de valores, de normas y de conocimiento que se deben alcanzar a lo largo de la vida, siempre en relación con un Mapu definido.
Cartografía cultural del wallmapu nos ofrece la oportunidad de ampliar el horizonte limitado que la colonialidad busca mantener, al impedir sentir otras experiencias creadas por los múltiples pueblos del mundo, que poseen modos propios de saber-comer, saber-curar, saber-habitar, saber-convivir. No se come si no se sabe recoger, cazar, criar, plantar. No se sobrevive si no se sabe curar con una medicina propia; no se habita si no se sabe proteger de las intemperies con una arquitectura propia. No se vive a no ser que sea en comunidad y si no se sabe crear reglas propias (auto+nomos = autonomía). En fin, en el comer, el curar, el habitar y el convivir hay siempre un saber. Hay siempre un saber en el hacer para estar con el mundo. En ese sentido, este libro es parte de un proceso de descolonizar el saber y el poder con/contra un saber/poder colonial que cometió epistemicidios por todos lados, y que también aportó al ecocidio al empobrecernos de otras formas de estar con el mundo saboreándolo, pues en su raíz, saber y sabor tienen el mismo origen.
Estamos, pues, delante de un saber situado, como todo saber. No existe saber atópico, como si fuera de ningún lugar. Es la soberbia colonial siendo desafiada con el sentipensamiento decolonial que pluriversaliza el mundo, mostrando que la universalidad del conocimiento es plural y no pensamiento único (uni+versal), como quiso imponerse al mundo el logocentrismo eeuurocéntrico que da soporte a la acumulación incesante de capital que hoy pone en riesgo a la humanidad con el colapso ambiental.
Este libro no sólo está situado en una geografía determinada de los MapuChe, es también fruto de un conocimiento que viene de las experiencias de lucha, sea con/contra la invasión de hidroeléctricas, sea por la recuperación de sus tierras-territorios. Así se demuestra cómo el conflicto es el locus privilegiado del punto de vista epistemológico, al indicarnos que en una determinada situación como mínimo tenemos dos visiones acerca de lo que está en cuestión. De esta forma, la presente propuesta surge del conocimiento elaborado a partir de las luchas MapuChe, reafirmando sus triunfos no tan sólo en el plano material, sino que también sus victorias epistémicas, como la contenida en este libro.
Su metodología se inspira en la oralidad de los más viejos en procesos conversacionales, a partir de los cuales se fue construyendo el mapa de los territorios ancestrales y de los lugares de significación cultural y de relación con la naturaleza, tales como gen, mawida (montaña), eltun (cementerios), wigkul (cerros), lewfü (ríos), gilawe (pasos de ríos), kuykuy (puestos naturales), lof (espacio social y cultural comunitario), rewe-gillatuwe (lugares ceremoniales). Al mismo tiempo, fueron identificados usos del territorio de carácter económico, político y social, que desde tiempos inmemoriales forman parte de su territorialidad. Asimismo, el modo de nombrar el mundo, a través de la toponimia, nos enseña que dar nombre propio a un lugar es apropiarse del mundo, es construir un mundo propio, un territorio.
Y el lenguaje es siempre construcción de sentidos en común, como se afirma en la expresión MapuChe, o sea, gente de lugar, lugar de la gente, lo cual adquiere un sentido universal, pues siempre se es de un lugar y de un modo propio. En este sentido, somos todos MapuChe, siendo diversos, por eso debemos tener un mundo donde quepan otros mundos, y para eso debemos también construir un mundo más allá del capitalismo y de la colonialidad, como vienen también promoviendo otros MapuChes, presentes en Chiapas, en el Cauca, o en la Amazonía brasilera.
Con seguridad saldremos mejor luego de la lectura de este documento. Al final, sentir el mundo a partir del puente del jardín de las Hespérides, situado en el extremo occidental del mundo occidental, no nos impide ver el sol nacer a partir de ese punto, ofreciendo otras formas de sentir-pensar-hacer. Este libro, esta suerte de Atlas mapuche, nos indica que del caos se forman Órdenes, y otros Órdenes. Es de eso que el mundo está preñado. Un mundo en busca de otras conformaciones territoriales más allá de los Estados Naciones territoriales, cuya crisis tal vez sea el principal indicador del caos sistémico en que vivimos. Si queremos fuentes de inspiración para esos mundos en que quepan muchos mundos, sabremos abrirnos a muchos otros atlas MapuChes.
