.

      •Las cargas unilaterales, monótonas y demasiado intensas pueden provocar rápidamente una saturación o una sobrecarga psíquica. La utilización frecuente de contenidos de entrenamiento impropios de la edad, como la práctica de cargas lácticas anaeróbicas en las disciplinas atléticas de carrera (sobre todo en las carreras de media distancia o de esprint largo), contribuye a aumentar las cifras de abandono del deporte de rendimiento.

      Como se puede ver en la tabla 16, los niños y jóvenes que inician el entrenamiento específico de la modalidad en el momento más temprano no son los que consiguen al final los rendimientos máximos.

      El hecho de orientar a un joven en un momento temprano hacia los rendimientos máximos en su categoría de edad no nos asegura, aun después de largo tiempo, que su desarrollo se prolongue hasta la edad adulta y que se alcancen posiciones de elite (cf. Chesnokov, 1974, 336).

      La especialización precoz provoca en la mayoría de los casos una rápida estancación del rendimiento (el hecho afecta tanto las modalidades coordinativo-técnicas como las de mayor predominio del factor físico), pues se carece de la base de desarrollo extensa que necesitan los rendimientos máximos: formación corporal variada y repertorio de movimientos suficientemente desarrollado.

      Así pues, en el deporte de alto rendimiento se necesita una especialización no demasiado temprana, sino a su debido momento, respetando los principios básicos del entrenamiento juvenil. La especialización debería producirse tan tarde como haga falta, basándose en una consolidación del rendimiento acorde con el desarrollo, teniendo en cuenta el desarrollo individual, planteando un incremento moderado de la carga en el marco de una formación básica variada y, sobre todo, garantizando el desarrollo óptimo de las capacidades coordinativas generales y la adquisición a su debido tiempo de las destrezas deportivo-motoras específicas.

       Tabla 16. La dinámica específica de la edad en el desarrollo del rendimiento de varones en natación 100 m estilo