y entender lo nuevo, lo diferente… y disfrutar de ello.
Decálogo del viajero responsable
1. Abre tu mente a nuevas culturas y tradiciones y sé tolerante ante la diversidad.
2. Respeta los derechos humanos; cualquier forma de explotación vulnera los objetivos del viaje.
3. Ayuda a conservar el entorno natural y procura no dejar otra huella que la de tu calzado.
4. Respeta el patrimonio artístico, arqueológico y cultural del destino.
5. Si compras regalos, procura que estos sean expresión de la cultura local.
6. Cuando planifiques tu viaje, elige aquellos proveedores que se preocupan por los derechos humanos y por el medio ambiente.
7. Utiliza los recursos naturales con moderación y procura minimizar la generación de residuos.
8. Disfruta con las costumbres, gastronomía y tradiciones de la cultura local.
9. Si visitas espacios sensibles, infórmate antes cómo hacerlo.
10. Contribuye al desarrollo de un turismo responsable, justo y sostenible.
Tienda en el barrio Judío.
París responsable
Las grandes metrópolis no suelen ser buenos ejemplos de sostenibilidad, sino más bien todo lo contrario. Son importantes núcleos de contaminación, de abuso de recursos y de insostenibilidad energética. Pero algunas ciudades están llevando a cabo ajustes para intentar, sin prisa pero sin pausa, cambiar esta escena. Las que llevan más ventaja en este campo son, como es fácil adivinar, las ciudades nórdicas. Pero París también ha hecho importantes avances y todo indica que estos no sólo van a seguir, sino que aumentarán progresivamente.
Un buen ejemplo de esta tendencia lo encontramos en el símbolo de la ciudad: la torre Eiffel. Durante la noche se iluminaba durante diez minutos cada hora y recientemente se ha reducido a cinco, lo que significa un ahorro de energía, además de prolongar la vida de las bombillas. Sin duda es un dato casi anecdótico, pero son estos detalles los que indican una tendencia hacia un modelo más respetuoso con el medio ambiente.
El concepto ecoamiogable también se ha extendido en el sector privado y son numerosos los negocios que lo aplican. Proliferan las tiendas de perfumes elaborados sin añadidos químicos, de ropa 100% orgánica o confeccionada con materiales reciclados, de comercio justo, de muebles de segunda mano, de decoración para el hogar elaborada en fábricas respetuosas con el medio ambiente… En París se puede encontrar ya todo tipo de propuestas en comercios éticos, justos y ecológicos.
Entre los restaurantes son muchos los que lucen el distintivo AB (Agricultura Biológica) y parece que cada semana abra un nuevo local vegetariano. Incluso algunos de alta cocina se han apuntado a esta tendencia, como L’Arpège, que obtiene gran parte de sus materias primas de su propio huerto. También abundan las tiendas de alimentación bio y hay mercados especializados en estos productos.
Cómo es París
Sus habitantes
Bertrand Delante, elegido alcalde de París en 2001, definió esta ciudad como la de todos los enamorados de la justicia, la libertad y la belleza. Una tríada que ha estado irremediablemente unida a la urbe durante siglos: de la justicia y la libertad de la Revolución Francesa y Mayo del 68 a la belleza de palacios, museos y monumentos que salpican toda la ciudad. Pero qué sería de una ciudad, por grandiosa que sea, sin sus habitantes que, al fin y a la postre, son los que le proporcionan energía, personalidad, en definitiva, alma. Los parisinos se muestran orgullosos de serlo. Cierto es que se les acusa de estar bajo el irremediable influjo del estrés causado por una urbe inmensa, con alrededor de doce millones de habitantes. A pesar de que son definidos como arrogantes o antipáticos, en muchas ocasiones basta con un sencillo bonjour y un merci para que muestren su rostro más amable, educado y cálido, esa mezcla de romanticismo y seducción de alguien al que le encanta disfrutar de los placeres de la vida. Los parisinos, como todos los franceses, son extremadamente protocolarios a la hora de relacionarse: madame, monsieur, merci, bonjour y el permanente trato de usted son casi obligados.