1 Profesor del Posgrado en Geografía de la Universidad Federal Fluminense (Niteroi, Brasil) y coordinador del Laboratorio de Estudios de Movimientos Sociales y Territorialidades - LEMTO. Es uno de los geógrafos sociales más reconocidos del Abya Yala, por su compromiso con los movimientos sociales y sus aportes intelectuales al pensamiento crítico latinoamericano. Fue presidente de la Asociación de Geógrafos Brasileros. Premio Chico Méndez por el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil, y premio Casa de Las Américas en Cuba por su libro La globalización de la naturaleza y la naturaleza de la globalización.
2 Giovanni Arrighi (1994) e Immanuel Wallerstein (1998).
3 Aníbal Quijano (2000).
4 Como señala Fernand Braudel.
5 Aníbal Quijano (2000).
Introducción
A fines del siglo XIX, la geo-historia del pueblo mapuche recibe un significativo impacto que generó un quiebre geográfico e histórico por la intervención militar y la práctica del colonialismo interno, ejercidos tanto por el Estado chileno como por el argentino. Ambos, unilateralmente, anexaron tierras mapuche a sus dominios y, por consiguiente, las sumaron al sistema moderno capitalista que comenzaba a generar las bases para el proceso de acumulación por desposesión de tierras que, sabemos, se ha extendido hasta el presente, y que se evidencia, tanto en Chile como en Argentina, en los grandes latifundios agrícolas y ganaderos, hoy transformados en forestales. Este quiebre implicó no sólo una reestructuración de la propiedad de la tierra, sino un profundo proceso de desterritorialización que afectó formas y pautas de relación de la sociedad mapuche con su espacio geográfico, ya desde el punto de vista político como económico, cultural, social y, en general, de sus relaciones con la naturaleza (Ad Mapu, ixofillmogen). Esta transgresión de la relación con el territorio, ciertamente implica una amenaza directa a la existencia del «ser» mapuche, pues, desde la perspectiva del mapuche kimün –del conocimiento propio mapuche–, el territorio, más que representar un simple escenario o soporte material, es, en efecto, el fundamento de la existencia.
En este sentido, cuando hablamos de «territorio» no lo hacemos para referirnos a la dimensión territorial de un Estado-Nación que ejerce soberanía trazando límites y fronteras rígidas con las que, supone, puede controlar su territorio. Tampoco intentamos referirnos al problema de acceso a la tierra por parte del pueblo-nación mapuche; más bien, intentamos utilizar este concepto como una categoría integradora que permite dar cuenta del senti-pensar mapuche y de su relación social, cultural y política con la que históricamente ha construido su territorio y definido su geografía.
Así, sobre un colonialismo interno se ha sustentado toda la estructura de poder de las élites políticas y económicas de los Estados-Nación chileno y argentino, quienes asumieron como condición fundamental la imposición de un sistema de clasificación social sustentado sobre la idea de raza, con la que se niega la existencia de los pueblos originarios y, por supuesto, de sus territorios. Este ejercicio de poder generó consecuencias materiales y simbólicas sobre la vida mapuche y de todos los pueblos indígenas de Abya-Yala, las que pueden ser enumeradas como:
1 «La colonialidad del Ser»: es decir, las consecuencias de la colonialidad sobre la experiencia vivida y sus expresiones en el transitar por el que los sujetos se constituyen como personas en relación con sus territorios.
2 «La colonialidad del saber»: que niega y reniega de los saberes y las formas de hacer que surgen desde el conocimiento propio mapuche, reemplazándolas por el supuesto discurso único del conocimiento científico; y
3 «La colonialidad del estar»: referido a las implicaciones de la colonialidad sobre el vínculo entre el ser humano y su territorio, o entre el ser humano y la naturaleza luego de ser desterritorializadas.
Estas tres expresiones