Jugando al ajedrez en los jardines de Luxemburgo.
Los distritos
La ciudad está formada por veinte distritos, con una población de alrededor de 2,3 millones de personas. Contando el área metropolitana de la capital, el número de habitantes se sitúa en torno a los doce millones, distribuidos en unos 14.500 kilómetros cuadrados, lo que da una idea de la magnitud del gran París. La altitud media es de tan solo treinta metros sobre el nivel del mar, situándose el punto más alto a 148 metros de altura, en la Rue du Telegraphe, en el distrito 20.
Los distritos parisinos o arrondissements conforman una espiral que nace en el centro de la ciudad y gira en el sentido de las agujas del reloj. Los menos poblados son los del centro, en los que el precio de la vivienda es casi prohibitivo y en el que predominan oficinas y edificios públicos. Los distritos 1, 2, 3 y 4 (Louvre, Bourse, Temple y Hôtel-de-Ville, respectivamente) constituyen el corazón de París, de Notre Dame al Louvre. Los distritos 5, 6 y 7 (Panthéon, Luxembourg y Palais-Bourbon) representan la cuna de tendencias y manifestaciones culturales de todo tipo, del barrio Latino a la Torre Eiffel. Las zonas 8 y 9 (Hélice y Opéra, en el que se acumula el mayor número de hoteles y los más caros) están dedicadas a los negocios y al comercio, con los Campos Elíseos como arteria principal. En el distrito 18 se encuentra la colina de Montmartre, con la basílica del Sacré Coeur, el barrio de los pintores y el Moulin Rouge como lugares más destacados.
Cada distrito está formado por barrios o quartiers que dibujan un variado paisaje urbano en el que se entremezclan culturas, acentos y modos de entender la vida, que van del encanto literario de Saint-Germain-des-Prés a Little Tokio, barrio japonés en pleno centro parisino. Al hablar de barrios es inevitable citar el Barrio Latino, tradicional distrito universitario, con la Sorbona, el Museo Cluny y el Instituto del Mundo Árabe al frente. En Montparnasse, la torre de oficinas del mismo nombre ofrece desde su azotea una espectacular vista de la ciudad. Saint Germain, situado entre el Quais de Conti y los jardines de Luxemburgo incluye la iglesia de Sant Germain de Prés, la más antigua de la ciudad, y la de Saint Sulpice, la segunda más grandiosa tras Notre Dame. Algunas de las calles que son historia viva de París son Rue Rivoli, avenida Foch, Rue de la Paix, Rue de Grenelle o el Boulevard des Capucines.
La autopista de circunvalación Périphérique, de 35 kilómetros de longitud, marca los límites de los veinte arrondissements. El vanguardista barrio de la Defensa, además, conforma el distrito 21 de la capital, presidido por el Arco de la Defensa, en torno al cual se reúne una colección de grandes rascacielos que se han situado como el emblema del París del siglo XXI.
París en la literatura
La historia de París está vinculada, ineludiblemente, a la de los creadores y artistas de la palabra que han desarrollado su obra entre sus calles y plazas. En el Boulevard Saint Germain —considerado hoy como una de las zonas más selectas de todo París— se encuentran los cafés y rincones mágicos en los que Beauvoir, Verlaine, Camus o Rimbaud pasaron largos ratos escribiendo. Cortázar es otro ejemplo del escritor que sucumbió al encanto parisino, recorriendo sus calles en busca del legado de Hemingway, Proust o Victor Hugo. En París nace y muere Grenouille, protagonista de El perfume de Patrick Suskind. Scott Fitzgerald escribió las últimas páginas de El gran Gatsby sentado en el parisino Café Voltaire, mientras que Zoe Valdés escribe en su última novela, El todo cotidiano, sobre el exilio cubano visto desde las calles de París, ciudad en la que vive actualmente.
Parece como si esa herencia literaria esté todavía presente hoy a orillas del Sena, conservada por los